Política

La legalidad española está vigente en Cataluña

    Mas y Forcadell, ayer en el Parlament. <i>Imagen: EFE</i>

    Víctor Arribas

    Papel mojado. Brindis al sol. Gesto hostil tan vacío como inútil. Todo esto y no otra cosa es la resolución aprobada en el Parlament que pretende hacer creer a una parte de los ciudadanos catalanes y a cuantos más españoles mejor que Cataluña ya no funciona con la legalidad emanada de ninguna institución que no sea su Cámara legislativa, haciendo especial énfasis en su desconexión total respecto al tribunal Constitucional que será el sentenciador de la ilegalidad y el sancionador de la desobediencia. Lo aprobado tiene tanta validez como si un ciudadano de Burgos se declarara bielorruso. Declárese usted lo que desee, porque seguirá siendo lo que es.

    El Código Penal, el Código de Circulación, la Ley de Financiación de los partidos que persigue a aquellos que hayan cobrado el 3% a las empresas, textos jurídicos aprobados todos ellos por instituciones españolas, siguen tan vigentes hoy en Cataluña como lo estaban el día 8 de noviembre de 2015.

    El desenganche legal sólo ha ocurrido en las mentes fabuladoras de un grupo de dirigentes políticos que profesan un odio irrefrenable hacia su país y son capaces de llevar a sus convecinos al abismo con tal de dejar patente ese odio antiespañol.

    ¿Con arreglo a qué ley se somete a una investidura que será fallida Artur Mas, en el último día del plazo admitido para que haya un candidato? ¿En cumplimiento de qué legislación dice la CUP que hay plazo hasta el 9 de enero para encontrar un candidato que reciba la confianza del Parlament?

    Muy sencillo: lo hacen de acuerdo con el Estatuto de Cataluña y la LOREG, leyes españolas desde la primera letra a la última, que siguen vigentes en la comunidad catalana como ratifican con sus actos los insurgentes. Las mismas disposiciones que otorgan a la presidenta Forcadell las atribuciones que tiene, ni una sola más ni una menos, y que en caso de conculcar será la primera responsable con su bolsillo primero y con la pérdida de su cargo después.

    Por tanto, legalidad en Cataluña hay de sobra. Igual que cinismo. Para el candidato fallido Mas, ahora sí valen los votos, porque comenzó su discurso de no investidura presumiendo de su victoria en número de papeletas en todas las comarcas catalanas y en el 97% de los municipios. Es el curioso arte de contar votos cuando interesa, o contar escaños cuando es más rentable a las posiciones políticas de uno.

    El gesto serio del presidente en funciones durante toda la sesión va confirmando lo que dijimos en este mismo foro el 25 de septiembre, que a Mas se le congelaría la sonrisa, porque su investidura sería demasiado cara teniendo como pretendidos socios a los irresponsables anticapitalistas del partido que ha logrado el 8,2% de los votos emitidos.

    En algo nos equivocamos entonces: en no vaticinar que las cesiones constantes, que han convertido a Mas en un patético dirigente mendigando votos a la ultra izquierda, no iban a obrar el milagro de mantenerle en la caricatura de presidencia en que ha transformado su puesto institucional.