Una de las grandes incógnitas de la vida es cuánto de lo que nos pasa debe ser consecuencia de nuestras propias acciones y cuánto debemos dejarlo al curso de los acontecimientos. Pese a que nuestro organismo reacciona automáticamente ante un problema intentando hacer cosas para resolverlo, existe también el wu wei taoísta, que considera positivo dejar que el mundo fluya y que los sucesos vayan tomando forma por sí mismos. Se trata de no forzar las cosas y de no intentar obligar al mundo a que se comporte como queremos. El café se hace a presión, pero el té se hace porque reposa.
Es muy cierto que a veces haciendo cosas las resolvemos, pero también lo es que actuando sobre ellas las empeoramos. Y es igualmente cierto que dejando que las cosas evolucionen por sí mismas a veces acertamos, y a veces nos equivocamos. Saber cuándo actuar y cuando inhibirse, y por tanto dejar que sea el mundo y el tiempo el que ponga orden en las cosas, es una habilidad francamente compleja, al parecer únicamente reservada a los espíritus más sabios.
Todos los demás deberíamos sin embargo sacar como conclusión que a veces no hacer, contemplar, meditar o esperar, pueden también convertirse en soluciones para un problema.
Hacer o no hacer: esa es la cuestión.
Alguno médicos sabios dicen:
El catarro se cura en 7 días, si te tomas algo pues, en una semana …
También dicen:
Por muchas mujeres que pongas a ello, un embarazo dura 9 meses …
La sabiduría muchisimas veces consiste en … saber esperar.