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¿Misterio? Más neumáticos reciclados que fabricados
La recogida de neumáticos fuera de uso es un negocio que marcha bien; atendiendo a las cifras oficiales, incluso demasiado bien, porque se encargan del 112 por ciento de los neumáticos que los fabricantes declaran poner en el mercado.
En España hay dos Sistemas Integrados de Gestión (SIG) para recoger los neumáticos que los conductores gastan año tras año: Sistema Integrado de Gestión de Neumáticos Usados (Signus) y Tratamiento de Neumáticos Usados (TNU). El primero está dirigido únicamente por fabricantes, aglutina a 317 empresas y controla el 75 por ciento del mercado. El segundo también incluye a gestores en su órgano directivo, lo componen 162 empresas y atesora el 25 por ciento restante. El primero nació en 2007 y el segundo en 2006, ambos al amparo del Real Decreto 1619/2005, si bien las empresas que lanzaron el segundo ya se dedicaban a la gestión de los neumáticos usados con anterioridad.
Atendiendo a las cifras que facilitan, en 2013 Signus recogió 162.599 toneladas y TNU 48.673, y en ambos casos esta cifra fue un 12 por ciento mayor que el volumen de neumáticos puestos en el mercado por las empresas adheridas a los dos SIG, es decir, acopiaron más de lo que teóricamente había que acopiar. Y es algo que les lleva pasando desde el principio.
La existencia de ese desfase se explica por la mala trazabilidad actual de los neumáticos que se ponen en el mercado, puesto que hay varios canales de distribución que escapan a la actividad de ambos SIG, a lo que hay que añadir el fraude. Sirva como ejemplo que se calcula que en España hay unos 500 productores de neumáticos -fabricantes, distribuidores, desguaces?- mientras que en el vecino Portugal, donde el modelo funciona mejor, hay censados alrededor de 2.000.
Por eso no debe extrañar que la primera reclamación del sector con vistas a la revisión de su marco normativo sea incluir esos canales de distribución en los sistemas oficiales de recogida. La mayoría corresponde a la venta por Internet y a los importadores -en Portugal hay un registro y hay que inscribirse en él para vender los neumáticos-, pero también hay una parte no desdeñable que atañe a los neumáticos de segunda mano que venden los desguaces, negocios que están eximidos de la obligación de sumarse a un SIG.
Otra petición, directamente relacionada con la anterior, es el incremento de las inspecciones y sanciones de la Administración a los productores de neumáticos que, estando obligados a ello, permanecen fuera de los SIG. Su comportamiento es un fraude para los consumidores, porque al comprar un neumático ya pagamos una cantidad destinada a garantizar su correcto tratamiento; en el caso de los turismos, por cada uno abonamos entre 1,30 y 1,58 euros.
La coordinación entre los dos SIG también es un asunto pendiente, y ya lo han reclamado alguna comunidad autónoma, como Galicia. Su relación ha sido tirante desde el principio, pero se ha relajado notablemente en los últimos tiempos.
En el sector, por lo tanto, esperaban como agua de mayo que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, terminara de aprobar el nuevo Real Decreto sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos para que se abordase la normativa del resto de residuos, entre ellos el suyo, preferiblemente durante este complejo año electoral.
Los SIG potencian una nueva industria
Antes de que se aprobara el Real Decreto 1619/2005 ya había una industria de tratamiento y reciclado de neumáticos. Cuatro eran las plantas trituradoras y ocho las plantas de granulación, dedicadas a total o parcialmente a transformarlos en polvo o grano de caucho, útiles como materias primas. Disponían de sus propias redes logísticas para sus áreas de influencia, pero sólo llegaban a lugares donde el coste pudiera asumirse. Así, había muchas regiones -Galicia, Andalucía, amplias zonas de las dos castillas y las islas- en que los neumáticos se amontonaban en los vertederos, ardían cuando se juntaban demasiados y vuelta a empezar.
La creación de los SIG ha servido para establecer redes de recogida estables y mucho más amplias. Unas 100 empresas se encargan de ello, y, aunque todavía hay zonas sin servicio, la industria ha proliferado: las trituradoras han pasado a ser 11 y las plantas de granulación 14. En total, hay una capacidad de tratamiento de 400.000 toneladas anuales, que prácticamente dobla las necesidades actuales. Este exceso, y la crisis económica, han llevado al cierre a cuatro plantas de granulación en los últimos años, de las que tres ya se han desmantelado.
Combustible para las cementeras
El 11 por ciento de los neumáticos puede reutilizarse -algo delicado, porque está en juego la seguridad de la conducción-, el 46 por ciento es reciclado y adquiere nueva vida, como rellenos de césped, parques infantiles, carreteras -España es líder europeo-, piezas de caucho, etcétera, y el 42 por ciento restante se valoriza energéticamente, en incineradoras en Aragón y Baleares -por mandato legal autonómico- y, sobre todo, en las factorías de cemento.
A las cementeras les encanta usar residuos de neumático como combustible; tanto les gusta que si antes cobraban por volatilizarlos, ahora pagan por hacerlo. Utilizan el acero del neumático para el clínker y aprecian su poder calorífico y el hecho de que tengan caucho, porque la biomasa reduce las emisiones de anhídrido carbónico. Son 17 las plantas con autorización para consumirlos.
Una de las prioridades actuales de la industria es dar salida a los materiales resultantes del tratamiento y reciclado de los neumáticos en España, porque el 35 por ciento del granulado se destina a la exportación, capítulo que ha crecido muchísimo en los últimos años ante la falta de inversión pública en carreteras, parques infantiles y otras aplicaciones. Signus ha creado una Plataforma para el Fomento del Caucho Reciclado, pero reclama más apoyo de la Administración: "su apuesta continúa siendo una pieza clave para el mantenimiento y el desarrollo del sector", dice Gabriel Leal, su director general.