El 'amor-odio' del PP con C's: de los pactos territoriales al ostracismo tras el 20D
- El presidente no ve "necesarios" a los de Rivera para una 'gran coalición'
- Los 40 escaños de Ciudadanos hacen que el PP les supedite al 'sí' del PSOE
Mario Becedas
Desde que a finales de 2014 y comienzos de 2015 Ciudadanos dio el salto cualitativo y entró en la terna de los cuatro grandes partidos españoles, en el PP empezaron a surgir dudas respecto a una no nueva pero sí renovada formación.
Conscientes de que el sesgo liberal con una cierta aproximación al centro-derecha del partido de Albert Rivera podría ser un riesgo electoral para el PP meses después de que el gurú del partido en esa materia, Pedro Arriola, restase importancia al auge de la formación 'naranja' hizo que en el marco de las incipientes elecciones autonómicas y municipales de 2015 los 'populares' empezasen a sacar la munición contra su rival por el mismo espectro del voto.
Ahí llegaron las referencias continuas al partido como "Ciutadans" por su origen catalán de boca de altos dirigentes de Génova entonces como María Dolores de Cospedal o Carlos Floriano. En esta línea también se dieron ataques como el del delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, cuando dijo: "No quiero que a Andalucía se la mande desde Catalunya, ni un presidente que se llame Albert". A esta dinámica también se sumó el portavoz el PP en el Congreso, Rafael Hernando, llamando "Naranjito" a Rivera.
Sin embargo, las posiciones comunes en muchas materias, especialmente de carácter económico y territorial, además el primer encuentro de carácter privado entre Mariano Rajoy y Rivera dieron paso a un entendimiento que se materializó en comunidades y ayuntamientos. Ciudadanos daba el apoyo al PP para seguir gobernando en comunidades como Madrid, Castilla y León La Rioja o Murcia. Este entendimiento se mantuvo meses, siendo el punto álgido la nueva reunión en Moncloa entre Rajoy y Rivera, esta vez de carácter público, a cuenta del desafío separatista catalán. Ambos líderes expresaron su acuerdo en la materia y su deseo de trabajar juntos para buscar una solución que salvaguardase la unidad de España.
La 'resaca' del 20D
Una entente cordial ésta que se rompió con la llegada de las elecciones del 20D. Tras una campaña en la que ambos partidos marcaron distancias con el otro llegó el enfrentamiento total. Las duras críticas de Rivera a la gestión de Rajoy así como a los casos de corrupción que asolan al PP en las dos sesiones de investidura toda vez que el líder Ciudadanos dejaba caer que 'pediría la cabeza' del presidente en funciones agravaban una herida ya abierta por el hecho de que Ciudadanos decidiese alcanzar un acuerdo con el PSOE tras rechazar Rajoy el encargo de Felipe VI de intentar formar Gobierno.
Este tono agrio en las acusaciones de Ciudadanos contra el PP provocó una cascada de reacciones desde Génova y desde Moncloa. Los 'populares' empezaron a acusar a Rivera de "muleta" de Pedro Sánchez, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, llegó a decir que el cuarto en unas elecciones no podía decidir lo que tenía que hacer el primero y la animadversión y Hernando, que volvía por sus fueros, calificaba a Rivera de "pichón, correveidile y percha".
Una sucesión de reproches ésta que dejó en nada el posterior encuentro entre Rivera y Rajoy y que otorga un difícil papel a Ciudadanos, que pese a todo sigue intentando acercar a PP y PSOE. Tal es así que ayer, en una tema completamente ajeno a la investidura, como fue la detención de Mario Conde, los 'populares' se lanzaron en tromba contra Ciudadanos acusando a los de Rivera de haber proferido elogios en alguna ocasión al exbanquero. Todo ello momentos antes de que se conociese que el ministro Juan Manuel Soria estaba en los 'Papeles de Panamá'.
Escenario actual
Con esta serie de desencuentros se ha llegado al escenario actual, en el que Rajoy, decidido a salir de su inmovilismo de estos meses para pisar el acelerador negociador al límite del plazo para la convocatoria de nuevas elecciones y una vez parece consumado el fracaso de Sánchez a la hora de convencer a la vez a Ciudadanos y Podemos, insiste en relegar al ostracismo a la formación de Rivera.
Ha sido una constante estos meses en el presidente en funciones, subrayada en las últimas horas, su oferta de 'gran coalición' con el PSOE. Una oferta que hace extensiva a Ciudadanos, pero siempre recordando que sus 40 escaños no son "necesarios" y que su apoyo estaría supeditado a que lo diesen primero los socialistas. En cada intervención Rajoy ha dejado clara la débil posición del partido 'naranja' tras el 20D reflejando el anhelo de los 'populares' de recuperar en unos rápidos comicios anticipados parte del voto perdido con Rivera.
Ello explica que en su momento Rajoy se negara a negociar en solitario con Ciudadanos y, partir de ahí, trabajar por el apoyo del PP, la opción que el electorado de ambos partidos veía más plausible en un principio. Sea como fuere, todo parece quedar a expensas de unas nuevas elecciones en las que, esta vez sí, PP y Ciudadanos juntos podrían acercarse a la mayoría absoluta a conseguirla. En ese momento, la relación de 'amor-odio' de los 'populares' con los de Rivera podría dar un nuevo giro. Quizá entonces Rajoy no estaría tan renuente a negociar, a menos que desde Ciudadanos volviesen a insistir en 'pedir su cabeza'.