Cómo convivir con el fin de la igualdad en Internet
Antonio Lorenzo
Imagínense esta situación: Un cliente de Burger King pide una hamburguesa en un establecimiento semi vacío, pero el dependiente le conmina a que aguarde casi dos horas hasta que llegue su turno, asignado con el número 94. El desconcierto y las palabras gruesas hacen acto de presencia cuando irrumpe otra persona, que encarga y recibe al instante su hamburguesa, pero con un precio disparatado, casi diez veces más elevado que el convencional. Poco más o menos, esta escena forma parte de un vídeo que se ha hecho viral en los Estados Unidos y que pretende representar el impacto del fin de la neutralidad de la Red en aquel país desde esta semana. Así es. Quién quiera disfrutar de sus aplicaciones y servicios online como hasta ahora deberá pagar a las telecos que gestionan el tráfico online.
Esa situación marca un hito en la historia reciente de Internet. De hecho, lo que hasta el pasado 23 de abril era un espacio de igualdad de trato para todos los jugadores, desde aquel lunes negro amenaza con convertirse en un territorio repleto de trabas y privilegios, al arbitrio de los dueños de las redes. La mayoría de las miradas apuntan a AT&T, Verizon y Comcast, los principales operadores de telecomunicaciones de Estados Unidos, grandes instigadores de un cambio normativo ejecutado por la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones).
¿Afectará ahora a Europa?
Una cosa es la teoría y otra la práctica. En la teoría, el fin de la neutralidad de la Red impuestos en los Estados Unidos no salpica a Europa. Al menos por ahora. De ello se encarga la Comisión Europea, convencida de que el derecho al acceso a un Internet libre e igualitario es uno de los grandes activos de los ciudadanos comunitarios. El comisario Andrus Ansip, responsable del Mercado Único Digital, dejó muy claro el pasado febrero, durante el Mobile World Congress de Barcelona, que el Viejo Continente eludiría la corriente de opinión impuesta por Donald Trump en los Estados Unidos. Según Ansip, "la Red continuará siendo una plataforma abierta, como lo ha sido desde el principio de sus días", por lo que los operadores de telecomunicaciones deberán preservar la igualdad de trato para todos los datos, vengan de donde vengan. La única excepción posible para todo lo anterior es el terrorismo. Es decir, sólo en defensa de la seguridad se puede discriminar un paquete de datos de otro, algo asumido por todos los Estados miembros.
¿Qué pasará a medio plazo?
A medio o largo plazo, la teoría anteriormente descrita de rechazo europeo a la intervención de Internet puede darse la vuelta como un calcetín. Europa está acostumbrada a tomar prestada de EEUU todo tipo de tendencias y modos de conducta. Podría ocurrir lo mismo en el caso de la neutralidad de la Red si las grandes compañías de telecomunicaciones unen sus discursos para proponer incentivos a la inversión en redes. No parece que la intención de las telecos apunten hacia el fin de la igualdad en Internet, pero el paso al frente de los operadores estadounidenses abren el camino para aquellas empresas que pretendan seguir sus pasos.
¿Qué pueden temer los usuarios?
Los internautas estadounidenses pueden hacerse a la idea de que los servicios online se encarecerán según proliferen las diferencias de trato en la Red. Así, los jugadores online deberán establecer acuerdos con las telecos para preservar la calidad de sus servicios, siempre directamente proporcional a la velocidad de las conexiones. Resulta fácil imaginar que aquellas compañías online que contribuyan al mantenimiento de las inversiones disfrutarán de conexiones súper veloces... y el sobrecoste de estos servicios terminará repercutiéndose sobre los usuarios. Por el contrario, aquellas compañías online que miren hacia otra parte y no pasen por la taquilla de los dueños de las redes, sufrirán problemas de calidad de Red en sus servicios. En poco tiempo, los internautas comprenderán que las conexiones ralentizadas no responden a un fallo de sus líneas sino a cuestiones económicas de sus proveedores de contenidos.
¿Hay vuelta atrás?
Sí. Existe un resquicio para que la normativa que deroga la neutralidad de la Red quede en papel mojado. La gran batalla se dirimirá en los próximos días en el Congreso de los Estados Unidos. Los republicanos hacen piña para restaurar las antiguas reglas de Internet a través de la denominada Ley de Revisión del Congreso (CRA, por sus siglas en inglés) y sólo necesitan convencer a un representante de las filas demócratas para que cambie el signo de su voto y se enfrente al resto de su grupo. Es difícil pero no imposible. La caza del arrepentido comenzó el pasado diciembre y aún queda tiempo para obrar el milagro. La distribución de las fuerzas es la siguiente: Por un lado existen 49 senadores republicanos partidarios de impedir la decisión de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), a lo que se suma la senadora Susan Collins, de Maine, de las filas demócratas. En total, 50 miembros. Y, enfrente, se encuentran 51 senadores republicanos dispuestos a lo contrario. De lo anterior se desprende que toda la suerte de la decisión estará en manos de un único senador, y el plazo máximo para que alguno cambie de opinión ronda los 50 días legislativos. Pero incluyendo en el caso de los defensores de la neutralidad que lograran las adhesiones necesarias, también se requerirá que Trump firme la Ley de Revisión, lo que por ahora se antoja muy complicado.
¿Será pasto de tribunales?
Sin duda. La lucha en defensa de la igualdad de Internet generará una aluvión de demandas en decenas de cortes de justicia en los Estados Unidos. De esa forma, presentar la apelación contra la FCC en una corte federal o en otra puede cambiar el signo del resultado. Unos jueces son manifiestamente partidarios de las doctrinas de los jugadores online y otros de los operadores de telecomunicaciones. Ante esa tesitura, los abogados asumen que el lugar en el que se celebrará el litigio se decidirá a través de sorteo entre los tribunales que han tramitado alguna de las demandas. Viene a ser como echar una moneda al aire.
¿Por qué las grandes 'telecos' se lanzan a comprar contenidos?
AT&T está pendiente de recibir el permiso de Trump para comprar Time Warner, holding propietario a su vez de Time Warner, CNN, HBO, TNT, Cartoon Network y los estudios Warner Bros. Por su parte, Verizon ha comprado Yahoo y AOL. Comcast es dueño de NBC, Universal y de los estudios de cine DreamWorks Animation. Los anteriores proveedores de contenidos disfrutarán de una calidad de conexión garantizada por sus respectivos propios grupos, todos ellos propietarios de redes. Frente a los anteriores competirán otras compañías de Internet huérfanas de operadores de telecos, como HBO, Netflix, Amazon o YouTube. Por el contrario, Disney cojeará en ese futuro escenario competitivo pese a contar con los estudios Pixar, Marvel, Lucasfilm y Disney Animation, además de las cadenas ABC y ESPN. En su caso, para asegurarse una buena conexión, deberá encarecer sus servicios.