¿Y si España se marcara un Puigdemont? El improbable milagro del gobierno del último segundo
- Nadie conocía a Puigdemont cuando su pelambrera apareció por sorpresa
Carlos Mier
Y cuando todo parece perdido, aparecen. Sobre el ruido de la bocina que marca el final de un partido empatado, en el último segundo del descuento, en el golpe de efecto final de una película que parecía haber quemado su relato. En la postrera enmienda del último presupuesto. En la complementaria de tu declaración de hacienda fuera de plazo. En el cable rojo o en el cable azul. En el botón que pulsas para detener la cuenta atrás justo antes de que la bomba te estalle en la cara. Sudores fríos. Cara de alivio. Volantazo de puro reflejo. Hemos salvado al mundo.
Milagros. Los dichosos milagros.
Te he estado esperando, noche y día, pero no vi el momento/ Esperé lejos la mitad de mi vida, lejos/ Tuve un montón de invitaciones, alguna me la enviaste tú/ Pero yo estaba esperando por el milagro, el milagro que vendrá. Llegados a este punto, se podría pensar que Leonard Cohen escribió proféticamente esta estrofa de su famosa canción Waiting for the miracle (Esperando el milagro) pensando en Mariano Rajoy. Porque es eso precisamente lo que necesita en estos momentos la política española. Un condenado milagro.
Todo el mundo coincide en que otras elecciones son peligrosas. Para todos. Para "el partido ese del que usted me habla" porque aunque sabe que el más que probable aumento de la abstención le beneficia, encabezar todos los titulares del circo corrupto semana sí, semana también merma su ansiada reconquista. Para los socialistas porque a su líder errante no le quedan dedos para contar la de puñales que le esperan tras la esquina de la medianoche del 2 de mayo, paradójica fecha de levantamientos populares. Y para los emergentes, cada uno en su esquina, porque la ilusión tiene picos y porque la gente empieza a estar harta de la búsqueda del titular facilongo. De segundas transiciones aseadas y de parafernalia sentimentaloide.
Y cuando todo vuelva a quedar parecido, será lo mismo pero peor.
No te quieres enterar
Así que cuando te cocinan a fuego lento, cuando te pasan el relato político por la batidora y te lo sirven en granizado, todo es posible. Camino del cuarto mes de embarazo desde las elecciones, al gobierno en funciones ya se le nota la barriga, pero casi ni nos hemos enterado. PSOE, Podemos y Ciudadanos compiten por demostrar que por ellos no va a quedar, que lo han intentado por activa y por pasiva. Que se han fajado para ponerse de acuerdo mil veces pero que al final solo coinciden en una cosa: que hay uno que sobra. Ese que no se quiere enterar, ye-ye.
Y ahí, entre tanta solución a la valenciana, entre tanto refrito a la andaluza, el pá amb tomàquet se presenta como la receta socorrida cuando abres la nevera y no te queda gran cosa para cenar. Nadie conocía a Carles Puigdemont cuando su pelambrera apareció por sorpresa en el desenlace de un gobierno catalán que preocupaba casi más que el propio gobierno central. Un sobrado Artur Mas sobraba y al final acabó por sobrar cuando nadie lo esperaba.
Y aunque nos parezca casi imposible, después de meninas, Feijóos y Cifuentes, tras negar al Jesús de la Gran Coalición tres veces antes de que cante el gallo, la partida de Mariano Rajoy podría ser el final de relato que se nos vende en fascículos.
De momento, el Rey ha llamado a consultas en dos semanas, suponemos que por los atascos que hay para llegar a Zarzuela. Para ir con tiempo. Unos últimos días que se antojan moviditos, en donde nadie querrá cargar con la losa de tener que gastar otros cuantos milloncejos en papeletas. La solución parece lejana en estos momentos, pero los milagros existen. Cosas más raras se han visto en política.