Lenín Moreno conquista la presidencia de Ecuador con la economía como gran reto
- El PIB se contrajo un 1,7% en 2016, y lo hará en un 2,7% este año
Marcos Suárez Sipmann
En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador, el oficialista Lenín Moreno, de la progresista Alianza País, se alzó con el triunfo con el 51,17% de los votos frente al 48,83% de su rival, Guillermo Lasso. El estrecho margen volvió a evidenciar un alto grado de polarización y, sobre todo, la desconfianza instalada en el sistema político del país.
El candidato opositor ha exigido un recuento al Consejo Nacional Electoral para que "se respete la voluntad popular" y se "evite el fraude". El CNE tiene la urgente responsabilidad de actuar con transparencia y despejar todas las dudas sobre el proceso. Si no lo hiciera, pondría en peligro la legitimidad del próximo Gobierno.
Una vez que se despeje toda sombra de duda sobre el proceso, el futuro Ejecutivo de Moreno deberá hacerse cargo de una nación con grandes desafíos. El sombrío panorama económico es muy distinto del que gozó su antecesor, Rafael Correa, durante parte importante de los 10 años que ha estado en el poder. Quedó atrás el boom de los precios del petróleo, que favoreció la fuerte expansión del gasto público, permitió una alta inversión en infraestructuras y ayudó a reducir la pobreza en casi 20 puntos porcentuales desde 2007. Hoy Ecuador tiene una deuda pública que alcanza el 40% del PIB. El control del elevado déficit fiscal, derivado del enorme gasto del Estado, es prioritario. A esto se añade la necesidad de dar garantías para créditos externos y crear incentivos para la inversión privada, especialmente extranjera.
En 2016 el PIB cayó un 1,7% y, en 2017, lo hará en un 2,7, según el FMI. Según los expertos, Ecuador no experimentará ningún crecimiento económico antes de 2019. Este hecho limitará mucho el margen de maniobra del futuro mandatario, quien ha prometido crear 200.000 empleos y diversificar la economía, que depende en su mayor parte de las exportaciones de crudo.
División en el país
Al difícil escenario económico se suma la división dejada en el país por el estilo personalista de Correa. Sus logros han sido muchos. Ha dado estabilidad política e institucional al país, al mismo tiempo que lo ha modernizado y puesto al día en infraestructuras. Con grandes aciertos en sus políticas sociales, ha sacado a millones de ecuatorianos de la pobreza. Sin embargo, ahora un importante sector de la sociedad ecuatoriana ha terminado por rechazar su modelo estatista. Además, su creciente concentración de poder incluyó el acoso a la prensa, que derivó incluso en el cierre de medios.
Moreno ha cuidado este aspecto, anunciando un Gobierno distinto, insistiendo constantemente en su disposición al diálogo y a la búsqueda de consensos, único camino para recuperar la confianza de la sociedad ecuatoriana.
Moreno, que parecía con frecuencia cansado durante la campaña, tendrá que demostrar que es el sucesor, no una marioneta, de Correa. No lo tendrá fácil. En los próximos cuatro años tendrá que imponerse constantemente.
El presidente electo ofreció en campaña una imagen de hombre afable, que regresó a su país, donde lo necesitan. En 2013, abandonó su cargo de vicepresidente con un nivel de popularidad del 95%. Su popularidad bajó tras ser nombrado enviado especial para temas de discapacidad y accesibilidad de la ONU. Su cargo con sede en Ginebra fue financiado -muchos consideran que demasiado- generosamente con fondos públicos ecuatorianos.
Pese a que es un político que se caracteriza por no cometer errores y saber cómo reaccionar a preguntas complicadas, inexplicablemente, su equipo electoral le aconsejó no acudir a los debates. Sus asesores construyeron una coraza a su alrededor.
Moreno quiere continuar con la "revolución ciudadana". No obstante, para superar la actual crisis de Ecuador se necesita mucho más que un cambio de estilo y sus promesas electorales no ofrecen soluciones concretas. Pese a la caída de los precios del petróleo, el producto de exportación nacional más importante, no se han planeado recortes de los gastos públicos.
En suma, se impone para el nuevo presidente luchar bajo la sombra de carismático Correa contra el creciente desempleo, la inflación y el desbordado gasto público, además de volver a incluir a la clase media en los planes de desarrollo y el retorno a la senda del respeto por la libertad de prensa y de expresión.