Los datos recientemente publicados por el Instituto Nacional de Estadística sobre el mercado inmobiliario ofrecen una imagen dramática: durante el pasado mes de agosto, cambiaron de manos en España 38.000 pisos, un 38% menos que en agosto del nefasto 2007. Ni las familias ni las empresas tienen liquidez suficiente y las entidades financieras no conceden créditos, en especial al sector inmobiliario, al que hacen responsable en buena medida de la crisis. Eso obliga a las empresas del sector a buscar nuevas fórmulas de financiación. La alternativa, por el momento, se encuentra en los distintos formatos de la inversión privada de capital: los family office, los reits, o los fondos inmobiliarios abiertos. Para el consejero delegado de la inmobiliaria Colonial, Pere Vinyoles, en el actual escenario de crisis financiera y de liquidez es evidente que los antiguos estándares para la estructura del pasivo de las empresas ya no sirve. Vinyoles asegura que ahora y durante los próximos tiempos las empresas del sector, en especial las medianas y grandes, deberán financiar en gran medida con recursos propios sus inversiones o buscar alternativas al crédito bancario. Grandes fortunas Si la banca no es una opción, ¿dónde puede encontrar liquidez el sector inmobiliario? Los pequeños inversores individuales que colocaban su patrimonio en piedras no son una opción. Pero sí las grandes fortunas. Los family office están sustituyendo a los bancos de inversión y a las gestoras de patrimonio en la administración de fortunas. Son organizaciones privadas encargadas de manejar las fortunas de las familias más ricas y de velar por su mantenimiento para generaciones futuras. Y los activos inmobiliarios siguen siendo atractivos para este tipo de capital por los rendimientos que pueden generar en forma de alquileres. El más rico de los españoles, el fundador de Inditex , Amancio Ortega, que ocupa el vigésimo segundo puesto de las mayores fortunas del mundo según la revista Forbes, destinó el año pasado cerca de 300 millones de euros a la compra de activos inmobiliarios en Estados Unidos. Ortega adquirió, por ejemplo, la nueva sede de Bacardí en Miami, un edificio de oficinas en Washington, un rascacielos y varios locales comerciales en Boston y una galería comercial en San Francisco. Pequeños y medianos ahorradores Pero el sector inmobiliario no puede vivir sólo de las grandes fortunas. Los pequeños y medianos ahorradores también pueden apuntarse al carro de adquirir inmuebles para alquilarlos, si no directamente, sí a través de nuevos instrumentos de inversión colectiva como los reits. Los reits son esencialmente fondos de inversión que dedican los capitales captados a la adquisición de bienes inmuebles con el objetivo de alquilarlos para generar rendimientos. Los reits cotizan en bolsa y, a diferencia de los family office, sus partícipes no tienen que pagar impuesto de sociedades por sus ganancias, simplemente tributan como rendimientos del capital. El delegado en Cataluña de Jones Lang Lasalle, Jordi Toboso, asegura que los instrumentos inmobiliarios al servicio del capital privado empiezan a tener una notable presencia en el sector. "Buscan rentabilidades razonables en un entorno seguro, es decir en primes", asegura Toboso. Para el representante de Jones Lang Lasalle, se trata de una tendencia creciente porque es un buen momento para invertir en activos inmobiliarios para aquellos que tienen liquidez, porque el actual escenario de precios bajos sólo se mantendrá mientras el PIB registre crecimientos negativos o imperceptibles. La mejor alternativa El director general de Barcelona Meeting Point, Josep María Pons, coincide en que instrumentos como los family office o los reits son, actualmente, la mejor alternativa a la financiación bancaria o, al menos, oportunidades para los promotores de "colocar el producto". El certamen que se celebra estos días en la capital catalana dedica buena parte de sus paneles y conferencias a este tipo de instrumentos financieros. Pons apunta sin embargo que existen otras alternativas como los bancos multilaterales, que constituyen entidades dependientes de organismos públicos, como el Banco Europeo de Inversiones, creado en 1958 como banco de préstamo a largo plazo de la Unión Europea y que financia "proyectos de rehabilitación" en el centro de ciudades españolas.