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Rigoberta Menchú: La Nobel de la Paz será candidata de la izquierda a la presidencia de Guatemala

    Rigoberta menchú ganó el Premio Nobel de la Paz en 1992. <i>Foto: Archivo</i>


    Rigoberta Menchú, animada por el triunfo electoral de Evo Morales en Bolivia, anunció ayer que será la candidata a la presidencia de su país.

    De imponerse en las urnas el próximo 9 de septiembre por la alianza de su partido, Winaq, y el izquierdista Encuentro por Guatemala (EG), la maya Menchú se convertirá en la primera mujer e indígena en alcanzar la jefatura de Estado de su país. Sería la culminación de una vida dedicada a la defensa de las personas de su sexo y de su pueblo.

    Esa vida se vio castigada desde su nacimiento, en 1959 en Chimel, una aldea del Quiché, por la pobreza extrema, la discriminación racial y la violenta represión con que los terratenientes y el ejército trataron de contener las aspiraciones de justicia social del campesinado indígena, que representa más del 40 por ciento de la población del país. Víctimas de esa represión fueron asesinados por militares o policías sus dos hermanos, una cuñada, tres sobrinos, su madre y su padre, quemado vivo en 1980 en la Embajada de España junto a 29 campesinos.

    Vida de protesta

    Todo ello lo cuenta en el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia , publicado en 1983. En 1981 se exilió en México, donde fue acogida en Chiapas por el obispo Samuel Ruiz. Desde allí inició una campaña pacífica, que llevó hasta la ONU, de denuncia del régimen guatemalteco y de la sistemática violación de los derechos humanos de que eran objetos los indígenas.

    ¿Su ideología? El cristianismo revolucionario de la teología de la liberación. Esa campaña se vería recompensada con el premio Nobel de la Paz en 1992. Coincidió con el quinto centenario del descubrimiento de América, criticado por Menchú por ignorar las dimensiones trágicas que dicho hito tuvo para los indios americanos. Esta segunda etapa de su vida la relata en La nieta de los mayas, editado en 1998, año en que sería galardonada con el Príncipe de Asturias.

    La autoridad moral que le otorgó el Nobel le permitió actuar de mediadora en las negociaciones entre el Gobierno de su país y la guerrilla izquierdista, que tras 36 años de guerra civil, culminarían en 1996 con un acuerdo de paz.

    Datos oscuros

    Su imagen se vio manchada en 1999 por el antropólogo David Stoll, que denunció que había alterado o exagerado datos de su biografía. Por ejemplo, sostenía que su familia no vivía en condiciones tan pésimas y que su padre recibió tierras del Gobierno. Ello no ha mermado el prestigio de la actualmente embajadora de "buena voluntad" de la Unesco.

    Y es que, como escribió Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España, "Rigoberta representa en una misma vida todas las tragedias sufridas por el pueblo de Guatemala; pero también simboliza la pujante sociedad civil e indígena de Guatemala, convertida en freno y portavoz de las víctimas frente a los abusos del poder".