Turismo y Viajes

Reikiavik, la capital desconocida



    Si estás cansado de las típicas vacaciones de siempre y quieres vivir una experiencia diferente, visita Islandia. Su capital, Reikiavik, es de las menos conocidas de Europa.

    Una gran desconocida que, sin embargo, tiene mucho que ofrecer. Rodeada de una increíble naturaleza y poseedora de gran belleza y singularidad. Reikiavik es una tierra viva, que aún no ha terminado de formarse, como pone de manifiesto su alta actividad geotérmica y sus volcanes en constante ebullición.

    La ciudad está situada al sudoeste del golfo de Faxaflói, un paisaje rodeado de mar y montaña, con un clima oceánico y una temperatura media anual que ronda los 12 ºC. Es la urbe más septentrional del mundo, con tan sólo 180.000 habitantes.

    Su nombre, Reikiavik, significa "bahía humeante" y es debido a que es una zona donde abundan los géiser, un tipo de fuente natural que periódicamente expulsa agua caliente a una gran presión, todo un espectáculo que con generosidad brinda la naturaleza y que podemos disfrutar en muy pocas partes del mundo.

    La historia de la capital islandesa es relativamente reciente, aunque data del año 874, cuando llegó su primer colono. Pero no es hasta el S. XVI cuando empieza a ser relevante, gracias al empuje del comercio.

    Una ciudad unida a la naturaleza

    Al pasear por sus calles no podemos dejar de fijarnos en sus edificaciones, la mayoría son casas bajas y de vivos colores, algunas de ellas muestran una exquisita y cuidada decoración floral, que parece haber sido sacada de algún cuento infantil. Si algo llama la atención de esta ciudad es que no posee grandes monumentos, ni tampoco tiene un centro histórico tradicional, sino que su mayor tesoro es el entorno natural en el que se encuentra y se integra.

    Cuenta, no obstante, con algunas edificaciones que se han convertido en emblema de la ciudad, es el caso del edificio futurista de Perlan, el nuevo Palacio de Congresos y Conciertos, el Harpa, o la iglesia más grande de Islandia, Hallgrímskirkja, que debido a su gran altitud nos permite disfrutar de unas magníficas vistas de todo el paisaje. Recomendamos la visita a la Torre de la Paz (Imagine Peace) que inauguró Yoko Ono en 2007.

    Reikiavik es un enclave idílico para dar paseos en bicicleta los días soleados, coger un barco hasta la isla de Vioey, o pegarse un buen baño en la playa de Nauthólsuik, geotérmicamente calentada, que cuenta con bandera azul casi todo el año y cuyas aguas rondan los 20 ºC casi permanentemente.

    Sorprende su aire tan limpio y puro. En los días buenos se puede ver a lo lejos el glaciar Snafellsness, que está a unas tres horas de distancia en coche. Reikiavik figura entre las 15 ciudades más verdes del mundo desde 2008 y se encuentra, junto a Praga y Vitoria-Gasteiz, dentro de la lista de Ciudades Verdes Europeas desde el año 2000.

    Y hablando de naturaleza, no podemos olvidar que una de las cosas que más gusta al visitante de Islandia -sin duda, uno de sus mayores reclamos- es el avistamiento de ballenas y frailecillos, que podemos disfrutar gracias a las excursiones en barco que se realizan de abril a octubre.

    Su lado cultural

    Es, además, una capital cosmopolita y moderna, volcada en la actividad cultural. Cuenta con infinidad de galerías de arte, museos, librerías, tiendas de música y cafés. Es frecuente tropezarse con conciertos improvisados en plena calle o encontrar recitales literarios dentro de alguna tienda de libros. Entre los acontecimientos más importantes de la ciudad, se encuentran varios festivales que se celebran anualmente, como es el caso del Festival de las Artes, el Festival Internacional de cine (RIFF) y el Festival de Jazz.

    La ciudad cuenta con ofertas para todo tipo de público. Los enamorados de la moda tienen una parada obligada en las principales calles comerciales de Laugavegur y Skolavöroustígur, donde abren sus puertas infinidad de boutiques con creaciones de jóvenes diseñadores locales. Sin ninguna duda, esta área es una de las zonas más chic de la ciudad.

    Hora de comer

    Los amantes de la gastronomía también encuentran aquí su sitio, ya que Reikiavik posee un buen número de restaurantes. Nadie debería abandonar la ciudad sin probar un perrito caliente del quiosco de Baejarins beztu pylsur, sin tomar una sabrosa sopa de cigala o degustar una cena a base de pescado en cualquiera de los establecimientos de la zona portuaria. Estos locales tienen también como atractivo su ubicación: antiguos almacenes donde se guardaban los barcos y las redes de los pescadores.

    Se puede volar a Reikiavik con Icelandair, a los mejores precios. Ida y vuelta desde Alicante a partir de 478 euros, con vuelos diarios. Esta compañía también ofrece salidas desde Madrid y Barcelona.