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Este hombre desafía la lógica jugando con metal fundido sin perder la mano
- Algunas propiedades de los metales todavía se exploran hoy en día
- Este experimento está diseñado para que los científicos aprendan sobre este material
EcoDiario.es
El hombre del vídeo que veréis a continuación es capaz de meter la mano en un chorro de metal fundido sin llegar a quemarse. ¿Cómo puede ser eso posible si el metal es conductor del calor y, además, está al rojo vivo? El fenómeno está explicado oficialmente por la ciencia como efecto Leidenfrost.
Algunas características de los metales son muy bien conocidas, otras todavía se exploran hoy en día, principalmente observando los cambios en estas propiedades dependiendo de la forma en que se obtienen y con qué otro elementos se combinan.
Aprovechando propiedades físicas, específicamente la conductividad térmica, se puede sumergir una mano en metal fundido, pero no cualquier metal y no sin las debidas preparaciones. Cabe destacar que este experimento está diseñado para que los científicos aprendan sobre las propiedades de los metales, y que bajo ningún concepto se debe probar a hacer.
El efecto Leidenfrost fue descubierto por primera vez en 1756 por el físico Johann Gottlob Leidenfrost. El alemán se dio cuenta de que el agua tardaba más tiempo en desaparecer cuando entraba en contacto con una placa metálica muy caliente que a una temperatura inferior. La razón de que se pueda sumergir la mano en metal fundido al rojo vivo es que a partir de cierta temperatura se forma un colchón de vapor alrededor del líquido que sostiene las gotas durante un tiempo, como si fuera su propia atmósfera.
En este caso, el calor que proviene del plomo fundido fluye desde el metal hasta nuestra mano. Sin embargo, dado que mojamos nuestra mano, primero se ocupará esta energía en calentar el agua y después en evaporarla.
Dado que el hombre la sumerge y saca muy rápidamente, el calor fluye por muy poco tiempo y ni siquiera alcanza a calentar el agua, que es un mal conductor térmico. Esto se puede traducir en que ni se calienta mucho el agua, ni se quema con el plomo fundido.