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Enganchado a la Coca-Cola: beber ocho litros al día durante 18 años le ha costado 36.000 euros

    Saturnino Martínez posa con un refresco. <i> Imagen: Agencia Sinc </i>

    Agencia Sinc

    Suena el despertador y de inmediato Saturnino toma un sorbo de Coca-Cola. A lo largo del día este gesto se repite incesantemente hasta llegar a consumir ocho litros de este refresco. Desde que cambió el café por la cola hace 18 años por su cuerpo han corrido 52.000 litros y de su bolsillo se han esfumado cerca de 36.000 euros. Sin problemas de salud aparentes, la adicción a esta bebida es su verdadera perdición. Pero no existe un consenso científico que explique el mecanismo por el que miles de personas sienten esta misma atracción.

    El consumo habitual de bebidas azucaradas puede provocar un aumento de peso, caries, afectar a nuestro cerebro e incluso hacernos envejecer más rápido, según distintos estudios médicos. La ingesta excesiva está también asociada a alteraciones metabólicas y problemas cardiovasculares. A Saturnino Martínez "empresario español de 41 años", que bebe ocho litros diarios de Coca-Cola, estos trastornos no le afectan. Solo siente adicción.

    Es lo primero que hace al levantarse y lo último antes de acostarse. Así desde hace 18 años. Confiesa no beber por sed; su consumo se ha convertido en un acto mecánico. Pero por sus riñones ya se han filtrado unos 52.000 litros de cola.

    Si bien es cierto que el cuerpo humano depende del agua, en la actualidad no se ha determinado el consumo diario máximo de líquido por persona. "Requerimos mayores fluidos cuando aumentamos la actividad física, si estamos en entornos húmedos y cálidos o cuando estamos enfermos, pero lo recomendable, según el Instituto de Medicina de EE UU, es que una persona consuma cerca de 3,7 litros de agua al día (entre comida y bebida)", señala a Sinc Nicole Avena, investigadora en el departamento de Medicina en el Mount Sinai-St Luke's Hospital de Nueva York (EE UU).

    Nino "como le llaman sus amigos" supera más de dos veces esta cantidad recomendada de líquidos. "Esto puede producirle una sobrehidratación", advierte Avena. El cuerpo regula la concentración excesiva de los fluidos intracelulares en función de varios factores, incluido el consumo variable de líquidos. "Si la concentración varía mucho, se puede alterar el metabolismo celular y provocar debilidad muscular, convulsiones, coma e incluso la muerte", subraya esta experta en obesidad en el hospital estadounidense.

    Con una ingesta de líquido excesiva y continuada, "llega un momento en que nuestro riñón no es capaz de mantener el equilibrio de agua e iones, que inicialmente el organismo es capaz de compensar. En esta situación se produce un círculo vicioso en el que la orina no se puede concentrar y el individuo perpetúa el exceso de ingesta hídrica y este desequilibrio", comenta a Sinc Miguel Ángel Martínez Olmos, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.

    Pero al consumo desmesurado, se suma la ingesta de una bebida gaseosa efervescente que contiene edulcorantes artificiales y cafeína. Nino no bebe otro líquido que no sea Coca-Cola. El agua la reserva para refrescarse después de hacer deporte. A pesar de ello, sus niveles de colesterol y de glucosa son normales, tiene un indice de masa corporal (IMC) de 24,93, es decir tiene un peso normal "aunque confiesa haber engordado 5 kilos en los últimos años", y su tensión es de 7/12.

    Diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares

    Con un estado físico aparentemente saludable, los daños en su cuerpo pueden estar ocurriendo ya. "El consumo excesivo de bebidas azucaradas está relacionado con multitud de trastornos que incluyen la diabetes mellitus tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares, inflamaciones e hipertensión", informa Avena quien añade que el consumo crónico puede incluso aumentar los triglicéridos, independientemente de la tolerancia a la glucosa. "Ocho litros de soda al día equivale a unos mil gramos de azúcar", calcula.

    Según Martínez Olmos, se produce también un exceso de ingesta de sodio, lo que provoca la aparición de edemas, daño renal, alteraciones en los niveles de diversos minerales del organismo (sodio, potasio, magnesio, calcio...), alteraciones del sistema nervioso y pérdida de calcio en los huesos, entre otros. "Hay una mayor tendencia a la osteopenia y la osteoporosis", recalca.

    Además, aunque estos refrescos edulcorados contienen muchas calorías, no sacian el hambre. Algunos estudios experimentales han demostrado que las personas no ajustan la cantidad de bebida azucarada que beben mientras comen. "Ingerirán la misma cantidad de alimento independientemente de que beban Coca-Cola normal, light o agua", explica a Sinc Adrian Meule, psicólogo en el Laboratorio de Comportamiento Alimentario en la Universidad de Salzburgo (Austria).

    El estudio, publicado en la revista Appetite y liderado por la Universidad de Toronto (Canadá), revelaba que las personas no reducen la ingesta de comida cuando beben una refresco calórico. "En este caso, es mejor elegir un refresco que contenga menos azúcar (light) si se combina con comida. De este modo, se podrá evitar fácilmente las calorías adicionales que proporciona la cola original", sugiere el experto.

    En el caso de personas obesas, el solo hecho de alternar con una bebida que contenga menos azúcares como té o agua, les ayudaría a perder peso. "Pero tampoco podemos decir que nadie beba refrescos edulcorados. Si una persona es físicamente activa y reduce la ingesta de alimentos, beber mucha soda no conlleva necesariamente sobrepeso", afirma Meule.

    Sin duda, el problema más aparente del consumo de esta bebida es la adicción que genera. "No tengo ni idea por qué bebo tanto, pero me encuentro de maravilla y no está asociado a comer o beber otras cosas", cuenta a Sinc Nino. Pero, en la actualidad, no existe consenso entre los científicos que determine si el consumo excesivo de algunos alimentos (como puede ser el azúcar en la Coca-Cola) puede considerarse una adicción.