Política
El análisis | Los juicios paralelos de la España cañí y oscurantista
Vaya por delante mi profundo respeto a la Justicia y mi sincera convicción de que ésta debe ser igual para todos. Pero desde ese respeto y esa convicción reivindico también sin distinciones el derecho a la presunción de inocencia. Una defensa esta que me lleva a rechazar y manifestar mi más profundo desprecio por esos juicios paralelos en la calle, a los que últimamente tanto acostumbra este país, y que suponen una vergonzosa manifestación de intolerancia, fanatismo, irracionalidad y falta de cultura democrática, además de la más casposa manifestación de la España cañí que algunos creíamos desterrada para siempre.
Y viene esto a cuento de lo ocurrido el pasado sábado durante la declaración judicial de la infanta Cristina, en una secuencia más propia de la sátira oscurantista de Berlanga que de una sociedad desarrollada y respetuosa con los valores de la educación, la libertad y la cultura.
Porque si la infanta es culpable y se demuestra debe caer sobre ella todo el peso de la ley. Pero hasta que eso ocurra resultan vergonzantes y vergonzosas las imágenes de esa masa amorfa de desocupados y vociferantes, que ya han condenado sin saber, sin escuchar y sin razonar.
La estrategia de los abogados
Otra cosa es que creamos, o no, las evasivas de la hija del monarca o que nos sorprenda la estrategia de sus abogados empeñados en salvar su honradez a costa de hacerla parecer como retrasada, ingenua e ignorante. Pero esa es otra historia que tendrá que escribir el juez de Palma.
Como también es otra historia pero con el mismo trasfondo, la del linchamiento popular, apoyado por algunos políticos y pseudo ONG, de la Guardia Civil en la tragedia de los inmigrantes en el Tarajal. Y de nada vale que exista un vídeo en el que se demuestra que los agentes ni se excedieron ni fueron los causantes del desastre. Como tampoco sirve saber que los guardias civiles y policías nacionales son servidores públicos que cumplen con su obligación para proteger la seguridad nacional y la nuestra propia, a veces en condiciones lamentables. A ellos el populacho también les ha condenado sin saber y sin razón. País.