Transportes y Turismo
Aoshima, la isla japonesa de los gatos recupera su población felina: 24 gatos por persona
- En la pequeña isla viven unos 120 gatos y solo cinco personas de avanzada edad
- Una plaga de ratones propició que se llevaran gatos a la isla y comenzaron a reproducirse sin control
- La población gatuna de redujo a apenas 30 animales hace cinco años, pero se ha recuperado
Luis M. García
Se llama isla de Aoshima, aunque es más conocida como la Isla de los Gatos. Se encuentra al sur de Japón, en la prefectura de Miyazaki, y recibe habitualmente la visita de turistas entusiastas de los gatos que pasan un rato con los felinos, les alimentan y les dan cariño, si es que a ellos les apetece, claro.
La isla de Aoshima, un pequeño enclave de pescadores de apenas 4,4 hectáreas y una altura media de 6 metros sobre el nivel del mar, tiene más habitantes felinos que humanos. Muchos más. Su población actual es de unos 120 gatos, mientras que la humana, que era hasta hace un lustro de 6 personas, se ha reducido a 5, según confirmó The New York Times el 10 de mayo de 2023. Así, la proporción de mininos por persona queda redonda: 24 gatos por cada humano.
No siempre fue así. En 1945, tras la derrota de Japón en la II Guerra Mundial, la isla tenía una población de unos 900 habitantes, pero comenzó a reducirse rápidamente a medida que se agotaban los bancos de pesca y se minimizaba la actividad pesquera. Los habitantes de Aoshima empezaron a desplazarse a otras localidades cercanas, sobre todo a Nagahama, y en 2015 Aoshima ya solo tenía 20 habitantes.
Los cinco que viven ahora en la isla tienen en el turismo su principal fuente de ingresos, y eso que en la isla no hay hoteles ni bares ni tiendas ni nada más que gatos campando a sus anchas por las calles y por donde les da la gana. Los escasos moradores de la isla están todos jubilados. Su media de edad supera los 75 años y están ahora más centrados en el turismo que en la actividad pesquera, que se si se mantiene en la zona es únicamente bajo mínimos.
Los habitantes de Aoshima proceden todos de familias de pescadores y, al parecer, fueron otros pescadores quienes propiciaron que la isla se llenara de gatos. Varios felinos fueron llevados hasta el lugar para combatir una plaga de ratones y se reprodujeron sin control hasta superar incluso los dos centenares de ejemplares en algunos momentos. En todo caso, la población media de gatos suele estar entre 120 y 130 mininos.
El gran atractivo de Aoshima son los gatos, aunque hay otro: el Jardín Botánico Subtropical de Aoshima, que dispone de una importante colección de plantas e igualmente procura ingresos a la isla. El paraje se oferta en las agencias de viajes como otro de los sitios imprescindibles, aunque los turistas van mayoritariamente por los gatos.
Turismo sin infraestructura turística
Aoshima es una isla pesquera que ha acabado convirtiéndose en una isla turística, aunque carece de cualquier infraestructura turística. Solo hay algunas casas, la mayoría deshabitadas e incluso abandonadas, además del citado Jardín Botánico Subtropical, cuya responsabilidad es de los moradores.
La población felina rondaba la media de 120-130 gatos entre 2015 y 2018, pero ese último año comenzó a dispararse. Las autoridades tomaron entonces la decisión de que todos los gatos fueran esterilizados para reducir su población debido a la disminución del número de personas. Así, de febrero a octubre de 2018, un total de 210 gatos habían sido castrados. Solo se libraron una decena, que fueron escondidos por uno de los habitantes de la isla contrario a la esterilización.
Un año después, en 2019, ocurrió todo lo contrario y Aoshima corrió serio riesgo de perder por completo a su población gatuna, ya que por causas desconocidas comenzaron a morir gatos y la mayoría de los que había estaban esterilizados. El número de animales se redujo a apenas 30 ejemplares, pero ha ido recuperándose y vuelve a rondar en la actualidad los 120 que, con solo cinco habitantes, dan esa proporción actual de 24 felinos por persona, aunque ha llegado a ser de hasta 36 gatos por humano.
Los gatos de Aoshima no son domésticos, ya que viven libremente en todos los rincones de la isla, pero están acostumbrados al trato con los turistas y la mayoría de ellos son sociables. Además, son gatos que carecen de estrés y su mayor preocupación pasa por no comer demasiado.
Comida más que de sobra
Aunque Aoshima está comunicada con Nagahama por un puente, para llegar hasta la isla lo habitual es tomar un ferry en la propia ciudad de Nagahama, viajar apenas 20 minutos y desplazarse hasta allí preparado, puesto que no encontrarás ni siquiera un puesto donde te vendan una botella de agua. Salvo unos baños públicos, no hay nada más que gatos.
Las autoridades niponas recomiendan a quienes visitan Aoshima que tengan precauciones con la higiene, ya que los gatos de la isla no están sometidos a un control veterinario, salvo en ocasiones muy concretas, y pueden transmitir enfermedades parasitarias, aunque tampoco es lo habitual.
Japón es un país donde gustan mucho los gatos y por eso los de Aoshima son alimentados con productos procedentes de donaciones que llegan de todos los rincones del país. A los gatos de Aoshima se les ve hermosos y lustrosos, por no decir que incluso están gorditos.
Y es que la isla recibe tanta comida para ellos que sobra ampliamente y hasta se han llegado a producir colapsos de alimentos, razón por la cual las autoridades tuvieron que pedir que no se enviara más comida porque los cinco lugareños no sabían qué hacer con ella.
La idea de las donaciones surgió hace unos años a consecuencia de las malas condiciones climátológicas, que propiciaron que las embarcaciones no pudieran llegar hasta la isla con alimento para los gatos. Fue entonces cuando desde Aoshima se hizo un llamamamiento a la población para que mandara productos alimenticios. Pero las expectativas superaron todas las previsiones.
Literalmente, en la isla no había espacio para almacenar tanta comida de gato. Además, los turistas que viajan hasta el lugar lo hacen provistos de muchos alimentos para los felinos y los gatos también ponen de su parte, ya que acostumbran a cazar su propio pescado fresco.