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Flyboard, el negocio de volar a 12 metros sobre el agua
elEconomista.es
Este de 2015 está siendo el verano del 'Flyboard', un fenómeno que arrasa en las playas como nuevo deporte acuático y que se encuentra en plena expansión como negocio. Distintos expertos aseguran que la inversión que requiere para su puesta en marcha se recupera en la misma temporada. La gallina de los huevos de oro pertenece a su inventor, el francés Franky Zapata, pero en su universo hay trozo de pastel para otros muchos.
El francés Franky Zapata, corredor profesional de motos acuáticas, es el inventor del 'Flyboard', ingenio que presentó como un nuevo deporte acuático que necesita de de un mecanismo que él mismo comercializa y explota a través de su empresa, Zapata Racing.
La novedad, surgida en Marsella en 2011 y presentada en sociedad en 2012, se ha convertido en poco tiempo en una de las actividades recreativas más exitosas con las que cualquier mortal puede disfrutar en las playas, al tiempo que tiene ya hasta su propio campeonato del mundo.
Desde su lanzamiento, Zapata habría vendido más de 2.500 unidades de su 'Flyboard'. Aunque a España llegó muy pronto, el año 2015 está siendo en el que se está dando a conocer entre el gran público, algo a lo que contribuye en gran manera lo fácil que resulta iniciarse en la práctica de esta actividad -apta para personas de todas las edades a partir de 16 años-, la gran acogida que ha tenido entre celebridades de cualquier ámbito y hasta una campaña televisiva de una marca comercial que ha convertido en 'rider' a una octogenaria como reclamo para vender su producto
Cómo funciona
Para su funcionamiento el 'Flyboard' necesita de una moto de agua convencional. Estos vehículos recogen agua por la proa y, mediante una turbina, la expulsan a gran presión por la popa. Ese agua desechada es de la que se alimenta el 'Flyboard' para conseguir el 'milagro' de hacer que sus usuarios vuelen sobre el mar
A la salida de agua de la moto se le conecta una manguera de 20 metros de largo, similar a las de los bomberos, que es la encargada de trasvasar esa presión bajo una plataforma sobre la que se alza de pie el deportista. El flujo de agua se divide entre dos codos, que lanzan el agua hacia abajo, y permite así elevar a la persona.
Según Pro Flyboard, empresa española que permite disfrutar de esta experiencia en playas del Cantábrico, "todo el mundo consigue volar la primera vez. No requiere fuerza física, sino equilibrio y, sobre todo, estar cómodo jugando en el agua".
El Flyboard, además, es una actividad segura; desde Pro Flyboard presumen de no haber sufrido ningún accidente en las miles de sesiones de vuelos que han ofrecido a sus usuarios.
Negocio
El fenómeno del 'Flyboard' no es solo un negocio redondo para el fabricante, Zapata, sino que en distintos países han surgido distribuidores oficiales que, además de ofertar experiencias directas al consumidor final, surten del kit necesario para su práctica a otras empresas.
Maremoto jets & McQueens, una de esas distribuidoras, que actúa esencialmente en la costa de Levante, asegura que ?es un negocio que se amortiza y hace ganar dinero desde la primera temporada?.
Adquirir un kit completo de 'Flyboard' (tabla, manguera, codo, adaptadores y botas) viene a costar entre 4.000 y 6.000 euros. A parte hay que contar, por supuesto, con una moto acuática.
En torno al 'Flyboard' existe toda una detallada legislación que determina los requisitos que debe cumplir quien desee iniciarse en este negocio. El mundo de la publicidad y de los eventos es otro nicho de negocio de este ingenio, que 'riders' profesionales pueden manejar también en piscinas o lagos.
Cuánto cuesta un 'vuelo'
Para particulares, iniciarse en este mundo y convertirse en 'rider' puede costar en torno a los 100 euros, una sesión de 15 minutos. Sin embargo, a medida que crece la oferta, el abanico de precios aumenta, pudiéndose encontrar ofertas en portales 'online' de cupones descuento que rayan los 50 euros.
Sin embargo, es más que probable que el usuario quiera inmortalizar su vuelo mediante un reportaje profesional fotográfico o en vídeo. Tirando de cartera, todo está contemplado.