Política

Cuatro partidos en un pañuelo y la duda de quién gobernará y quiénes serán sus aliados

    Mariano Rajoy, presidente del Gobierno. <i>Imagen: Archivo</i>

    Antonio Papell

    Parece evidente que nos enfrentamos a futuros gobiernos producto de los pactos, donde el partido más votado será quien decida las alianzas. A tenor de la última encuesta publicada este domingo, donde las distancias entre Podemos, PSOE, PP y Ciudadanos apenas llega a tres puntos, la pregunta es ¿cuál será la formación política más votada y, cuáles serán sus alianzas?

    La encuesta de Metroscopia publicada este domingo en El País constata el empate técnico entre las cuatro principales formaciones -PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos-, todas ellas en el entorno del 20%, y remarca algunas tendencias interesantes: PP y PSOE repuntan ligeramente, Podemos continúa cayendo, aunque menos aceleradamente que un mes antes, y Ciudadanos sigue creciendo con paso seguro, como está haciendo desde principios de año.

    Es claro que al PSOE le ha beneficiado el buen resultado en Andalucía, en tanto el PP recoge todavía muy lentamente la sensación de discreta mejora de la situación económica. Podemos, por su parte, cede posiciones a medida que declina el efecto sorpresa, se extiende la sensación de ambigüedad en sus propuestas y progresa Ciudadanos, que también pesca en el caladero de la irritación, de la desafección hacia las grandes formaciones nacionales.

    Este flujo entre Ciudadanos y Podemos se explica también por la mala imagen de Pablo Iglesias -30 puntos negativos es el saldo entre quienes aprueban y desaprueban, lo que representa un empeoramiento de cuatro puntos en un mes- frente la buena imagen de Albert Rivera -18 puntos positivos-, el único líder que aprueba, y con holgura. Existe asimismo un trasvase claro entre Podemos y el PSOE, en beneficio de este último. Y es en el tramo de los menores de 35 años en el que Podemos pierde adeptos, que irían al Partido Socialista, cuyo líder, junto a Alberto Garzón, es el que mejor resultado obtiene de todos los líderes de las formaciones tradicionales (-12). Rajoy, por su parte, continúa seriamente hundido (-48).

    El PP pierde apoyos por el centro en beneficio de Ciudadanos, en tanto consigue afirmarse en el sector más conservador de su electorado, que no tiene evidentemente adónde ir. IU sigue descendiendo, aunque parece que podrá evitar el desastre, en tanto UPyD se encuentra en caída libre.

    Lógicamente, esta situación obliga a plantearse la formación de las coaliciones, que serán inexorables si el partido más votado consigue poco más del veinte por ciento de los votos, como es el caso. Como ya es habitual, el electorado no se muestra entusiasmado ante esta expectativa y la opción que más adeptos obtiene en el caso de que ningún partido consiga mayoría absoluta es la de que gobierne el partido más votado en solitario con apoyos puntuales de otros partidos (74% de apoyo, que es del 86% para los votantes del PP, del 82% para los del PSOE y del 84% para los de Ciudadanos). No hace falta decir que no se puede gobernar en solitario el Estado con menos del 30% de los votos.

    La opción PSOE+Ciudadanos obtiene el apoyo del 51%, seguida de la de PP+ Ciudadanos (38%) y la de PSOE+Podemos (35%). En cambio ?y esto es relevante- la otrora 'gran coalición' PP+PSOE tan sólo obtiene un apoyo del 26%.

    Este resultado se corresponde con otro bien ilustrativo: el 77% de los encuestados cree que lo mejor para España es que PP y PSOE dejen de ser los partidos predominantes en la escena política y que pasen a compartir protagonismo con otros partidos de ámbito nacional con los que tendrán que contar pata gobernar; y sólo el 20% cree que es preferible que gane con claridad uno de los dos grandes partidos tradicionales, PP o PSOE.

    La caída de Podemos y la eclosión de Ciudadanos

    Lo más favorable de estas observaciones demoscópicas es que la evolución del voto consolida el sistema constitucional establecido: la pérdida de posiciones de Podemos con respecto a Ciudadanos y, en definitiva, la regresión en términos absolutos de la formación de Pablo Iglesias reducen las posibilidades de que triunfen las fuerzas antisistema que proponen la apertura de un proceso constituyente tras el derribo del actual sistema constitucional.

    Probablemente en este aspecto radica la causa del éxito de Ciudadanos, ya que ha sabido canalizar la irritación y el cansancio que suscitan el modelo bipartidista hacia posiciones centristas y reformistas, que además se plantean desde un liderazgo nítido y brillante de su líder, que ha mostrado en esta interminable campaña una gran capacidad de seducción.

    Finalmente, este esquema presenta una ventaja adicional: por fin los partidos nacionalistas dejarán de tener la llave -egoísta- de la gobernabilidad.