Política
Rajoy se arrima al precipicio: ¿Se juega este martes su futuro?
La convocatoria del Comité Ejecutivo del PP para el martes efectuada por Rajoy al anunciar que se le había agotado la paciencia con los desplantes y las marrullerías de toda índole que están teniendo lugar en su partido sugiere que el presidente del PP intentará ese día retomar las riendas de una organización que manifiestamente se ha desbocado. Entre tanto, Camps ha llamado a los suyos para anunciar un nuevo organigrama.
Sin embargo, todo indica que su carácter premioso y su escasa disposición a afrontar los problemas en cuanto surgen le han jugado una mala pasada: es tarde para recomponer la figura y recuperar el control. Además, el daño que han causado a la primera fuerza de la oposición los quebrantos de las últimas semanas no sólo han afectado a la cotización del PP en las encuestas: la imagen de Rajoy aparece también muy deteriorada.
En efecto, la situación del Partido Popular tiene difícil compostura a estas alturas. En Madrid, la escasa habilidad del líder para evitar la confrontación por el control de Caja Madrid ha hecho posible el estallido de una guerra abierta que ya no es capaz de concluir incruentamente. Las vacilaciones de Rajoy al respecto -todo indica que pasó de rechazar la candidatura de Rato a aceptarla y hacerla suya- hicieron pensar a Aguirre que no encontraría dificultades insuperables la colocación de Ignacio González en la presidencia de la institución, pero era y es obvio que el candidato no reúne ni remotamente el perfil adecuado por lo que tal propuesta tan sólo podía obedecer al afán de Aguirre de controlar estrechamente la Caja. La reacción era previsible: Gallardón habría de oponerse frontalmente a tal iniciativa, en connivencia más o menos explícita con el propio Rajoy. Pero la entrevista de Manuel Cobo, el vicealcalde, concedida por añadidura a El País, el símbolo mediático del centro-izquierda, lanzaba tan graves andanadas contra la presidenta de la Comunidad que el cisma quedaba consagrado. Un cisma que se estaba larvando desde hace tiempo porque, como bien ha dicho el propio Cobo, las duras afirmaciones de su entrevista no hacen más que poner fin a una hipocresía de mala calidad que regía las relaciones internas en el seno del PP madrileño y entre Aguirre y Rajoy.
La disputa con Rajoy es de igual a igual
En la crisis madrileña, Aguirre, consciente de su poder cuasi omnímodo sobre la estructura de poder autonómico -todos los alcaldes del PP menos uno han firmado la reprobación de Cobo-, ya no actúa de acuerdo al principio de jerarquía: la disputa con Rajoy es de igual a igual; y ya no se ocultan ni el escepticismo de Aguirre sobre la solvencia del presidente del partido, ni su intención de disputarle la primacía. El hecho mismo de que en círculos populares se mencione la posibilidad de constituir en Madrid una gestora presidida por Ana Mato refleja la imposibilidad de reducir la fractura. En las actuales circunstancias, o el líder nacional impone su autoridad, lo que significa enfrentarse abiertamente a Aguirre, o quedará de manifiesto la gran debilidad de Rajoy, incapaz de controlar a sus barones y, muy especialmente, a la baronesa Aguirre.
En Valencia, la crisis está también muy lejos de haberse resuelto. La incapacidad de Camps para escenificar la liturgia impuesta por Génova para ofrecer una mínima respuesta ejemplarizante al caso Gürtel ha enrarecido las relaciones entre Camps y Rajoy, ha deteriorado irremisiblemente la imagen de aquél y ha afectado gravemente a la estabilidad del PP valenciano, en el que ya se empieza a pensar que es necesario buscar un candidato para las próximas autonómicas.
Hartazgo e indignación de los suyos
Todo este desorden ha crispado, como es natural, al partido y ha tenido consecuencias en las encuestas, que demuestran hasta qué punto la situación es grave. Aznar, prudente en esta ocasión, se ha limitado a indicar la conveniencia de que en el PP haya un solo liderazgo. El presidente de Castilla-León, Juan Vicente Herrera, ha manifestado agriamente que de no arreglarse la situación, abandonará la política en vez de presentarse nuevamente a las elecciones autonómicas. El hartazgo y la indignación de las bases es fácil de imaginar.
El dibujo de la situación del PP ha quedado esbozado en la encuesta que hoy publica El País, según la cual el PP habría perdido ya la ventaja electoral que había logrado sobre el PSOE y la ciudadanía piensa mayoritariamente que Rajoy no manda en el PP (el 48% de los votantes del PP y el 71% de los del PSOE). Además, el 71% de los encuestados cree que el PP transmite la sensación de ser un partido desunido, frente al 23% que piensa lo contrario. Finalmente, el 71% desaprueba la gestión de Rajoy, frente al 56% de Zapatero, y el 45% no tiene ninguna confianza en Rajoy frente al 36% de Zapatero.
El ascenso de Gallardón tras las olimpiadas
Por añadidura, Gallardón es considerado mejor candidato que Rajoy frente a Zapatero. A la pregunta de quién tendría más posibilidades de vencer a Zapatero en las generales, Rajoy, Gallardón o Aguirre, el alcalde de Madrid es con diferencia el que, a juicio de la ciudadanía, más claramente le vencería. Incluso el 49% de los votantes socialistas lo piensa.
Así las cosas, no parece aventurado afirmar que el próximo martes Rajoy se juega su futuro. Para un sector relevante de opinión, la reacción llega tarde, y sólo un gesto de gran autoridad, poco probable en un personaje tan apegado a la previsibilidad, le devolvería el ascendiente perdido sobre la organización. Y aun en este caso ?si optara por la formación de gestoras o por la convocatoria de un congreso extraordinario- es francamente A