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Agbar limpia el agua de Santiago de Chile



    Aguas de Barcelona (Agbar) es propietaria de Aguas Andinas, la sociedad encargada de gestionar en la mayor parte de la ciudad de Santiago de Chile los servicios relacionados con el ciclo integral del agua, entre ellos los de suministro de agua potable y alcantarillado. Aguas Andinas, de la que Agbar controla el 56 por ciento del capital, es una de las mayores empresas latinoamericanas del sector, con más de seis millones de clientes y una concesión que incluye un territorio de más de 70.000 hectáreas.

    Agbar llegó a Chile hace ya 13 años. En aquel momento, solamente el 3 por ciento de las aguas residuales del país se reciclaban. Los ríos estaban contaminados y la venta de las concesionarias de abastecimiento de aguas fue la  solución elegida por el gobierno chileno para intentar poner remedio a una situación que a finales del siglo pasado era insostenible.

    La empresa española, por aquel entonces controlada a partes iguales por La Caixa y el grupo francés Suez, compró una participación mayoritaria en Aguas Andinas, la concesionaria del abastecimiento de la capital Santiago, y de otras dos regiones del país. El estado chileno conservó entonces el 35 por ciento del capital de la compañía. El  precio pagado ascendió a casi 1.000 millones de euros.

    Desde entonces, Agbar, compañía que preside Ángel Simón, ha desembolsado otros 1.000 millones para conseguir que las aguas de Chile sean las más limpias del continente latinoamericano. Las aguas residuales del país, de las que sólo se depuraba un 3 por ciento, han pasado a ser totalmente tratadas, de forma que vuelven a ser aptas para su uso antes de ser devueltas a los ríos. "Es un proceso se ha realizado tan sólo en 12 años, cuando en algunas zonas en Europa hacer lo mismo ha costado más de 30 años y, en muchos casos todavía no está otalmente culminado", explica el presidente de Agbar, Ángel Simón.


    La obra que culmina este proceso es la última ampliación de la planta depuradora de Trebal-Mapocho, en el suroeste de la ciudad de Santiago. Curiosamente, esta fue la primera infraestructura que Agbar construyó en Chile a principio
    de siglo y, con esta última fase, será también la que cierre el proceso de depuración de aguas.

    Su puesta en funcionamiento está prevista para este mes de junio y la inversión realizada ronda los 200 millones de euros. La nueva depuradora incluye los principales avances tecnológicos en lo que se refiere al tratamiento de los lodos y al aprovechamiento del gas metano que se genera en el proceso para producir energía eléctrica.

    Presión de Estados Unidos

    La depuradora de Trebal-Mapocho trata las aguas residuales del área metropolitana de Santiago de Chile,
    donde residen casi la mitad de los 17 millones de habitantes que tiene Chile. La inversión global (incluidas
    todas las fases del proyecto) ha ascendido a 747 millones. Esta planta es la mayor, pero no la única, ya que Aguas Andinas ha invertido en otras dos instalaciones menores en otros puntos del país.

    La decisión del Gobierno chileno de acelerar el proceso de
    depuración de todas sus aguas residuales tiene un motivo, más allá del meramente medioambiental.

    Chile es un importante exportador de fruta a Estados Unidos y, como consecuencia de los acuerdos bilaterales
    con aquel país, está obligado a la depuración del cien por cien de sus aguas. Con la depuración de todas las aguas residuales "pasamos a ser un país de primer nivel en el cuidado del agua", destaca el presidente de Aguas Andinas, Felipe Larraín. Aguas Andinas es la filial internacional que más pesa en el balance consolidado de Agbar. La empresa
    chilena le aporta 150 millones de beneficio al año y la compañía calcula que, una vez entre en funcionamiento de la última fase de la depuradora de Mapocho, mejorará
    su eficiencia de costes y logrará, incluso, aumentar su rentabilidad.
    Uno de los grandes valores de la empresa es que, a diferencia de otras compañías, cuenta con concesiones
    y derechos de agua sin un plazo determinado de finalización.

    Estructura societaria

    Aguas Andinas es el principal activo de Inversiones Aguas Metropolitanas, que a su vez es filial de Aguas de Barcelona (Agbar), que controla un 56 por ciento de esa sociedad. El resto de las acciones cotizan en bolsa, excepto un 5 por
    ciento que sigue en manos del Gobierno chileno.

    Durante 2010, Aguas Andinas generó ingresos totales de 702,9 millones de dólares (550 millones de euros) y un ebitda de 426,7 millones de dólares (335 millones de euros).

    Los ingresos de la compañía derivan principalmente de la prestación de servicios regulados, lo que comprende la producción y distribución de agua, recolección y tratamiento de aguas residuales que en conjunto generaron, durante el año 2010, el 90,4 por ciento los ingresos totales. Los servicios no regulados (análisis ambiental, venta de materiales y suministros) representaron, para el mismo año, el 9,6 por ciento restante de los ingresos.

    El factor más importante para la determinación del resultado de la compañía es la fijación de tarifas por los servicios regulados que la empresa presta. Dado su condición de monopolio, las tarifas de la compañía son fijadas según la Ley de Tarifas de los Servicios Sanitarios, vigente en Chile desde el año 1988 lo que ha permitido desarrollar un alto nivel de estabilidad. Las tarifas son fijadas cada cinco años y durante dicho período, están sujetas al reajuste mensual de la inflación, siempre y cuando, las variaciones acumulativas desde el reajuste anterior sean iguales o mayores al 3 por ciento.

    A 31 de diciembre de 2010, el número de clientes de Aguas Andinas con servicio de agua potable fue de 1.577.195, lo que supuso un alza de 1,8 por ciento en relación al año anterior.

    En cuanto a los clientes con servicio de alcantarillado, estos ascendieron a 1.549.983, lo que implicó un 1,7 por ciento de crecimiento respecto de 2009. A nivel consolidado, el número de clientes de agua potable llegó a 1.908.816 y de alcantarillado a 1.865.772.

    Venta de acciones

    En junio del año pasado, el Gobierno de Chile decidió reducir su participación en Aguas Andinas del 35 al 5 por ciento mediante un proceso de subasta. En la operación, el ejecutivo logró unos ingresos de 982 millones de dólares (773 millones de euros). La venta se enmarcó en un proceso de enajenación de activos de firmas de agua potable, que impulsó el gobierno del presidente Sebastián Piñera.

    La operación de venta, que se realizó en base a un múltiplo de casi 11 veces el ebitda generado en 2010, valoró entonces el cien por cien de Aguas Andinas en aproximadamente 3.283 millones de  dólares (2.584 millones de euros). Debido a la base de clientes es relativamente estable y la gran mayoría del negocio se encuentra regulado la compañía ha mantenido una gran estabilidad en sus resultados.