Internet
La semana que me fui de Facebook (2 de 2)
Marqué 'Esto es temporal. Volveré' y me sentí un poquito más Schwarzenegger. Seguidamente, borré las aplicaciones en el móvil y el 'tablet'; y también los accesos directos de la barra de marcadores de Chrome y Firefox. Quizá esto era innecesario pero también borro el número y toda posible forma de contacto con una moza cuando esta pasa de mí, por aquello de evitar tentaciones. "Quien evita la sensación, evita el peligro", que decía mi abuela. Eso ya cada uno.
Y así fue como el 11 de mayo amanecí con el despertador sonando en el móvil que cogí y desactivé... Sin abrir Facebook. También llegué al trabajo, abrí el programa de correo y los navegadores... Sin abrir Facebook. Y fue raro; para qué nos vamos a engañar: fue muy raro. Como decía el doctor Iglesias Puga, aka papá de Julio Iglesias, aka Papuchi: fue raroraroraroraro....
Mi buen amigo Miguel Martorell, poeta y pensador, dijo recientemente sobre el amor en una entrevista a propósito de su ópera prima 'Autócratas' que "al compartirlo con otra persona, lo que hace es convertirte a ti en dos personas a la vez. Piensas por dos personas, y, cuando te ves solo, te desprendes de una parte y te das cuenta de que lo que queda es tu 'yo' al desnudo y también un 'yo' construido sobre la otra persona".
Quizá no sea tan así, evidentemente, pero el uso que realizamos de Facebook me parece similar a una relación. Nos acostumbramos a su olor y su sabor diario, a su compañía, a su apoyo y a su indiferencia. Al arrancarlo de nuestra vida, como cuando nos desprendemos de una pareja, hay que saber convivir sin él. La cuestión es que expulsar a Facebook, claro (porque sino ya estaría ingresado de motu propio en un sanatorio mental), resultó mucho más sencillo de lo que -sinceramente- pensaba que sería.
A los dos días de colgar el 'cerrado por vacaciones' en la red social, ya no pensaba casi nunca en echar un vistazo, ni en los primeros minutos de la mañana; es más, como yo no compartía nada en Facebook, como no esperaba respuesta de nadie, ese sentimiento solo surgía cuando había alguna cosa que sabía que me estaba perdiendo por no tener mi perfil. Lo que me lleva al siguiente punto.
DE REPENTE, TODO POR FACEBOOK.
"Lo primero que he puesto al ver 'Piratas del Caribe en Mareas Misteriosas' es que es al cine lo que la tortilla envasada a la cocina tradicional. Bueno claro, pero tú no lo habrás visto porque como ya no tienes Facebook...", me dijo con cierta sorna mi amigo Israel Arias el mismo día (lunes, 16 de mayo) en que vio la película para elaborar la consecuente crítica. Y es solo un ejemplo de los detalles de la vida de tus amigos que ellos quieren compartir contigo y que te estás perdiendo, lamentablemente, por no tener Facebook.
También me ocurrió que a un amigo le hicieron una entrevista radiofónica, la editó en un vídeo y lo subió a Facebook... Y, por supuesto, yo no lo vi. De hecho, me lo contó y no tenía forma de ver dicho vídeo si no era en su perfil, pues no lo había compartido en ningún otro sitio. También durante esa semana, una amiga iba a celebrar su cumpleaños, lo convocó por Facebook y me enteré por otras vías del evento (de hecho, porque ella me preguntó extrañada si la había eliminado de la red social, a través de Whatsapp).
Durante este tiempo, también he visto cercenada mi habitual forma de comunicación con los colaboradores de Portaltic y recurrir a otras igual de efectivas como el mail o las llamadas de teléfono. Claro que viene a tener el mismo resultado pero mentiría si no dijera que me ha resultado algo más incómodo. Los demás seguían mirando Facebook constantemente, más que el mail en ocasiones, y los mensajes privados no son intrusivos como ocurre con las llamadas en horario laboral, que pueden interrumpir una reunión o no encontrar yo el momento y el tiempo para hacerlas. Ha resultado más incómodo.
En este sentido, he reconocer que he percibido cierto aumento en el uso de otras herramientas digitales por no tener Facebook, como de las mencionadas llamadas y mails y también de Twitter o Whatsapp. Los amigos, ante la imposibilidad de poder contactarme por Facebook o sencillamente no verme, me han escrito por esas vías. Eso sí, de SMS ni 'flowers'. Lo cierto, Short Message System, es que nadie te echa de menos... Asúmelo.
Por último, en este corto periodo de tiempo también pude comprobar el impacto que tiene Facebook en lo que ocupa la mayoría de las horas de mi día entre el lunes y el viernes: trabajar. Suelo tener abierto Facebook casi todo el día en la redacción; está ahí, abierto, como Twitter, como las portadas de tecnología de los principales medios, las páginas especializadas más importantes, como están conectadas la radio o la televisión. Me preguntaba si tenerlo abierto era negativo para mi productividad.
La respuesta ha resultado ser no. Al menos para un periodista que escribe para una web -y abonados de una agencia como es Europa Press-. Con el uso que yo le doy, no hace que produzca más. De hecho, tenía la sensación constante de poder esta dejando pasar historias interesantes, ya que muchas veces descubro noticiad gracias a los enlaces que comparten amigos y/o compañeros de trabajo en la red social. No me cabe la menor duda: Facebook se ha convertido para mí en un medio de información más y no solo en una herramienta de comunicación. En cuanto al tiempo que me roba, podría ser equiparable al que invierto de cuando en cuando al girarme para comentar una noticia con un compañero de redacción. Poco tiempo y, muchas veces, bien invertido.
LISTO PARA VOLVER.
Tras unos días sin Facebook, pocos, es cierto, no encontré motivos negativos por los cuales no tenerlo o que me hagan pensar que estaría mejor sin él.
Lo que me ha hecho es darme cuenta de verdad, de forma prácticamente tangible, de que se ha creado una cercanía constante entre mí y mis contactos/amigos que se diluye al no estar en Facebook. Un nuevo vínculo. No estar en Facebook me hacía sentirme aislado de mis amigos. Es cierto que puedo comunicarme, y de hecho así lo hago y lo hacía durante el tiempo sin Facebook, por otras vías. Sin embargo, la gente se ha, nos hemos, acostumbrado a compartir ciertas cosas a través de Facebook que da, damos, por hecho que los que nos rodean van a recibir a través de esta vía. Por ejemplo, me resulta imposible pensar cómo habría sabido del impacto entre los que mes rodean de la #spanishrevolution, quizá el motivo que más precipitó mi temprano regreso, estando fuera de Facebook.
Resulta extraño reconocer que en tan poco tiempo, la red social se ha integrado tanto en nuestra vida, que prescindir de ella ya es como no tener móvil o decir "sí, voy a seguir en contacto con mis amigos pero no voy a salir de casa". Podrías seguir llevando un vida social, sí, pero te estarías perdiendo una parte de tu círculo.
Está bien, Mark Zuckerber, tú ganas. Me quedo en tu feudo.