Política

La Cuaresma de Carmena: 40 días en el foco

    Carmena, en el Ayuntamiento de Madrid. <i>Imagen: EFE</I>

    Carlos Mier

    Las efemérides tienen la ventaja de que pueden ser escogidas aleatoriamente. Da igual que sean días, meses, años, horas... siempre habrá alguien contando el tiempo transcurrido entre tal o cual asunto, delimitando la entrada y la salida, escrutando el presente para girar la cabeza y observar el camino recorrido. Y de hacer balance, no nos olvidemos del balance.

    El tiempo es una goma elástica que se contrae y se expande a gusto del consumidor. Y la política es el reino de la relatividad. Es por eso que el caso que nos ocupa cobra especial trascendencia. Cuando un ciudadano medio trata de recordar cuánto tiempo llevan Manuela Carmena y Ahora Madrid en los pasillos del Palacio de Cibeles, seguro que tendrá problemas para echar las cuentas.

    Pero no se preocupen porque aquí encontrarán la solución: 40 días exactos se cumplen este jueves desde que la exjueza fuera investida alcaldesa de Madrid. Sí, solo 40 días. Menos de la mitad del período de gracia que se supone obligatorio cuando se trata de un gobierno democráticamente elegido. Toda una odisea para el equipo de Gobierno de la capital. La Cuaresma cristiana que recuerda el tiempo de penitencia en el desierto, pero esta vez con luces, cámaras, ríos de tinta y mucha acción. Sobre todo, mucha acción política.

    Y es que Madrid, a escasos meses de las elecciones generales, es el faro político español (con el permiso de Grecia y tal vez de Barcelona). Este es un pequeño resumen 'negro' de las primeras seis semanas de Carmena con el bastón de mando capitalino bajo el brazo. Un camino que promedia un escándalo mediático por semana y en el que cualquier movimiento es analizado pormenorizadamente, tanto por enemigos como por amigos. Por propios y extraños. Nadie dijo que fuera a ser fácil.

    Empezando por el final: El lío de V.O.

    La contienda de esta semana se ha librado en la red, algo ya habitual en el 'ring' madrileño. El anuncio de la web de desmentidos y réplicas del ayuntamiento (http://madridvo.madrid.es/) ante informaciones aparecidas en medios de comunicación ha sido un intento de modernizar y transparentar el sempiterno y soterrado derecho a levantar el teléfono para llamar al director del periódico de turno tras una información inexacta en opinión del político afectado, pero ha acabado por levantar un revuelo de no te menees.

    Los editoriales de los principales periódicos nacionales, las cúpulas de las asociaciones de periodistas, tertulianos habituales y todos los políticos opositores (sobre todo PP y C's) han bramado como nunca contra una iniciativa que consideran que atenta contra la libertad de expresión.

    La reacción de Carmena y su equipo ha transitado en los límites entre la autocrítica y la autoafirmación, si es que esos dos conceptos se tocan en algún momento. El resultado, la sensación de cierta incapacidad para defender las ideas cuando las cosas se ponen duras.

    Tal vez la posición de los socialistas, con Antonio Miguel Carmona a la cabeza, sustentadores del Gobierno Carmena, haya sido la razón principal para la prudencia. Tras las críticas, la alcaldesa y Carmona anunciaron un acuerdo para no señalar al periodista en las réplicas, aunque nada ha cambiado aún en la página web, mientras el socialista amenaza con una moción.

    Rita Maestre, Zapata, el sobrino, los hoteles para desahuciados...

    Pero este no ha sido ni mucho menos el único caso que ha trascendido los límites de la ciudad para instalarse en el debate público y en las conversaciones de barra de bar a nivel nacional. En un inicio fulgurante de legislatura, apenas unas horas después de jurar su cargo, Manuela Carmena tuvo que enfrentarse a su primera crisis de gobierno. Toda una declaración de intenciones.

    El concejal de Cultura más rápido de la historia de España -realmente nunca llegó a jurar su cargo- tuvo que dimitir de sus funciones por unos mensajes de Twitter supuestamente antisemitas escritos cuatro años antes. El caso acabó siendo desestimado por el juez Pedraz en la Audiencia Nacional después de que la Fiscalía encontrara indicios de delito e incluso recurriera la decisión del juez, con el consiguiente guirigay político-judicial.

    Pocos días después del asunto Zapata, se 'resucitaba' el caso de la portavoz del Gobierno de Ahora Madrid, Rita Maestre, que presuntamente asaltó la capilla de la Universidad Complutense, también cuatro años antes de entrar en política. En esa ocasión, Ahora Madrid se mostró mucho más inflexible y cerró filas en torno a Maestre.

    Semana siguiente, escándalo siguiente. El 23 de junio, diez días después de la investidura, el diario La Razón revelaba que Carmena había contratado como jefe de Gabinete a Luis Cueto, marido de su sobrina carnal Ana Noguerales Carmena.

    Con ello, el mismo diario denunciaba que la nueva regidora incumplía el Reglamento de Ordenación del Personal del Ayuntamiento, aprobado en abril por su predecesora, Ana Botella, que prohíbe que los ediles nombren como cargo eventual o de confianza a un familiar hasta cuarto grado de consanguinidad.

    A través de un comunicado, el Gobierno municipal subrayó que este nombramiento se ajustaba a la normativa vigente del consistorio, ya que "en relación a posibles confusiones relativas al nombramiento de Luis Cueto Álvarez de Sotomayor como Coordinador general de alcaldía, el Ayuntamiento de Madrid aclara que se trata de un cargo de personal directivo no eventual".

    Por último, y antes del affaire V.O. Madrid, en la primera semana de julio la alcaldesa tuvo que enfrentarse a "un invento" que, según ella, había publicado el diario El Mundo, asegurando que Ahora Madrid estaría dispuesto a realojar a desahuciados en hoteles.

    Carmena tuvo que salir al paso: "Lo que no se puede hacer es dejar a una persona en la calle. No queremos dar albergues, ni hoteles, ni nada, queremos dar viviendas. Hay grandes colectivos de viviendas vacías que pueden ser objeto de patada en la puerta y utilización ilegal".

    Decía el tango que 20 años no son nada, pero en Madrid 40 días dan para mucho. Y cuatro años son casi 40 veces 40 días. Casi nada.