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Los océanos aportan 2,2 billones de euros anuales

  • El 70% de la riqueza depende de la buena salud del mar

Tomás Díaz

The Boston Consulting Group ha hecho el cálculo de la aportación económica global de la mar para un reciente informe de WWF y la estima, conservadoramente, en un mínimo de 2,5 trillones anglosajones de dólares al año, es decir, 2,2 billones españoles de euros.

Cómo valorar lo invaluable? ¿Cómo ponderar algo tan enorme y desconocido como lo que aportan los océanos a la economía global? La consultora The Boston Consulting Group (BCG) ha aceptado el reto y se ha atrevido a calcular el valor de mercado de los activos oceánicos y su rendimiento anual a la economía global. Su análisis forma parte del informe Reviviendo la economía del océano: la necesidad de actuar en 2015, presentado recientemente por WWF, en el que también ha colaborado el Instituto de Cambio Global de la Universidad de Queensland.

¿Y cómo se ha enfocado el trabajo? Pues aceptando las limitaciones y asumiendo que muchos intangibles quedarán fuera del cálculo, como el hecho de que las olas y las masas de agua sobre las que bailan, aportan la mitad del oxígeno que respiramos.

Una vez asumido que el cálculo estará necesariamente incompleto, se ha abordado desde una perspectiva económica clásica, centrada en el valor de los bienes y servicios producidos por las industrias directamente vinculadas a los océanos, como la pesca o el transporte marítimo, e incluyendo otros efectos susceptibles de recibir un precio de mercado, como la absorción de las emisiones de dióxido de carbono.

La cifra final, como no podía ser menos tratándose del mar, es mareante: los activos ascienden a nada menos que 21,5 billones de euros, que aportan un mínimo de 2,2 billones anuales a la economía global. Medido en términos de Producto Interior Bruto, los océanos serían la séptima economía del mundo, entre Reino Unido y Brasil.

Tres bloques generadores de valor

El análisis económico realizado por BCG identifica siete categorías diferentes, agrupadas en tres grandes bloques, en los que se han excluido actividades que se realizan en la mar, pero que no dependen de las aguas, tal que la explotación de hidrocarburos.

El primer bloque corresponde a la aportación directa de riqueza. Lo integran la pesca y la acuicultura, así como los bienes y servicios que aportan ecosistemas como los manglares, los arrecifes de coral y las praderas marinas. En total, se calcula que suman unos 6,2 billones de euros en activos.

En todas ellas hay problemas de cuantificación, empezando por las que teóricamente son más sencillas, la pesca y la acuicultura. Proveedoras de alimento básico para 3.000 millones de personas, el informe les asigna un valor de 2,6 billones de euros anuales, pero advierte que no se pueden cuantificar pequeñas pesquerías y que los países mienten a la hora de informar sobre la realidad de sus capturas, como hace Panamá o Senegal.

Mayores complicaciones hay para valorar los servicios de los ecosistemas referidos. Los manglares, por ejemplo, aportarían unos 50.900 euros por hectárea y año, sobre todo a las comunidades pobres que sobreviven gracias a ellos. Presentes en 123 países, resultan, además, muy efectivos para protegerse de los huracanes, razón principal por la que Filipinas está invirtiendo para recuperarlos.

El segundo bloque, mucho más sencillo de identificar, corresponde al transporte y al comercio marítimo, y sumaría un valor en activos de 4,6 billones de euros.

Y el tercer bloque, referido a los activos directamente relacionados con los océanos y denominados adyacentes, estaría formado por dos categorías: por un lado, la producción generada en las costas, con el turismo a la cabeza, a la que se asigna un valor de siete billones de euros, y, por otro lado, la absorción del dióxido de carbono -las aguas se tragan un tercio de todo el CO2 antropogénico-, evaluado en 3,8 billones de euros.

El 70% de la riqueza generada depende de la buena salud del mar

Los cálculos realizados para valorar la aportación económica global de los océanos indican que el 70 por ciento de la riqueza depende de la buena salud de los activos marinos, esto es, de los niveles de biomasa en los caladeros de pesca, de la capacidad de supervivencia de los ecosistemas, de la propia calidad de las aguas, etc.

El informe de WWF alerta del acelerado grado de destrucción de todos estos bienes, apunta directamente a la actividad humana como responsable y desgrana una larga relación de impactos negativos: calentamiento y acidificación de las aguas superficiales y profundas, derretimiento de los casquetes polares -en el ártico las temperaturas suben el doble de rápido que en el resto del globo-, deforestación de los manglares, desaparición del 50 por ciento de los arrecifes de coral -si no se revierte la tendencia, habrán desaparecido todos a mediados de siglo-, aparición de numerosas 'zonas muertas', con mínima presencia de oxígeno en el agua, que ya equivalen a la superficie de Italia.

Para revertir la situación, el informe incluye siete recomendaciones, de las que tres serían urgentes y, por lo tanto, de inmediata aplicación: 

- Asegurarse de que la recuperación de los océanos se incluye en la agenda del desarrollo sostenible post 2015 de la ONU, que se definirá en septiembre.

- Actuar contra el calentamiento global, máximo responsable de los problemas.

- Preservar y gestionar el 10 por ciento de las áreas marinas en 2020 y aumentar esas áreas protegidas al 30 por ciento en 2030.