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Carlos Berzosa, rector de la UCM: "Tenemos que pelear contra el exceso de pragmatismo de la Universidad"

    Carlos Berzosa, rector de la UCM. <i>Foto: Nono</i>


    Es uno de los rectores más mediáticos y conocidos del país. No tiene miedo a mojarse en los charcos y quizá por ello muchos le salpican hasta la rodilla. Carlos Berzosa inicia este curso su segundo mandato como rector de la universidad más grande de España

    A su cargo tiene a 90.000 alumnos y más de 6.000 profesores repartidos en 235 titulaciones, 21 facultades y cinco escuelas universitarias.

    Traducido, las mismas cifras de problemas potenciales. Berzosa habla con ilusión de su nuevo periodo como inquilino del Rectorado, aunque cuando le brillan los ojos
    es al referirse a su vuelta a la docencia, prevista para este año.

    Impartirá, entre obligaciones varias –actos, tertulias, artículos, consejos de gobierno e incluso manifestaciones–
    Estructura Económica Mundial a los alumnos de 5º de Económicas.

    Comprometido con la izquierda, asegura ostentar cargos porque no los pretende, y se confiesa más orgulloso de colaborar con ONG que de militar, hoy por hoy, en un partido político.

    -Nuevo curso y cuatro años más al frente del Rectorado de la Complutense. ¿Cuáles son sus principales proyectos?

    Este es el año del cambio. Por un lado, hay que poner en marcha las reformas sobre la LOU, y el reto más importante es el Espacio Europeo de Educación Superior.

    Estamos pendientes de que se publiquen los decretos para hacer los planes de estudios nuevos adaptados a cuatro años, y adaptar nuestras licenciaturas de cinco y diplomaturas de tres.

    Tenemos que aplicar la metodología docente que nos dicta Bolonia, pero sobre esto ya tenemos cierta práctica.

    Además, está el tema de los másteres oficiales. En este país hemos empezado la casa por el tejado, poniendo los posgrados antes que los grados.

    Ya hemos tenido un año de rodaje, y yo creo que este segundo va a ir mucho mejor. También trabajamos por fomentar la investigación, mejorar las condiciones económicas y laborales del profesorado y del personal
    de servicios, atender a los estudiantes en sus demandas y tratar de dar el mejor servicio en la universidad.

    -Es su segundo mandato como rector, ¿qué ha cambiado en la Complutense desde que ocupó el sillón rectoral hace cuatro años?

    -Han cambiado muchas cosas, y la comunidad universitaria así lo ha entendido cuando me ha votado más que la primera vez. Ha habido un respaldo a la gestión, hemos promocionado mucho la investigación, se han mejorado las condiciones económicas del personal de administración y servicios...

    Nuestra gestión económica ha sido muy sensata, prudente prudente y responsable. Hemos saneado el déficit que teníamos y hemos hecho bastantes cosas con los recursos que se nos han proporcionado.

    También hemos impulsado el nombre de la Complutense fuera de esta institución, con mucha presencia en los medios, promocionando la actividad cultural, con actos
    importantes... Hemos dado dinamismo y vida a la universidad.

    -¿Cómo se está adaptando la UCM a Bolonia?

    -Llevamos cuatro años haciendo los deberes. Nos hemos situado mejor que otras universidades en este terreno, hemos llevado a cabo debates, seminarios, jornadas, grupos piloto, proyectos de innovación educativa… Estamos preparados, pero necesitamos las reglas de juego para configurar los planes de estudio.

    Sabemos que serán cuatro años pero necesitamos saber cómo articularlos, teniendo en cuenta que los primeros cursos van a ser más omenos comunes. Eso es lo que ha hecho peor el Ministerio de Educación, si se aclara este panorama creo que podemos empezar ya a trabajar.

    -¿Ha percibido usted cierto rechazo por parte de los estudiantes al Espacio de Educación Europeo Superior?

    -A los estudiantes siempre es difícil informarles, no hay un entusiasmo por su parte, los que han sido más activos son los más contestatarios a Bolonia.

    A veces tienen posiciones algo cerradas, aunque en algunas cosas tienen razón. He asumido algunos de sus argumentos y los he incorporado a mis propuestas de Bolonia.

    -¿Por ejemplo?

    -Señalan, al igual que alguna corriente de profesores, que Bolonia tiene una terminología excesivamente mercantilista, se habla mucho de competitividad, delmercado, preparar a los estudiantes con capacidad y habilidades…

    Da la impresión de que se quiere convertir la universidad en una escuela de formación profesional, en los mismos términos de las empresas: calidad, excelencia, capacidad, habilidades… La Universidad debe preparar profesionalmente a la gente, pero la formación universitaria va más allá de la mera formación técnica y profesional.

    Ellos defienden, frente a esa universidad de la capacidad,
    la universidad del conocimiento. Hay cosas que no son aplicables a la vida diaria, pero que no dejan de ser importantes.

    Tenemos que pelear contra eso, contra el excesivo pragmatismo de la universidad.

    -¿Sigue mereciendo la pena matricularse en una universidad o el título se devalúa sin remedio?

    -Sigue mereciendo la pena, pero muchas veces el título no te garantiza una salida profesional de acuerdo con esos conocimientos.

