Política

"Los socialistas comen palomitas mientras disfrutan del espectáculo del PP"



    Esta semana que concluye ha sido la semana del vómito para el PP y sobre todo para su líder Mariano Rajoy. El término, acuñado por Manuel Cobo, ha envenenado a los representantes del principal partido de la oposición en unas jornadas en las que el caso Gürtel apenas ha asomado en los balcones de los medios de comunicación.

    Las consecuencias de las luchas intestinas entre sus representantes pueden ser demoledoras para el partido. Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, ha dado un aviso a navegantes: "Que no cuenten conmigo en 2011 si no arreglan lo de Caja Madrid".

    La Caja madrileña y la elección definitiva de sus consejeros y presidente, además de culebrón con tintes dramáticos, esculpe la lucha sin cuartel entre gallardonistas y aguirristas dispuestos a mantener sus espadas en alto aún sabiendo el duro coste político que puede tener para ellos y para su jefe de filas, Mariano Rajoy.

    Las primeras consecuencias

    Cobo hizo saltar las alarmas al comienzo de la semana y Aguirre respondió llevándole al Comité Nacional de Derechos y Garantías del partido, a dónde acudirá, no antes del 4 de noviembre. El espectáculo verbal, lejos de ser un pulso de poder, ha hecho que muchos medios, afines o próximos a las siglas del PP, vean ya con cansancio y decepción el funcionamiento del partido del que se espera que tenga respuesta y capacidad de Gobierno en el caso de que hoy hubiera elecciones. La voz de una periodista allegada a la oposición insistía en ello: "Los socialistas están comiendo palomitas disfrutando del espectáculo. Ellos no tienen que hacer nada".

    Para abundar más en el asunto de una Caja que deviene en pesadilla, alcaldes de Madrid han reclamado autoridad a Rajoy para que el Comité Nacional de Derechos Garantías tome cartas en el asunto y sancione a Cobo por las acusaciones que vertió sobre la presidenta madrileña a la que han arropado sin precedentes.

    En el rizo de los rizos, Aznar, siempre en clave nacional, se ha pronunciado abiertamente al caer la semana alertando de un presagio: "Si los dirigentes políticos no reaccionan, habrá un momento, dentro de muy poco, en que no podrán salir a la calle".

    El reto de Valencia a la dirección nacional

    Mientras Madrid es una quimera, un delirio, Valencia campa con esa herida maloliente con visos de metástasis. Las manitas y abrazos entre Camps con su otrora número dos perfilan el horizonte. A la chita callando, el president valenciano ha desautorizado hasta lo insostenible las órdenes de Génova 13, aunque Camps insista en negarlo. Entre tanto, Ricardo Costa ha retado por decimocuarta vez a la dirección nacional provocando su suspensión de militancia, aunque sólo "temporal". Ripoll ?secretario del PP en Alicante-, por su parte, no admite que Asencio sea el secretario general de los valencianos, pues no existe ni acta que lo confirme ni firma alguna que lo rubrique -¡espectáculo surrealista a estas alturas!-. Atrás quedaron los tiempos de complicidad y armonía entre Madrid y Valencia.

    Lo que no ha sellado el olvido es la animadversión que Juan Costa, antiguo contrincante de Rajoy, siente por el líder de Pontevedra cuando ya ha pasado un largo año del Congreso de Valencia. El que fuera ministro y secretario de Estado en tiempos de Aznar se ha mostrado poco tibio al expresar ante las cámaras de TVE un temor: "Muchos militantes se están preguntando si somos las personas adecuadas para asumir responsabilidades políticas y si somos una opción con el liderazgo suficiente y creíble para echarnos el país a la espalda",

    ¿Federalismo en el PP?

    Afortunadamente, debe pensar Rajoy, ni Galicia ni Euskadi levantan la voz de momento, salvo por el Concierto vasco, lo que ante este panorama pasa hoy por una bagatela. Los problemas están en la mesa, y al margen de algunas fidelidades, los líderes populares no cesan en despellejarse enarbolando la bandera de la autoridad que confiere los resultados en las urnas, obviando el papel que, como dictan los estatutos, corresponde en exclusiva a Mariano Rajoy.

    El próximo martes, el gallego reúne a los suyos en Comité Ejecutivo extraordinario con el objeto de buscar soluciones a una semana de vomitazo, consecuencia de una crisis abierta desde hace largos meses, quizás años. Hay muchas dudas. Fracturas sin cerrar. Nada aparece despejado en el horizonte salvo las excusas de Cospedal, quien ha pedido perdón ante el bochorno de sus afiliados.

    Pero cunde una sensación de desasosiego y horfandad. Entre su filas hay quienes piensan que el PP se ha abandonado a su suerte a pesar del trabajo encomiable y pertinaz de muchos de sus dirigentes. Otros, creen que el partido se ha entregado a las mieles del federalismo de partidos. Un viraje u otro pueden ser su tumba? Habrá que esperar al ansiado golpe en la mesa.