El Parque Lumpini en Bangkok
Turismo y Viajes
Después de patear con profusión y dedicación las sinuosas y siempre caóticas calles de Bangkok (disparando mi cámara a todo lo que se movía) mi vista centró su atención es un espacio verde que se alzaba al fondo de una espaciosa avenida. Mis pies doloridos me suplicaron fervorosamente una pausa en su caminar y, aunque, por un momento, pensé en proclamarme en rebeldía y seguir devorando paisajes urbanos, finalmente, mi sensatez ganó la partida y me dirigí hacia el Parque Lumpini.
El rey Rama VI cedió en los años veinte del siglo pasado más de 50 hectáreas de terreno de propiedad real para la construcción de este espacio público. Estoy seguro de que los actuales ciudadanos de Bangkok se sienten tremendamente agradecidos a su antiguo monarca por la fantástica idea que tuvo. Hoy día, el Parque Lumpini es a Bangkok lo que el Retiro es a Madrid o Central Park es a Nueva York. Es decir, un pulmón por el que respira la bulliciosa y electrizante ciudad de los ángeles.
Me compré un refresco, me senté en un banco y empecé a asimilar el conjunto de estímulos y sensaciones que acababa de recibir (en vena) de Bangkok. Al cabo de unos minutos me sentía relajado y dispuesto a seguir desentrañando la enrevesada tela de araña de la urbe asiática (la que podríamos bautizar como capital del sudeste asiático).
De modo que, si vais a Bangkok, dos consejos: Uno, patear la ciudad de arriba abajo. Dos, cuando os canséis, ir a descansar al Parque Lumpini.
Por Javier Castaño, autor del blog www.elhombrequeviaja.com