Política

El Ejecutivo de Rajoy, a examen: qué ministros tienen currículo 'para gobernar' y cuáles no

    El presidente Mariano Rajoy y sus ministros, ante La Moncloa. <i>Foto: EFE.</I>


    Los currículos del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, aparecen en blanco en el Foro de Davos (Suiza) y este hecho, que la esposa de José María Aznar ha atribuido a "un fallo de alguien", pone la cuestión sobre la mesa: ¿están los miembros del gabinete de Mariano Rajoy (PP) lo suficientemente preparados como para ser parte del Gobierno español? EcoDiario.es bucea en sus currículos para responder a esta pregunta.

    Para comenzar este análisis, la edad media de los componentes de este Ejecutivo ronda los 55 años (la más joven es Soraya Sáenz de Santamaría y el más mayor José Manuel García-Margallo), y tres de ellos ya tuvieron una cartera ministerial en el pasado.

    Estos 13 responsables, así como Rajoy, son titulados superiores (hay ocho juristas, tres economistas, una médica, un ingeniero y hasta una politóloga; además del presidente, que estudió Derecho). Además, tanto Fátima Báñez (Derecho y Economía) como José Ignacio Wert (Derecho y Sociología) tienen una doble licenciatura, mientras que dos de estos políticos han cursado másters (Sáenz de Santamaría y García-Margallo, éste último en Harvard) y otros dos un MBA (Jorge Fernández Díaz y Ana Pastor). Sin embargo, sólo hay dos doctores: García Margallo y Cristobal Montoro, que también es catedrático.

    Experiencia profesional: ¿sí o no?

    De estos 14 mandatarios, sin embargo, hay cuatro que en su vida solo han vivido de la política, es decir, que no tienen otros méritos profesionales: nunca han salido al mercado laboral. Nueve de ellos han tenido puestos en la Administración pública, y siete incluso consiguieron oposiciones de empaque (el presidente y la vicepresidenta, sin ir más lejos, son registrador de la Propiedad y abogada del Estado, respectivamente).

    Sin embargo, Ana Mato, Alberto Ruiz Gallardón, Fernández Díaz y Báñez (responsable del departamento de Empleo y Seguridad Social, para más inri) siempre han cotizado de la res pública (o del partido, en su defecto). Ni siquiera han ejercido como profesores universitarios, una práctica muy común entre políticos reputados.

    Cuatro ministros de casta

    Tras licenciarse en Ciencias Políticas y Sociología en la Complutense, Mato (Madrid, 1959) entró como portavoz sobre medios de comunicación de Génova 13 a los 24 años. De ahí pasó a ser subdirectora del gabinete del presidente de la Junta de Castilla y León, y pronto llegó a parlamentaria madrileña y, luego, a diputada nacional. Su carrera no se detuvo allí y así se trasladó a Bruselas como eurodiputada, antes de regresar al Congreso de los Diputados en 2008. Desde entonces, no ha hecho más que ganar poder y, tras dirigir varias campañas electorales, fue nombrada primero vicesecretaria general de organización y electoral del PP y, al fin, ministra.

    El caso de Gallardón (Madrid, 1958) es algo diferente, porque es miembro en excedencia voluntaria de la carrera fiscal. Él entró muy joven -a los 18 años- en Alianza Popular y allí medró (tanto en AP como luego en el PP): así, toda su actividad ha estado guiada por la política al más alto nivel. De este modo, y desde que fue elegido concejal en 1983 en el Ayuntamiento capitalino, Gallardón ha pasado por los más variopintos puestos políticos. Edil, parlamentario madrileño y senador, su paso adelante tiene lugar en 1995, cuando preside la Comunidad de Madrid. Tras ocho años en el cargo, se mudaría a la Alcaldía, que -precisamente- trasladó desde la Casa de la Villa al Palacio de Correos. Por último, el actual ministro entró como diputado, para por último ocuparse de la cartera de Justicia.

    Fernández Díaz (Valladolid, 1950) que también tiene un título de la Escuela Superior de Marketing y Administración de empresas de Barcelona, empezó a trabajar como subdelegado -luego acabaría como delegado- del Ministerio de Trabajo en la ciudad condal. De ahí, ascenderá a gobernador civil (Barcelona, Asturias) y, ya en 1983, alcanza la presidencia del PP catalán. Durante su singladura política, ha desempeñado funciones como diputado (llegó a la Carrera de San Jerónimo en el 89), senador de designación autonómica, parlamentario catalán y hasta concejal. Con la victoria del PP en las generales del 96 entra en la nómina de altos cargos del Gobierno, primero como secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, luego como secretario de Estado de Educación y, en el último gabinete de Aznar, como secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Desde 2004 regresa como diputado, paso previo hasta escalar a su Ministerio.

    Por último, Báñez (San Juan del Puerto, Huelva; 1967) creció laboralmente al abrigo del PP andaluz. Desde 1996, año en el que entró como vocal del Comité Ejecutivo Regional del grupo de Javier Arenas, Báñez ha pasado por casi todas las esferas de poder de la política autonómica. Tareas de coordinación internas, consejos de administración de teles, subcomisiones, vicesecretarías y comisiones... Ninguna tarea de fontanería escapaba a su conocimiento, hasta que en 2000 llegó a diputada nacional. Desde entonces, y a lo largo de tres legislaturas, Báñez fue madurando como política, hasta que también recibió una cartera.

    En resumen, cuatro ejemplos del mismo problema, el de la casta política (que junto con la corrupción es uno de los que más crispa a la sociedad española), que se explica porque muchos partidos -de uno u otro signo político- eligen a sus mandos y cuadros por fidelidad y no por experiencia.

    Ni idiomas ni universidad

    El estigma de la insuficiencia no sólo mancha a los que se sientan a la mesa del Consejo de Ministros cada viernes, sino que también ruboriza a otros partidos (PSOE, IU, UPyD, los nacionalistas y así un largo etcétera) de España, el país de los casi 10.000 aforados. Muchos parlamentarios, por ejemplo, suspenderían al ser examinados de dos asignaturas necesarias para su desempeño profesional: idiomas y nuevas tecnologías.

    En lo que a lenguas extranjeras se refiere, atrás quedan ya los tiempos de Leopoldo Calvo Sotelo (el de UCD hablaba inglés, francés, italiano, alemán y portugués), Manuel Fraga (siete lenguas manejaba el conservador) y Jordi Pujol (el expresident catalán de CiU podía expresarse en cinco). De hecho, ni Rajoy (que poco a poco mejora) ni sus antecesores son capaces siquiera de hablar un perfecto inglés, la lengua franca en las actuales relaciones internacionales.

    José Luis Rodríguez Zapatero (el socialista sí se manejaba en francés), Aznar (el popular aprendió inglés, francés e italiano tras dejar La Moncloa) y Felipe González (PSOE) ejemplifican esta carencia, mientras que Luis de Guindos, Esperanza Aguirre y Miguel Sebastián, entre otros, brillan por su excepcionalidad.

    Incluso, algunos diputados -como Rosa Díez, la líder de los cinco diputados de UPyD- esquivaron la Universidad antes de ingresar en esta vida de privilegios y prebendas. Como muestra un botón: Cayo Lara (IU), el coordinador general de un partido con 11 actas en la Cámara Baja, sólo realizó estudios generales y trabajaba como agricultor.

    Pese a ello, ha aumentado el número de licenciados dentro de las formaciones políticas: en la actualidad, alrededor de un 70% de los menores de 31 años cuenta con carrera y aproximadamente un 30% ha tenido experiencias académicas en el extranjero.