    Según el último estudio de la OCDE, los titulados profesionales no se colocan con un salario correspondiente a su nivel de preparación profesional. En este sentido la universidad española no es muy eficiente.

    -Hay gente de formación inferior a la universitaria que alcanza unos niveles profesionales más altos…

    -Sí, y hay mucho subempleado, licenciados universitarios trabajando por debajo de su capacitación. Pero la universidad te da más posibilidades de emplearte, y siempre merece la pena porque te abre muchos campos, te forma, te mete en el mundo del conocimiento…

    La universidad proporciona oportunidades a quien las quiere coger. Hay una parte de la universidad que yo añoro, esa universidad inquieta, de inquietud política, cultural, de preocupación por los problemas de su tiempo, los debates, la discusión… Todo eso se ha perdido un poco.

    -¿Cree que es un problema de los universitarios
    o de la sociedad en general?

    -Es un problema de toda la sociedad, no se puede responsabilizar a los jóvenes porque cuando hay causas justas por las que movilizarse, el estudiante se moviliza, pero falta una ebullición mayor en los pasillos de la universidad.

    Echo en falta una universidad más en tensión, más dinámica. Aunque tiene también cosas positivas, yo mesiento muy a gusto con mis enseñanzas, con volver a dar clase después de tres años.

    Las clases son comprometidas, y hay que sumar las obligaciones de rector, a mí me da miedo fallar porque
    para mí las clases son sagradas.

    -La UCM es la universidad más grande de España. ¿Pesa gobernarla?

    -Mucho, mucho, no por el número de alumnos, es que más alumnos te requiere más edificios, más profesores, más PAS… todo se multiplica.

    La Universidad Complutense de Madrid es muy desigual, hay asignaturas que apenas tienen alumnos y otras masificadas.

    Además, está el problema de las infraestructuras, algunas antiguas y envejecidas. Estos cuatro años tenemos un contrato programa con la Comunidad de Madrid, que nos da más dinero para inversiones, más de treinta millones de euros anuales.

    - ¿Cree que su imagen de cercanía con los alumnos puede haberse traducido en un exceso de confianza, una mayor permisividad para con esta universidad?

    -Yo procuro ser tolerante, trato de arreglar los conflictos por la vía del diálogo, pero a veces hay grupos poco dados a ceder, por ejemplo en la acampada por la vivienda me dijeron que se quedaban hasta las elecciones, después
    los de la Plataforma por la Vivienda Digna se fueron, hubo una minoría que se quedó, luego vino un activista que llevó allí a sintecho, y lo que empezó siendo una reivindicación se convirtió en un sitio para dormir...

    -Quiere mejorar la docencia. Profesor, ¿cómo definiría usted a un buen profesor?

    -Un buen profesor ha de estar al día de su materia, preparado, tener capacidad de explicar las cosas bien, de comunicar, y ha de hacer que el alumno piense, reflexione, que no se limite a tomar apuntes. Que enseñe a razonar
    y que tenga ilusión, porque el alumno percibe a un profesor sin ilusión… y viceversa.

    -¿Cómo anda la UCM de buenos profesores?

    -Tenemos buen bagaje de buenos profesores, pero últimamente la docencia ha sufrido un deterioro: hemos tenido que afrontar a muchos estudiantes lo que nos ha hecho caer en cierta inercia, explicar y poner exámenes, hemos caído en ese vicio horroroso de los apuntes.

    Otra cuestión que ha redundado en el deterioro de la docencia es que no está valorada, hay una obsesión por conseguir sexenios de investigación y publicar en revistas y el profesor se dedica más a eso –que le va a permitir conseguir una plaza fija–, que a dar bien las clases.

    -¿Qué planes de futuro tiene después del Rectorado. ¿Le vamos a ver en algún mitin político o va a volver a las aulas?

    -No tengo problemas. Me gusta mucho la docencia, leer, estudiar, publicar… En la vida soy muy feliz con las pequeñas cosas, no tengo ambiciones de cargos, ni de figurar, ni de salir en los medios de comunicación, precisamente por eso tengo cargos, me vienen dados.

    Lo que sí tengo es un compromiso con la izquierda, con mis ideas y valores y si me piden algo, me lo pienso. Confieso que la política que hay ahora en España no me gusta, no me gustaría ahora militar en ningún partido.

    Es política de bajo nivel, pero si llegado el momento me ofrecen algo, me lo pensaré. Pero cuando deje el Rectorado lo que más me gustaría sería quedarme en casa.

    - ¿Cómo se imagina dentro de 20 años la UCM, qué es loque va a echarmás demenos?

    -La UCM está dando ya importantes saltos cualitativos en investigación, creo que sería bueno hacer esfuerzos en la docencia, y que sea una universidad moderna, dinámica, que no quede esa imagen de universidad antigua, poco ágil, difícil de mover.

    Hay que seguir mejorando la imagen de la Complutense, me gustaría que dejara un legado de universidad de prestigio internacional, con buenas instalaciones, buen profesorado.

    Dentro de 20 años no sé dónde estaré pero no creo que la eche de menos, en mi vida hay muchas opciones, no sólo una, así que no me preocupa nada dejar de ser rector.

    Mientras pueda leer y tenga cabeza para ello mi problema estará resuelto.