Sociedad

El escándalo de los concursos de felaciones: las rendijas legales para punir a los locales de ocio

    Captura de pantalla del vídeo difundido del concurso de felaciones en un local de Magaluf.


    Un vídeo que corrió como la pólvora a través de una popular aplicación de telefonía móvil, hasta llegar a los medios de comunicación, levantó la liebre de la penúltima práctica de juerga mallorquina: concursos de felaciones en bares donde las mujeres compiten por realizar el mayor número de las mismas en un tiempo estipulado para ganar barra libre el resto de sus vacaciones. Pero, la gran pregunta es, ¿hay delito en esta actividad si es consentida?

    En esta ocasión, las imágenes, publicadas por El Diario de Mallorca, superan todo lo que pueda ser escrito. En el vídeo se aprecia con claridad la veloz carrera de una joven rubia, que va animando a los hombres a que la 'ayuden' a acometer su gesta. Una fila de hombres espera a que llegue su turno, y la joven les despacha con rapidez para continuar engrosando el número de felaciones.

    Informan los medios mallorquines que no se trata de un caso aislado. Al parecer, varios locales de la zona de Magaluf, en el municipio mallorquín de Calvià, muy frecuentado por turistas alemanes y británicos, ya se han sumado a esta actividad de ocio nocturno, y hasta lo han bautizado con el internacional nombre de mamading. Su popularidad se está extendiendo, y también se ha tenido constancia de un caso reciente en Barcelona, en el local The Black Room.

    Las autoridades, escandalizadas

    La respuesta no se ha hecho esperar, y asociaciones de comerciantes y empresarios de estas zonas, al alimón con las autoridades políticas y representantes del Instituto de la Mujer han clamado contra estos concursos, a los que tachan de "denigrantes para la mujer" e "ilegales", y altamente perjudiciales para la imagen de Mallorca como destino turístico.

    A los empresarios y políticos no les faltan razones para la alarma: el famoso balconing -turistas que se lanzan desde las terrazas de los hoteles a las piscinas con resultados fatales- y el exacerbado consumo de drogas como modelo de ocio llevan pasando factura a la isla en los últimos años.

    El Gobierno balear ha dejado claro que se está ofreciendo una "imagen vejatoria de la mujer y de Mallorca" con estas iniciativas, a las que tacha de "vergüenza intolerable", y ha anunciado que hará frente común con las diferentes Administraciones para frenar a los locales.

    El Instituto de la Mujer, tras condenar lo sucedido, se ha pronunciado en términos parecidos, y ha ido más lejos, al trasladar a la Fiscalía información sobre estos concursos para que se estudie si los establecimientos han incurrido en algún delito.

    La cuestión: ¿cometen los locales algún delito?

    Y en este punto se abre la gran discusión. ¿Existe algún delito en el Código Penal que corresponda sin ambigüedad al espectáculo que se está viviendo en el ocio nocturno de algunas ciudades costeras españolas?

    Fuentes de la Magistratura consultadas por EcoDiario.es han explicado que las sucesivas reformas del Código Penal han ido encaminadas a primar la libertad individual de las personas en lo que respecta a los actos de cualquier naturaleza consentidos entre adultos, como es el caso de un concurso de felaciones en el que las mujeres participan por voluntad propia.

    El delito ya extinto de escándalo público que describía el antiguo Código Penal en su artículo 431 dejaba abierta la posibilidad de reproche penal a actos muy heterogéneos, ya que establecía que este tipo delictivo era "el que de cualquier modo ofendiera el pudor y buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascendencia". En los años 80, en una de las múltiples modificaciones que experimentó el texto, se limitó a si estas acciones se realizaban en la presencia de menores de 16 años.

    ¿Había menores en el local?

    El nuevo Código Penal, del año 1995, acota mucho más las condiciones en las que un hecho de esta naturaleza podría ser punible, y pasa a ser conocido como delito de exhibicionismo y provocación sexual y descrito en el artículo 185. El cambio está relacionado con una nueva moral sexual, en la que solo se castigan situaciones muy concretas para proteger a menores de edad. Así, el delito hace referencia "al que ejecutare o hiciere ejecutar a otra persona actos de exhibición obscena ante menores de edad o incapaces".

    Solo si en el local en el que se realizó el concurso de felaciones se prueba que hubo menores de edad, podría haber incurrido en comportamiento delictivo el responsable del establecimiento.

    Los delitos que implican un atentado contra la dignidad o la integridad moral de las personas, descritos en el artículo 173, implican una coacción por parte de un sujeto hacia otro, por lo que no podría ser aplicable ya que las mujeres participan en estos concursos sin coacción alguna.

    Sexo a cambio de consumiciones

    La otra opción de argumento legal para llevar a los tribunales a los organizadores de estas iniciativas habría que buscarla en el delito de explotación de la prostitución. Esta práctica no está descrita ni es reprochada penalmente en el actual Código Penal, pero sí su inducción, es decir, su promoción y organización, ya sea con el consentimiento o no de las personas que practican la actividad sexual, tal y como describe el artículo 188.

    Pese a carecer de descripción legal la prostitución, se entiende como intercambio de una actividad sexual por dinero o bienes, lo que podría ser argumentado en el concurso de felaciones de los locales de Magaluf, donde las mujeres realizan actividades sexuales para conseguir un rédito económico, en este caso, bebidas gratis en el establecimiento.

    Que sea una acción consentida, como es el caso, y no coaccionada, no es un factor relevante para que el hecho sea descrito como prostitución, de tal manera que los organizadores del concurso podrían ser señalados como inductores de la misma, y por tanto, tener responsabilidad penal.

    Nuevos tiempos, nueva moral

    Los servicios jurídicos de los distintos entes públicos y privados que han dado la señal de alarma alrededor de esta controversia se encuentran trabajando a todo gas para hallar las rendijas legales con las que poder frenar -y castigar- esta 'idea feliz' de los promotores de la fiesta nocturna.

    Los nuevos tiempos, con su nueva moral y educación, siempre parecen andar más rápido que las situaciones descritas en los cada vez más polvorientos textos legales, lo que demuestra que esta no será la última gran idea escandalosa pergeñada por empresarios sin ética que buscan hacer caja.

    Recordemos que operaciones de pecho o sexo con una camarera han sido otros de los premios anunciados en discotecas españolas que idearon concursos atrevidos para llenar sus pistas de baile. Todas estas iniciativas, siempre marcadas por el mismo hierro: la utilización denigrante y vejatoria de la imagen de la mujer. Y por la certidumbre de que el siguiente nuevo escándalo nos pillará a la vuelta de la esquina.