Vivienda - Inmobiliario
30 años después de la construcción de la primera casa pasiva
- Permiten ahorrar hasta un 90% de energía en calefacción y aire acondicionado
- En el mundo hay más de 29.000 edificios pasivos, que abarcan una superficie total de 2,7 millones de metros cuadrados
Enrique Espada
Casa pasiva o passivhau es un concepto de construcción que hace referencia directa a un estándar de construcción realmente eficiente energéticamente, confortable y asequible. Y aunque pueda parecer que es un concepto reciente orientado a la sostenibilidad, fue acuñado en Alemania hace ahora más de tres décadas, cuando el físico alemán Wolfgang Feist construyó la primera vivienda pasiva del mundo en Darmstadt, en 1991. Analizó la distribución del calor, las ventanas, las paredes, los techos y los sistemas de ventilación para construir su propia vivienda en la que logró reducir casi del todo el consumo de energía convencional.
Tal y como señalan desde la web del Passivhaus Institute, fundado por el propio Feist, una casa pasiva es más que un edificio de bajo consumo energético. Permite ahorrar hasta un 90% de energía en calefacción y aire acondicionado en comparación con los edificios más convencionales, y más de un 75% comparada con los edificios de nueva construcción. Además, en países más cálidos, como España, se ha demostrado un ahorro todavía mayor de energía.
¿Cómo se puede conseguir este elevado nivel de eficiencia energética? El Passivhaus Institute establece varias condiciones para que una edificación obtenga el certificado de casa pasiva.
El requisito más importante es que debe existir un óptimo aislamiento térmico, es decir, las casas deben ser herméticas y tener un buen sistema mecánico para controlar el flujo del aire que entre en la vivienda y conseguir que se mantenga el calor en invierno y el fresco en verano, sin necesidad de instalar calefacciones o aparatos de aire acondicionado. Para conseguirlo, se debe prestar una especial atención a la ubicación y correcta colocación de puertas y ventanas durante la obra, con marcos bien aislados y equipados con doble o triple acristalamiento de baja emisividad, de argón o criptón.
Además de la hermeticidad, clave elemental para la construcción de una casa pasiva con éxito, el Passivhaus Institute establece otros requisitos como la demanda de calefacción y de refrigeración, que debe ser inferior a 15 kilovatios hora por metro cuadrado al año para ambos, o la demanda de energía primaria renovable -denominada así a la que se utiliza para hacer funcionar los electrodomésticos- que no debe ser superior a 60 kilovatios hora por metro cuadrado al año.
En España 30 años después
Actualmente, en el mundo hay más de 29.000 edificios certificados como passivhaus, lo que supone una superficie total de 2,7 millones de metros cuadrados. Entre los países más concienciados destaca Alemania, por hitos como este: el año pasado, Frankfurt inauguraba el primer hospital pasivo del mundo. Y en España, ¿hay muchas casas pasivas?
Rotundamente sí, en tendencia creciente además. Desde que se edificará la primera en Moraleda de Zafaya, Granada, en 2010, la superficie certificada en el país ha crecido hasta los 172.000 metros cuadrados, repartidos en más de 160 proyectos, que evitan el consumo de 6 millones de kilovatios hora y dejan de emitir cada año más de 1.100 toneladas de CO2, el equivalente al que absorben 114.000 árboles.
Pero lo cierto es que el gran repunte de interés por estas edificaciones se ha producido a partir de la pandemia. Y los datos lo avalan, pues en los dos últimos años se ha certificado como passivhaus la misma superficie que en los ocho anteriores y se prevé que en solo los dos próximos años es doblar la cifra.
30 años después la sostenibilidad, por fin, tiene su necesario espacio en el nuevo parque de viviendas español. Los tiempos están cambiando.