"A Veolia ya no le interesa ser operador de concesiones de agua en España, sólo ofrecer su tecnología"
Dentro del proceso de transformación puesto en marcha por la matriz, Veolia Water España también se ha visto obligada a cambiar la visión de su negocio en nuestro país. Un mercado que queda fuera de la zona estratégica delimitada por el grupo, pero donde aún hay espacio para la alta tecnología, un ámbito en el que la filial de Veolia quiere consolidarse como uno de los principales proveedores para los operadores públicos y privados. Para repasar este proceso de cambio y hablar de la actualidad del sector del agua nos recibe José Ángel Legaz, consejero delegado de Veolia Water en España.
En 2015 finaliza la adaptación del grupo Veolia a su nueva estrategia. ¿Qué cambios fundamentales se están acometiendo en el marco de este plan?
En 2011 la matriz sentó las bases de un proceso de transformación sobre tres objetivos principalmente. Por un lado, reducir en endeudamiento del grupo por debajo de tres veces ebitda; por otro reducir costes operativos hasta en 750 millones para 2015 y por último simplificar la estructura de la organización.
Unas metas que se están cumpliendo con creces. En 2013, de hecho, Veolia mejoró los hitos marcados por este plan. Una tendencia que permite al grupo anticipar una mejora del beneficio del grupo del 10 por ciento para 2015. Otro objetivo es reducir la presencia internacional de Veolia de 77 a 40 países.
¿Afectará a España este repliegue internacional?
España es un mercado que se considera consolidado y por lo tanto no se encuentra en zona estratégica, como pueden ser países de Latinoamérica o Asia, donde Veolia quiere reforzar su presencia. Esta realidad nos ha obligado a reorientar nuestra actividad hacia el diseño, la construcción y los servicios, de manera que la compañía en nuestro país ha dejado de estar interesada en ser operador de concesiones, descartando por lo tanto nuestra participación en cualquier licitación de este tipo que pueda surgir.
Nuestro único interés ahora en el mercado de las concesiones es el de ser proveedor de alta tecnología hidráulica y de soluciones de gestión tanto para los operadores privados como públicos.
Por ejemplo, aportando nuestro sistema inteligente para redes de distribución. Una herramienta que permite, entre otras cosas, saber en tiempo real si hay alguna fuga o si el agua ha sido manipulada en el supuesto de un ataque terrorista.
Veolia Water fue uno de los interesados en participar en el proceso de privatización del Canal de Isabel II, que finalmente se interrumpió. En el caso de que esta posibilidad volviera a estar sobre la mesa, ¿tomarían parte?
Según nuestra nueva política, no. Pero una cosa así se estudiaría en cualquier caso.
Aunque ya no estén interesados el mercado de las concesiones, ¿qué le parece lo sucedido en Cáceres, donde se ha anulado la concesión a Acciona por irregularidades en el concurso, y la batalla que ésta última mantiene con Agbar por la adjudicación de Aigües Ter Llobregat, recurrida por la empresa barcelonesa?
Esta situación genera una inseguridad jurídica importante, lo que provoca recelo en las empresas internacionales que quieren venir a España. En cualquier caso, desde mi punto de vista es de más calado lo que está sucediendo con Aguas de Llobregat.
Volviendo la cara a la gran industria, ¿qué papel quiere jugar Veolia en este segmento?
Además de aspirar a que en 2015 el 50 por ciento de las ventas sean internacionales, el grupo Veolia también quiere ganar peso entre los clientes industriales, los cuales representan en España el 45 por ciento de nuestro negocio.
El objetivo es dar solución con nuestra tecnología a los grandes problemas medioambientales que en ocasiones se derivan de la actividad industrial, como puede ser el tratamiento del agua contaminada en el desmantelamiento de una central nuclear o la gestión del recurso hídrico empleado en los procesos productivos de la industria química o petroquímica.
Estos son los desafíos que nos gustan, que exigen tecnologías específicas y mucho conocimiento.
Otro de los problemas que genera la industria es precisamente el alto consumo de agua que producen algunas de ellas.
Desde luego. Tal es así que el agua se ha convertido en una de las preocupaciones de las grandes corporaciones. Estamos alcanzando un punto de estrés hídrico en el planeta muy importante y no se entiende que las empresas empleen agua que tendría que estar destinada al consumo humano.
Y aquí es donde entra en juego la reutilización, donde somos pioneros en España con la construcción de varias plantas de regeneración de aguas para recuperar acuíferos, cauces de ríos o incluso para actividades agrícolas.
Uno de los proyectos de los que nos sentimos más orgullosos en este campo es el de construcción y operación de una instalación que regenera el agua de varias depuradoras de Tarragona para suministrar al polígono de Vila Seca, el complejo petroquímico más grande del Mediterráneo.
De lo que se trata es de hacer economía circular, pasar del producir, usar y tirar al usar, recoger y reciclar.
¿Qué otros proyectos de reutilización tienen en marcha?
Gracias a nuestra tecnología estamos construyendo en Uganda la primera planta para la obtención de bioplásticos a partir del fango de las depuradoras. Es un proyecto muy ambicioso en el que nuestro equipo de ingenieros españoles está participando.
El concepto es que todo lo que está en una depuradora es aprovechable, sobre todo los fangos, que pueden ayudar a la planta a ser eficiente energéticamente. En otros países, con otra regulación distinta, es posible incluso vender la energía generada a partir de estos recursos a la red.
Una de las especialidades de Veolia es precisamente la desalación, un mercado que en España se encuentra bajo el foco de la opinión pública por las importantes inversiones, muy discutidas, realizadas durante la etapa de Zapatero para aparcar los trasvases. ¿Cómo ve esta polémica?
La visión de Veolia es que la desalación es fundamental pero en combinación con otras soluciones para paliar los problemas de agua que tenemos en España. No vamos a entrar en la polémica de si se tenían que haber hecho 10 ó 30 desaladoras, pero lo que es cierto es que este tipo de instalaciones son cada vez más necesarias para garantizar el abastecimiento en momentos de urgencia.
Desde luego es más costoso tener que cortar el suministro en zonas con una importante actividad turística o dejar sin agua a los agricultores que disponer de estas instalaciones para momentos de emergencia.