Opinión

Pequeñas empresas, grandes países

  • Invertir en pequeñas empresas es invertir en resiliencia territorial, innovación distribuida y empleo cualificado

César Ramos

"Ninguna empresa es pequeña cuando hace bien lo que hace". Esta afirmación, más que una reflexión inspiradora, es una realidad tangible cuando hablamos del tejido industrial español. Porque en un país que aspira a liderar sectores clave como la Defensa, la Seguridad, la Aeronáutica o el Espacio, el tamaño no lo determina todo: lo que importa es su impacto. Y ese impacto, hoy más que nunca, lo están generando, también, las pequeñas y medianas empresas.

En TEDAE, el 70% de sus empresas asociadas son PyMEs. No se trata de una estadística anecdótica, sino de la evidencia de que la columna vertebral de nuestra industria tecnológica y de Defensa está formada por cientos de compañías que, desde todos los rincones de España, aportan talento, innovación y valor. Son empresas que, lejos de los focos, diseñan elementos clave para un satélite, fabrican componentes críticos para un avión de combate o una fragata, desarrollan software de alta precisión o sistemas de comunicación avanzados. Empresas que, sin hacer ruido, hacen país.

Las PyMEs aportan flexibilidad, capacidad de innovación y una gran cercanía territorial. Tienen presencia en todas las comunidades autónomas, contribuyen a generar empleo de calidad allí donde se implantan y son fundamentales para descentralizar el desarrollo tecnológico y económico. Desde un taller en la cornisa cantábrica hasta una startup tecnológica en Andalucía, su impacto se hace visible en múltiples ámbitos y regiones.

Estas empresas desempeñan un papel clave como generadoras de talento, desarrolladoras de soluciones tecnológicas avanzadas y proveedoras de capacidades críticas para grandes programas nacionales y europeos. Su aportación no compite con la de las grandes empresas: la complementa y la refuerza. Sin una red sólida de proveedores y socios especializados, sería muy difícil mantener la capacidad industrial que hoy nos permite tener voz propia en Europa y en el mundo.

No obstante, las PyMEs se enfrentan a desafíos específicos, especialmente en lo que respecta a la financiación. El acceso a recursos en condiciones competitivas, la complejidad de las ayudas públicas, la necesidad de anticipar inversiones en I+D+I o los plazos de pago prolongados son barreras que condicionan su crecimiento y proyección internacional.

Por eso valoramos positivamente iniciativas como la del Banco Europeo de Inversiones, que ha anunciado la ampliación de su apoyo financiero al sector, pasando de 1.000 a 3.000 millones de euros en préstamos intermediados destinados a pequeñas y medianas empresas de la cadena de suministro de Defensa. Este tipo de medidas, si se aplican de manera eficaz y equitativa, pueden tener un impacto transformador.

Desde TEDAE defendemos que el fortalecimiento de las PyMEs requiere también políticas industriales estables, que faciliten el acceso a la financiación, simplifiquen los procesos administrativos, impulsen su participación en proyectos tractores y reconozcan su papel estratégico. Porque cuando una PyME avanza, toda la cadena de valor avanza con ella.

Casos como el de una empresa tecnológica que, con pocos empleados, pero una alta especialización, ha conseguido integrarse en programas internacionales desarrollando soluciones de alto valor añadido para sistemas complejos, reflejan la capacidad de estas compañías para superar barreras, innovar y contribuir con excelencia a proyectos que benefician al conjunto del país. Es solo uno entre muchos ejemplos que demuestran cómo las buenas ideas, cuando se respaldan adecuadamente, pueden competir al más alto nivel.

En TEDAE conocemos bien a estas empresas. Las representamos, las apoyamos y trabajamos para que estén integradas en la visión común de una industria robusta, cohesionada y competitiva. Somos conscientes de que el progreso del sector pasa por la colaboración activa entre empresas grandes, medianas y pequeñas, y nuestro compromiso es seguir facilitando esos puentes.

La industria tecnológica y de Defensa española tiene ante sí grandes retos: sostenibilidad, digitalización, autonomía estratégica. Afrontarlos requiere la participación coordinada de todos los actores del ecosistema. Y en esa construcción colectiva, las PyMEs son una parte imprescindible.

Invertir en ellas es invertir en resiliencia territorial, en innovación distribuida, en empleo cualificado y en cohesión económica. En definitiva, es apostar por un país más fuerte, más equilibrado y más preparado para afrontar el futuro.

Porque si algo hemos aprendido, es que el tamaño no determina la importancia. Cada empresa, desde su lugar, aporta valor. Y juntas, hacen posible una España industrialmente sólida y tecnológicamente avanzada. Hay empresas que, sin ser grandes, sostienen un país.