Política

Foto | Los problemas del Rey con una solapa cosida al imponer el Toisón de Oro

    Momento en el que el Rey condecora a Iglesias. <i>EFE</i>


    El Rey ha impuesto este martes el Collar de la Orden del Toisón de Oro, la más alta distinción que concede la Corona española, a Enrique Iglesias, el primer secretario general iberoamericano que acaba de abandonar el puesto tras casi una década trabajando en la preparación de las Cumbres Iberoamericanas. Zarzuela asegura que el Rey ni intervino ni influyó en la presencia de Obiang

    El Salón de Columnas del Palacio Real ha acogido la ceremonia en la que Iglesias se ha convertido en la vigésimo cuarta personalidad a la que Don Juan Carlos distingue con esta condecoración, que también tienen el propio Rey, el Príncipe de Asturias, y el expresidente francés Nicolas Sarkozy, entre otros.

    Tras la lectura del discurso del monarca, a Iglesias le ha robado el protagonismo el ojal cosido de la solapa de su traje, donde el Rey tenía que colocarle la insignia del Toisón, ya que la joya del Collar normalmente no se cuelga del cuello del condecorado, sino que se expone sobre un cojín en un lugar central de la sala.

    "Te voy a tener aquí toda la mañana. A ver si traen unas tijeras", le ha dicho Don Juan Carlos al homenajeado cuando intentaba colocarle la insignia en el ojal de la solapa del traje, mientras miraba a la Reina en busca de ayuda.

    Doña Sofía se ha acercado a asistirle, pero al final el Rey, ayudado por Iglesias, ha conseguido abrir el ojal y colocar la insignia. Durante los dos minutos largos que duró el intento, se ha escuchado una divertida conversación entre el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, y el ayudante de campo, Angel Ribado, grabada por los micrófonos de la Cadena Ser.

    "Angel, casi dale el collar y que se lo ponga", le dice Spottorno al ayudante, quien le contesta que no puede porque la joya "está cosida" al cojín.

    "Estas cosas cuestan", ha dicho Iglesias con una sonrisa al público asistente que ha prorrumpido en aplausos cuando el Rey consiguió abrocharle la insignia.