Política
Tranquilidad institucional a la espera del movimiento
Carmen Obregón
Dicen que el presidente Rajoy es el emperador de los tiempos políticos. A tenor de su experiencia y su resistencia a las adversidades, puede que parte de esa leyenda sea cierta.
Ante el reto secesionista, hoy, el lema propiciado por Moncloa no es otro que el de la tranquilidad institucional y la normalidad, si es que puede reinar la normalidad en un momento de la historia de España comparable a la convulsa etapa de la Transición que cerró con la jornada negra de un golpe de Estado.
A la tranquilidad calculada, a la oferta de diálogo permanente, siempre dentro de los cauces de la legalidad y por ende de lo que dicta la Constitución, Rajoy ha debido pedir a los suyos activar la capacidad de tragarse los sapos de la cotidiana contienda política. De un tiempo a esta parte, el Partido Popular y el Gobierno apenas ven maldades en las actuaciones del Partido Socialista. Hacer piña en estas circunstancias es crucial frente un bloque secesionista que desde el pasado jueves ha quedado conformado por 96 diputados.
Esta semana, el Partido Popular ha apoyado al PSOE en la creación de una comisión donde se abordará el despropósito catalán y sus soluciones. Esta semana también, el partido en el Gobierno 'ha medio respaldado' al PSOE en su cambio de postura ante una proposición de Ciudadanos en la que la formación naranja perseguía el apoyo institucional al Ejecutivo de España frente al reto soberanista. Debe pesar Rajoy que no es tiempo para amateurs en la política, que es lo que le reprochan a Albert Rivera por no haber medido sus fuerzas y no haber asegurado con candado de acero el voto de los socialistas.
En el fondo, minucias para los tiempos que corren. El miércoles, con sigilo, y durante el primer golpe policial a los soberanistas, Rajoy convocó a Pedro Sánchez y a Albert Rivera. Lo hizo por separado como quiere el PSOE. Con ellos conversó del desarrollo de los acontecimientos en Cataluña, sumó fuerzas, y horas más tarde conectó en 'prime time' con los españoles a través del tubo catódico para en siete minutos hacer la lectura de una declaración institucional con serias advertencias para al trío formado por Puigdemont-Junqueras-Gabriel si no cumplen la ley y se avienen a razones.
Después se hizo el silencio institucional. La normalidad. Mucho debate, editorial, reflexiones, vómitos, y reacciones varias. Al presidente del Gobierno le da igual. O así lo manifiesta. Sigue con su agenda internacional, que le llevará y este lunes y martes a Estados Unidos, y el jueves y viernes a Tallín para la celebración del Consejo Europeo. Mientras, Moncloa sigue con su 'Operación Sting' inspirada en el legendario tema 'Every breath you take' (Cada vez que respires), y que en resumen dice: "Cada vez que respires, Cada movimiento que hagas. Cada atadura que rompas. Cada paso que des. Estaré observándote".
Para Cataluña, los populares aventuran un final parecido al 'Plan Ibarretxe', que tuvo mucho jaleo institucional, pero con un desenlace apaciguador con el PNV. Ahora, en los mentideros políticos se barajan otras opciones. Y aunque una de ellas sea este final feliz, también se contempla que un Rajoy airoso del entuerto catalán se puede animar a convocar otras elecciones generales.