
Triunfar en tiempos de crisis es triunfar con matices. Antes, cuando todo iba bien y la economía lo permitía, cuando una persona conseguía el éxito y la fama, solíamos pensar que estos valores iban asociados al poder o dinero. Ahora, todo ha cambiado, o sino que se lo digan a David Muñoz, propietario del DiverXO, el restaurante español recientemente galardonado con una Estrella Michelín, y con esta ya van tres.
Muñoz ha asegurado que no es oro todo lo que reluce, y que pese a la proyección y el éxito del restaurante, tanto él como su mujer, co-propietaria y jefa de sala, Ángela Montero, sus sueldos siguen siendo como los de cualquier mileurista. Muñoz ha manifestado que su deseo es el de poder permanecer en Madrid, ya que por las condiciones a las que están sujetos, su proyecto es más viable en ciudades como Londres y Nueva York.
Su objetivo por tanto es permanecer y mantenerse y no hacerse ricos. Para ellos es muy importante la calidad, y de hecho ha confesado que el 45% de lo que ingresan se destina a la materia prima, es decir, los productos con los que cocinan. Además, el restaurante posee un trato casi personal y exclusivo ya que para 30 comensales hay 28 empleados, algo que marca la diferencia con el resto.
Como suele pasar, el revulsivo que supone ser galardonado con un premio tan reconocido como este, se ha traducido en más de 2.000 solicitudes de reserva para comer o cenar en el restaurante, algo casi inviable ya que, como ha reconocido Muñoz, el restaurante no tiene infraestructura para gestionar una décima parte de las demandas.
El esfuerzo y el intenso trabajo de ambos, a golpe de horas y horas se ha visto recompensado con el proyecto de abrir de un nuevo restaurante en Londres en 2014, además de este reconocimiento internacional, algo que ha sobrepasado absolutamente las expectativas de un matrimonio que comenzó un sueño sacrificando parte de sus vidas.
Seguramente ni Muñoz ni Montero hubieran podido imaginar algo parecido cuando en sus comienzos dormían en el local que ahora les ha proporcionado tantas alegrías.