El asceta Rajoy pasa de un filtrado pacto de izquierdas para el día de la República
Carmen Obregón
Mucho se especula estos días sobre los posibles pactos o la no formación de Gobierno, dos circunstancias dispares que no acaban por llegar. Y mientras Rajoy sigue atrapado en la baldosa en la que ensaya el chotis prescrito por Pedro Arriola -su asesor-, PSOE, Podemos y Ciudadanos continúan sus coloquios.
Que si Podemos ya tiene plan con el PSOE y lo dará a conocer el próximo 14 de abril, día de la República (lo que ha desmentido rotundamente por C's a EcoDiario.es); que si Ciudadanos y Podemos tienen cerrado el Gobierno con Sánchez, y Rivera se quedará con la economía del Gobierno, e Iglesias con seis carteras; o que si Rajoy podría dimitir si todas estas confabulaciones se dieran y finalmente se quedara compuesto y sin novia...
¿Qué va a pasar? ¿Están los españoles cansados de la situación? ¿Cómo afecta este impasse a los intereses de los partidos políticos? Los diez sucesores de Rajoy (incluido él mismo).
Este martes el CIS aseguraba que si bien el 80% de los españoles está preocupado por la situación política, solo al 3,4% le inquieta que aún no se haya formado Gobierno, situándose como octavo problema nacional.
A PSOE, Podemos y Ciudadanos también les preocupa esta situación. Estos días, cada formación está intentando jugar la mejor partida para sus intereses a corto y largo plazo. Hablan de buena voluntad, de acuerdos, de agenda social y económica. Y en el devenir de sus conversaciones se esmeran en demostrar que tienen de su lado a un electorado que les apoya, y aunque todos quieren sillas ministeriales, nada se hará, argumentan, si no es por el bien de España. No obstante, este viernes se despejarán algunos interrogantes.
En el PP -entre el culto al líder, la ley del silencio, las cuchilladas en la oscuridad, o la pública consigna de dejemos las cosas como están, y hagamos de la frase de San Ignacio de Loyola (En tiempos de tribulación, no hacer mudanza) la esencia intelectual del partido- reina la desesperación más allá de que la demoscopia dibuje una sonrisa en el rostro de Moncloa y Génova.
Pero la vida continúa, y los mentideros políticos proclaman pactos (algunos imposibles), lo cual atemoriza al PP más avanzado. Pese al temporal, fundaciones como la Red Floridablanca animan a sus líderes a romper con la monotonía y a cambiar el rumbo impuesto hasta ahora. Reclaman, como dictan los estatutos del partido, un Congreso nacional. Y demandan que sea abierto: es decir, un militante, un voto. Los nombres no importan. Pesan los proyectos. Tienen incluso la esperanza de corregir el devenir del PP, de actualizar el verdadero número de militantes, e invitan mediante firmas a adherirse a la causa. Anhelan que la formación "liberal-conservadora" se modernice, se regenere y sea alternativa de Gobierno a su propio Gobierno. Albergan la ilusión de estar a tiempo de corregir el destino de sus siglas. Un sudoku complicado si tenemos en cuenta que la voz oficial defiende a ultranza que esas cuestiones, ahora, sencillamente "no tocan".
A la espera de la reencarnación
De momento, a Rajoy solo le desfiguran el gesto las preguntas sobre la corrupción dentro de su partido. Por lo demás, no habla de pactos y no hace mención alguna a sucesiones. No lo ve necesario. La gran escapada es la electoral. Además, a los populares, dice su círculo más estrecho, no le salen otras cuentas que no sean las de repetir comicios. El ascetismo de Rajoy, sin comer, sin beber, sin coger el teléfono para dar siquiera una opinión u ofrecer una contrapartida para hacerse fuerte en el terreno de las iniciativas, se balancea soñando con el perseguido estado del Nirvana.
Rajoy es ajeno a las cábalas de los demás. Ignora la vida cotidiana y las distracciones de sus contrincantes y adversarios. Aísla su entorno y se prepara para su reencarnación. Algunos sondeos le dan justificadas esperanzas para ello. Mientras tanto, desprecia las "comedias de enredos" de los demás y no hace demasiado caso a aquellos que se alarman con un pacto inminente con factura de izquierdas y filigranas de Ciudadanos.
Llegar al nirvana, al abandono absoluto, no es fácil. Ni siquiera para los versados en la materia. Primero, Rajoy tendrá que salvar el obstáculo del pacto de los demás sin contar con él. Segundo, habrá de convencer, en el caso de ganar elecciones y de sumar mayoría suficiente con Ciudadanos, de que su liderazgo es imperturbable, que no tiene competidor, que acumula el buen karma. En definitiva, una operación sobrenatural.