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"La empresa debe estar atenta a las facilidades que ofrece la Universidad"



    Su empresa se centra en el desarrollo de nuevos nanomateriales para aplicaciones energéticas. Javier ha inventado más de 20 patentes en este ámbito. En 2005 recibió la Medalla Europa como el mejor químico europeo menor de 35 años, un galardón que recibió por descubrir el carbón nanoestructurado y su aplicación en superconductores.

    El año pasado, la revista de innovación del MIT, la Technology Review, le eligió como uno de los más influyentes científicos menores de 35 años por su trabajo en catalizadores nanoestructurados para producir gasolina. Todo un ejemplo de emprendedor.

    ¿El emprendedor nace o se hace?

    Un poco de todo. Son necesarias algunas cualidades innatas, como la dedicación, la capacidad de trabajar en equipo y de comunicar nuestras propias ideas, pero sobre todo mucho entusiasmo. También son importantes la formación, la experiencia y los contactos.

    ¿Qué impulsa a un universitario a montar su propia empresa?

    Cualquiera que cree una nueva empresa debe tener como objetivo fundamental generar beneficios. En mi caso, como científico he experimentado en contadas ocasiones la sensación indescriptible de descubrir algo totalmente nuevo, de fabricar un material que no existía hasta entonces. Ésta es una experiencia extraordinaria.

    En la mayoría de las ocasiones, los científicos publicamos nuestros resultados y dejamos que otros los desarrollen, que solucionen los problemas que surgen al llevar un descubrimiento del laboratorio al mercado. Yo sentí la necesidad de ayudar desde el principio hasta el final. Nadie mejor que el propio inventor para desarrollar la tecnología y solucionar los problemas que surgen desde el descubrimiento hasta poner el producto en el mercado.

    Es una experiencia muy enriquecedora. Cuando uno cree realmente que el descubrimiento que ha hecho puede mejorar la calidad de vida de millones de personas, que puede generar riqueza y empleo y dar lugar a otros descubrimientos tanto o más interesantes, ¿por qué dejarles la diversión a otros?

    ¿Qué es lo más duro en los inicios?

    El riesgo, la necesidad de trabajar en equipo y atraer inversión cuando sólo tienes una idea o una tecnología interesante. Apostar por un sueño y poner toda nuestra energía en conseguirlo, eso es lo que hay al inicio de esta aventura.

    ¿Qué recomiendas a un estudiante que quiera involucrarse en el nacimiento de una compañía?

    Al joven emprendedor yo le daría tres consejos: el primero que sea honesto, que no prometa a inversores, socios o clientes más de lo que puede dar, el segundo que trabaje duro, y sobre todo que se divierta, que crea y disfrute con lo que está haciendo.

    ¿Es adecuada la relación empresa - Universidad en nuestro país?

    Es escasa. Se ve en la producción de patentes, la creación de empresas de base tecnológica y la concesión de licencias de propiedad intelectual. La Universidad realiza una excelente actividad investigadora, pero no patenta sus descubrimientos y aún menos crea empresas (spin-off) para desarrollar la tecnología que genera. Por otro lado, la empresa española investiga poco, y suele ver a la Universidad como un mundo cerrado, excesivamente académico.

    Ésta es una combinación muy peligrosa, ya que en España buena parte de la investigación se desarrolla en la Universidad. No nos podemos permitir que todo ese capital intelectual se quede sólo en publicaciones científicas y que no llegue al ciudadano. Por otro lado, una industria con poca capacidad de innovación está condenada a llegar tarde a las nuevas oportunidades de negocio.

    ¿Cómo podría mejorar?

    La Universidad española tiene siglos de tradición y excelentes profesionales. Pero en la actualidad, es necesario añadir la innovación (D+I+i) a la ecuación universitaria de docencia más investigación (D+I), para promever así la creación de propiedad intelectual y empresas. Sin embargo, existen muchas barreras, sobre todo culturales.

    Es necesario incentivar a los profesionales universitarios para que colaboren con la empresa, transfieran tecnología al sector productivo e incluso participen en la generación de empresas de base tecnológica. La Ley de la Ciencia del 86 consiguió incrementar significativamente la producción científica española mediante el uso del número de publicaciones como criterio para el acceso a los puestos universitarios y la promoción interna.

    Sería conveniente actualizar este modelo, valorando de forma suficiente la colaboración con la industria y la transferencia de tecnología en las universidades españolas. También es importante que nuestros universitarios tengan una formación suficiente en protección de la propiedad intelectual y en la creación de empresas. Finalmente, son necesarios modelos de éxito. Universitarios que sean pioneros en la creación de spin-off en nuestro país. Ésta sería una salida atractiva para nuestros licenciados y doctores. Sólo así, si la Universidad se adapta a los tiempos y necesidades de la industria, ésta invertirá en ella parte de su capital en I+D+i.

    La empresa, por su parte, debe estar atenta a las facilidades que ofrece la Universidad, en relación a bajos costes, innovación y calidad, en una apuesta por una simbiosis necesaria para el desarrollo de nuestro país.