Turismo y Viajes

Brujas, rincones de cuento



    Pocos son los destinos que quedan grabados en nuestra retina para siempre, tan pocos que se podrían contar con los dedos de la mano. Brujas es, sin duda, uno de ellos, rebosando magia y belleza a raudales.

    Brujas, como todo lo bueno, es breve. Su reducido tamaño invita a recorrerla a pie, a lo sumo en bicicleta, vehículo estrella de esta coqueta ciudad. Conocida como la 'Venecia del Norte', llama la atención por ser una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa.

    Lo mejor para conocer la ciudad belga es partir de la famosa plaza Mark, inmersa siempre en un ir y venir de gente. Se halla presidida por el Campanario del Hallen, antiguo mercado de tejidos. Con su altísima Torre Belfort, es el edificio más visitado de Brujas, desde cuya cima se obtienen impresionantes panorámicas de la ciudad.

    Siguiendo Breidelstraat, una callecita con interesantes tiendas de chocolates, se llega al Burg, la segunda plaza principal de Brujas. Aquí encontramos edificios de bella factura como el Ayuntamiento, impresionante obra del gótico, o la Basílica de la Santa Sangre en la que se guardan gotas de la sangre de Cristo.

    Merece la pena recorrer Brujas a pie, despacito, parando en algún café de vez en cuando, entrando en sus coquetas tiendas, volviendo a parar para tomar una de las muchas cervezas belgas entre las que se puede elegir, y así continuar caminando y descubriendo cada rincón de la ciudad.

    Las calles Steenstraat, Mariastraat y Simon Stevinplein y sus aledañas conforman las principales vías comerciales de Brujas. En ellas se pueden encontrar tiendas de souvenirs, elegantes chocolaterías y las tiendas con la moda más actual. Eso sí, cierran a las 6 de la tarde.

    Ciudad con encanto

    Brujas tiene el encanto de poder ser vista desde sus canales, su punto fuerte. El famoso Dijver deja a su paso monumentos, museos y bellas casas tradicionales. Los paseos en barco duran unos 30 minutos y permiten tomar preciosas instantáneas de la ciudad.

    La oferta museística de la ciudad es sobresaliente, el Museo Groeninge acoge, entre otras cosas, una importante colección de arte flamenco. El Museo del Diamante cuenta la historia de la ciudad como principal centro del diamante en Europa antes de que Amberes le ganase el terreno. Otros dos curiosos museos atrapan la atención del viajero, uno es, claro está, el Museo del Chocolate-Choco Story, y el Museo de la Patata Frita.

    La cerveza es, sin duda, uno de los grandes atractivos de Bélgica. En Brujas podemos degustar más de cien tipos de diferentes en cualquiera de sus bares y pubs. Pero si realmente uno se considera amante de esta bebida, hay que acudir a la cervecería De Halve Maan-Straffe Hendrik (Wallpein, 26), donde se elabora la deliciosa Straffe Hendik.

    Muy cerca de aquí, dando un agradable paseo entre pequeñas calles salpicadas de restaurantes y chocolaterías, se encuentra el famosos Minnewater, conocido como 'el lago de Amor', un romántico paraje rodeado de un pintoresco parque.

    Deliciosa Brujas

    Comer en Brujas no resulta del todo barato, pero sí se puede encontrar un amplio abanico de restaurantes y bares donde darse un pequeño homenaje. Sin lugar a dudas, los mejillones son el plato estrella de su cocina. Se pueden disfrutar prácticamente en cualquier local ya sean al natural, al vino, a la cerveza o a la provenzal. Un placer que no hay que perderse.


    Más información:
    www.flandes.net