Es fácil notar el efecto energético que tienen las emociones positivas sobre nosotros: cuando recibimos una buena noticia, cuando alguien nos dedica unas palabras de reconocimiento, cuando cerramos un proyecto con éxito, y, en general, cuando las cosas nos salen bien y la vida nos sonríe, nos sentimos llenos de energía y pensamos que somos capaces de todo.
Sin embargo, aún reconociendo ese efecto, demasiado a menudo no somos conscientes de que podemos hacer un uso activo de esa formidable fuente de vitalidad. Por ejemplo, si nos preguntaran cuántas veces a lo largo de la última semana hemos buscado deliberadamente una recarga de energía en su forma emocional, seguramente la respuesta generalizada sería que ninguna.
Buscar activa y deliberadamente emociones positivas en nuestro entorno es una clave indiscutible de la productividad y del éxito. En la mayoría de los casos tenemos suficientes personas, ocasiones y actividades a nuestro alrededor como para recargarnos emocionalmente. No se trata simplemente de distraerse o entretenerse, y por supuesto no de descansar o de relajarse. Se trata de buscar intencionadamente ocasiones que nos contagien optimismo, ilusión, autoestima, asombro, esperanza o inspiración.
Hay que buscar las emociones que nos recargan.