Política

La guerra de Gibraltar: Picardo teme perder posiciones al salir el Reino Unido de la UE por el Brexit

  • Nadie va a pegar un solo tiro, no es lo que le gustaría a Lord Howard
La bandera de Gibraltar, del Reino Unido y la UE. Imagen: Dreamstime.

Carmelo Encinas

En España tenemos mala opinión de nuestros políticos. Lo confirman las encuestas y, por contraste, lo manifestamos con frecuencia aquellos que conocimos aquella generación de padres de la patria que te abrumaban con sus currículum. Tendemos a creer en consecuencia que por ahí fuera el nivel es mas alto, especialmente en aquellos países con una venerable tradición democrática, caso del Reino Unido. Pero luego vemos allí a populistas como Nigel Farage ejerciendo de flautistas de Hamelin y arrastrando a la ciudadanía a un futuro económico incierto con promesas zafias y ya los nuestros parecen un poco mejores. No quiero imaginar la que le habría caído aquí a un diputado del grupo que fuera de haber manifestado en público la melonada que soltó Michael Howard miembro ilustre del Partido Conservador, que dirigió entre 2003 y 2005, y ministro del Interior con Margaret Thatcher.

Este tipo es el que ha exhortado a Theresa May a "dar una lección a España" e "ir a la guerra por Gibraltar igual que Thatcher hizo por las Malvinas". Ignoro si el día de la ocurrencia mister Howard había mezclado sus medicinas o la soflama responde a un delirio propio de la senectud lo cierto es que puso en un serio aprieto al Foreing Office británico y a la propia May que no sabía donde esconderse para no poner en evidencia al compañero lelo.

Lo cierto y verdad es que el único movimiento operado por el gobierno español con respecto al Peñón es lograr de la Unión Europea el reconocimiento del derecho a veto por parte de Madrid a la aplicación de cualquier acuerdo comercial con Gibraltar. Si eso es una declaración de guerra bienvenida sea la guerra, entendiendo por tal, no la invasión que sofocara la dama de hierro enviando a la Navy a recuperar el orgullo británico y unas miles de ovejas a las Malvinas, sino la guerra económica que el gobierno gibraltareño libra contra los intereses de España desde hace años. Por eso a su primer ministro Fabián Picardo, se le escaparon expresiones bélicas cuando le habló al ministro de Exteriores británico de una "emboscada española".

Picardo le pidió a May que mencionara a Gibraltar en su carta a Bruselas y May pasó de él. Hubo eso sí una llamada al Peñón desde Down Street asegurándole que Londres no negociaría la soberanía de Gibraltar mientras sus ciudadanos quisieran seguir siendo británicos. Que es como no decir nada.

El problema de la colonia no se lo ha creado España sino el Brexit que compromete su futuro económico, al menos como estaba hasta ahora concebido, y lo pone de alguna forma en manos del gobierno español. Las viejas reivindicaciones sobre la soberanía de la roca, formalmente vigentes por el anacronismo que supone su estatus colonial, pasaron hace mucho a un segundo plano ante lo que comporta el padecer un santuario de Alí Baba en nuestro patio trasero.

Gibraltar fundamenta su éxito económico en la baja fiscalidad, la opacidad de sus finanzas y el juego on line. Los gibraltareños se permiten el lujo de constituir uno de los territorios con mayor renta per capita del mundo gracias a que parásita al resto de los países europeos y con especial intensidad a España, que la tiene al lado. De todos es sabido que allí hay registradas mas empresas que habitantes y que la actividad de la inmensa mayoría de esas compañías es virtual. Se afincan allí pagan la tercera parte de impuestos que aquí y ese dinero Gibraltar se lo lleva neto solo por existir.

Quien piense que aquello tiene una importancia estratégica en términos militares que se olvide. La vieja base, que otrora utilizaba la Royal Navy para controlar el estrecho, fue reconvertida hace años para albergar servicios financieros, empresas de fletes, y de apuestas online. Esta es la auténtica guerra de Gibraltar en la que Fabián Picardo teme ahora perder posiciones al salir el Reino Unido de la UE por culpa del Brexit. Allí casi nadie votó a favor de la ruptura y los pocos que lo hicieron debió ser por equivocación. Ahora será España quien controlara esa frontera y con las autoridades españolas deberán establecer nuevos tratados .

La inmensa mayoría de los que se han hecho ricos en Gibraltar tienen el negocio en la Roca y sus mansiones en las urbanizaciones de lujo de la costa gaditana. Es decir que hacen los negocios con la "patente de corso" del Peñón pero luego viven en España a cuerpo de Rey. Temen que el chollo se acabe y por eso algunos hablan de soberanía compartida. Esa fue la apuesta hace meses del ex ministro de Exteriores Jose Manuel García Margallo quien se atrevió a aventurar públicamente que pronto veríamos la banderas de la Union Jack y la rojigualda  ondeando juntas en la punta del Peñón. Tal vez sea algo optimista pero, en el peor de los casos, en la guerra de Gibraltar nadie va a pegar un solo tiro. No es la guerra que le gustaría a Lord Howard.