Cuesta creer que el sugerente artículo que con este título Loehr & Schwartz publicaron en HBR tenga ya más de diez años. Porque a pesar de lo acertado de su pensamiento parece que no ha cristalizado en la empresa todo lo que debería. Y cuesta también trabajo creer que no abunden más trabajos de ese tipo. Entre otras cosas porque es ciertamente infrecuente ver en la literatura sobre el éxito reflexiones que contemplen el descanso como una de sus claves.
Utilizando una curiosa metáfora (el crecimiento muscular se produce durante el descanso, no durante el esfuerzo), los autores sostienen que el ciclo trabajo-descanso es crítico, y que lo que mina la capacidad de las personas no es el estrés, sino su linealidad. El problema por tanto no está en el esfuerzo, sino en el esfuerzo constante, que acaba por desgastar a cualquiera.
Todo lo que hemos aprendido en nuestra vida formativa y profesional tiene que ver con hacer cosas: adquirir conocimiento, aplicarlo, generar nuevas ideas, y una larga serie de cosas más. Pero ni en un momento ni en otro hemos aprendido a no hacer: a esperar, a prepararnos, a meditar, a buscar la calma o a renovarnos.
Descansar es una forma de crecer. Y quizá lo segundo no pueda ocurrir sin lo primero.