Rita Sêco, experta en medicina estética, sobre la bioestimulación de colágeno: "Es ideal para los pómulos, la mandíbula y el cuello"
- La medicina estética da un paso más allá con tratamientos que no solo mejoran el aspecto externo, sino que trabajan desde dentro para reforzar la salud y la firmeza de la piel
- El método más efectivo para incorporar el colágeno en tu rutina de piel: ¿bebible o en cápsulas?
Mari Carmen Quilez
¿Y si pudieras prevenir la flacidez facial sin cambiar tus rasgos ni recurrir a rellenos? Esa es la promesa – y la realidad clínica – de la bioestimulación de colágeno, un tratamiento que gana cada vez más adeptas por su capacidad para mejorar la calidad de la piel desde las capas más profundas. Lejos de modas pasajeras, este procedimiento representa una nueva forma de entender la medicina estética: desde la prevención, la personalización y el respeto por la belleza natural.
Hablamos con la doctora Rita Sêco, reconocida experta en medicina estética, para entender por qué se ha convertido en uno de los tratamientos estrella para rejuvenecer sin un acabado artificial. "El bioestimulador de colágeno, también llamado Lanluma, se destaca en medicina estética por su enfoque único en el rejuvenecimiento facial. Es diferente de los rellenos tradicionales con ácido hialurónico, pues Lanluma está compuesto por ácido poli-L-láctico biocompatible, seguro y eficaz, con una enorme capacidad para estimular gradualmente la producción de colágeno, dando resultados significativos en la calidad y firmeza de la piel", explica la doctora.
Bioestimuladores de colágeno: ¿qué zonas trata y a partir de qué edad se recomienda?
Según la experta, la bioestimulación funciona especialmente bien en zonas donde el paso del tiempo deja más huella. "Es ideal para zonas como los pómulos, la línea de la mandíbula y el cuello", afirma. "Su acción progresiva permite obtener resultados naturales, promoviendo una piel más firme y saludable con el tiempo, retrasando así la evolución de la flacidez y el aparecimiento de arrugas", añade. Aunque muchas personas esperan a que los signos de la edad sean visibles, este tratamiento es especialmente eficaz como medida preventiva.
"El tratamiento está indicado a partir de los 30 años. En ese momento comienza a disminuir la producción de colágeno. Sin embargo, es muy importante resaltar que solo debemos proceder al tratamiento si realmente la persona tiene indicación para realizarlo", apunta la doctora. "Hay pacientes de 30 años con disminución avanzada de densidad y firmeza que se benefician de la estimulación del colágeno, pero también hay personas de la misma edad o mayores sin indicación para este tratamiento", recalca.
¿En qué consiste el procedimiento de la bioestimulación de colágeno?
No requiere quirófano ni baja médica. Se realiza en consulta y, tras la aplicación, solo se aconsejan unos masajes faciales muy concretos: cinco minutos, cinco veces al día durante cinco días. Nada más. Se puede seguir con la rutina habitual, sin interrupciones. "No requiere cuidados adicionales y, a diferencia de tratamientos como el láser, permite al paciente mantener su rutina diaria sin cambios importantes", asegura la doctora.
Aquí no hay efecto flash, pero sí transformación real. Los primeros efectos se empiezan a notar al mes, y el pico de resultados llega a los tres meses. "La duración de los beneficios varía según la capacidad individual de cada persona para producir colágeno, aunque, en general, se recomienda repetir el procedimiento dos veces al año para mantener resultados óptimos", indica la experta.
Para ella, este es uno de los pilares del nuevo enfoque antiedad: real, duradero y respetuoso con cada rostro. "En mi opinión, es uno de los procedimientos más importantes para prevenir el envejecimiento cutáneo. Representa una opción versátil y duradera para quien busca mejorar significativamente la calidad de piel y conseguir resultados muy positivos a largo plazo", explica.
Envejecer bien y no parecer otra persona: la importancia de la conciencia estética
Pero no todo vale. Y en eso la Dra. Sêco es tajante: la salud está siempre por encima del resultado estético. "No se puede realizar algo que no sea bueno para la salud a largo plazo", recalca. "Es crucial elegir a un profesional que no solo se enfoque en mejorar la apariencia, sino que también priorice el bienestar integral del paciente". Además, recuerda que la piel no olvida. "Es muy importante tener conciencia de lo que implica cada tratamiento, ya que la piel tiene memoria celular y toda intervención afecta en menor o mayor medida".
Por eso, su enfoque se apoya en tres principios esenciales:
1. Usar poco producto
2. Aplicaciones poco frecuentes
3. Siempre bajo estricta indicación médica
Incluso con técnicas tan comunes como el bótox o el ácido hialurónico, la experta insiste: hay que individualizar. "Cada persona es única, y este principio es innegociable en mi práctica. Por ello hay que saber por qué es bueno un determinado tratamiento de forma individualizada y valorar que no tendrá repercusiones debido a nuestra fisonomía o condición de salud", argumenta la doctora.
Aunque las redes sociales nos llenen de rostros idénticos, la doctora defiende una medicina estética consciente, respetuosa y nada invasiva. El objetivo no es borrar los años, sino vivirlos bien. "Los tratamientos estéticos no deben alterar en exceso los rasgos naturales, independientemente de las tendencias del momento. Es un error aplicar los mismos retoques a todos los pacientes", sostiene. "La mejor tendencia es envejecer de manera saludable, priorizando siempre el bienestar físico y emocional".
Y concluye con una idea que deberíamos tatuarnos todas y todos: "No se trata solo de mejorar la apariencia, sino de trabajar desde adentro para sentirse bien con uno mismo. La medicina estética debe ser una herramienta complementaria para resaltar la belleza natural sin comprometer la esencia personal". Porque al final, se trata de elegir desde el amor propio. Con conciencia y con criterio, nada más.