La Palma, una isla para comérsela
Cuando se habla de La Palma, la pequeña isla del archipiélago canario, se piensa automáticamente en la arena negra de sus playas, sus paisajes y sus senderos espectaculares.
Sin embargo, uno de los fuertes de la isla es su gastronomía, que se esconde entre la belleza de la naturaleza de la isla. Desde los ricos vinos tintos o blancos a las frutas naturales y la sal casera, La Palma es uno de los lugares turísticos donde la comida brilla por sí sola.
Aunque lo que más se puede encontrar son plantaciones de plátanos, no se debe olvidar las frutas como el mango, la sandía, los melones o las ciruelas. Otra de las bases de su gastronomía es el gofio, que se puede tomar escaldado, amasado o como desayuno con la leche. El mojo es uno de los manjares canarios: esta salsa está hecha a base de pimienta y dependiendo del tipo de comida que acompañe contendrá diferentes variantes.
La sal es una de las delicatesen de la región, puesto que se extrae en la propia isla con una gran calidad, sin despreciar las carnes y pescados que confeccionan los segundos platos en una exquisita carta que no deja indiferente al que la prueba. La carne de cabra o la morena frita y los alfonsiños son ya comidas predilectas que se acompañan de las famosas papas arrugadas.
El postre regional se compone de los Bienmesabe, el queso de almendra o los marquesotes, a la vez que se disfruta de vinos excelentes, valedores de la Denominación de Origen. De igual forma, las cervezas poco tienen que envidiarle a las alemanas. Los mercados y mercadillos inundan las calles de La Palma. La Recova en Santa Cruz de La Palma abre sus puertas todas las mañanas puestos repletos de verduras y frutas frescas para los visitantes y los propios de la isla.
Comer en La Palma no es solo un goce para el paladar, sino que sus insólitos rincones, veladas a la luz de la luna y las estrellas, sus vistas al mar y sus paisajes hacen del comer en la isla canaria una experiencia única que cada vez más gente quiere experimentar.