El agravamiento de las divisiones políticas en Egipto provoca nuevos conflictos
El 27 de enero, el presidente Mohammed Morsi declaró el estado de emergencia y el toque de queda en Alejandría, Port Said e Ismailía, tras los sangrientos disturbios registrados en todo el país. Más de dos años después de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak, la transición política en Egipto continúa plagada de incertidumbre, con una sociedad cada vez más dividida y propensa a estallidos de protesta y conflictos. Los recientes acontecimientos aumentan el riesgo de que el ejército se vea obligado a regresar a la escena política, ya que la policía no es capaz o no está dispuesta a imponer la estabilidad por la fuerza, mientras que el gobierno tampoco está dispuesto a obtener la aprobación de los ciudadanos para los ajustes fiscales exigidos por el FMI. La aprobación de la Constitución se realizó de acuerdo con nuestras expectativas, según las cuales las capacidades organizativas de los Hermanos Musulmanes y el deseo de estabilidad entre la población lograrían contrarrestar a la oposición. Con todo, la transición política es la principal causa de riesgos al alza y a la baja para nuestra perspectiva económica ya que hasta el momento el gobierno no ha logrado construir una coalición nacional alrededor de su programa económico, el cual es necesario para garantizar la financiación tanto de origen nacional como internacional. Creemos que el crecimiento se desacelerará hasta el 2,2% en 2013 tras la moderada recuperación de 2012, lo que mantendrá la enorme brecha de producción, mientras que no es inconcebible que relación USD/EGP llegue hasta 7.