Opinión

China, prudencia y estrategia en el año de la serpiente de madera


    Stephen Li Jen

    La cultura y las tradiciones chinas conforman una relevancia especial para su población. Ejemplo de ello es el Festival de la Luna o el Año Nuevo Chino que cada año da comienzo acompañado de un animal que lo representa en el zodíaco chino. 2025 es el turno de la serpiente de madera, símbolo de sabiduría, prudencia y estrategia, que podría suponer, para muchos, un año de recuperación económica moderada gracias a los estímulos fiscales y los ajustes en las políticas de Pekín. Así, ¿qué podemos esperar del devenir de su economía y qué retos tendrá que afrontar el gigante asiático en el futuro más inmediato?

    Si comenzamos analizando el escenario económico de China este 2024, sin lugar a dudas el país ha tenido que sortear significativos obstáculos, entre ellos un mercado inmobiliario cerca de la crisis y un clima lleno de incertidumbre dadas las posibles políticas arancelarias. En esta línea, las normativas implementadas desde el gobierno han generado, a lo largo de los últimos años, cierto descontento entre su población y principalmente por parte de los inversores privados. Aquellas regulaciones que comenzaron a ver la luz en 2023 han resultado ser no del todo positivas para su economía y para algunos sectores particularmente, como el inmobiliario cuyo crecimiento se ha visto estancado. De hecho, con el objetivo de evitar una crisis económica, muchas de ellas esperan ser revertidas de forma gradual a lo largo de este 2025.

    A pesar de esta compleja coyuntura, es innegable que el gigante asiático cuenta con todas las papeletas para alcanzar un crecimiento robusto y su potencial es claro. Si bien es cierto que, como ya advertimos el año anterior, el ahorro excesivo por parte de los hogares unido a los recortes del gasto podrían provocar la deflación de los precios de producción y de consumo, una tendencia que estaría definiendo su economía un año más. Gran parte de los ahorros obtenidos en el pasado se han destinado a inversiones y a la consolidación de capacidades, lo que ha provocado un desequilibrio entre la oferta y la demanda cada vez más difícil de compensar. En consecuencia, ante las continuas decepciones que el pueblo chino ha sufrido frente a un gobierno que antepone políticas firmes y contrarias al crecimiento, recuperar la confianza será vital para 2025.

    En paralelo se suma la relación negativa entre bonos y acciones registrada durante el último trimestre de 2024 que arrojaría diversas hipótesis. Los niveles de volatilidad alarmaron sobre una posible "burbuja de bonos" provocando que el Banco Popular de China (PBOC) tuviera que actuar para aumentar la disponibilidad de liquidez del país. Las fluctuaciones experimentadas en la bolsa afectaron a la confianza de los inversores privados ante dicha situación. Sin embargo, la baja inflación de China durante 2024 (0,1% en 2024 y 3,1% acumulada desde 2020, frente al 2,5% y 22% en EE.UU.) permitió que el desempeño de los bonos fuera superior al esperado. Desde 2022 los bonos en RMB se han revalorizado un 22% acumulado (rendimiento total). Un cambio en las políticas económicas podría permitir que los precios de las acciones subieran y los rendimientos de los bonos fueran superiores, permitiendo así, que las acciones chinas se estabilizasen.

    Por otro lado, la segunda economía más grande del mundo se enfrenta, además, a tensiones internacionales protagonizadas por el país norteamericano. Pese a que se desconoce de qué modo podría Trump implementar su política comercial, se espera que quizá que los aranceles de importación sobre productos chinos se incrementen de forma significativa. Un suceso ya previsto, no obstante, desde China. Así, como estrategia correctiva para hacer frente a un choque arancelario similar al de 2018, las exportaciones se han desviado a través de terceros países como México y Vietnam, convirtiéndolos en los países exportadores nominales a EEUU.

    De cualquier modo, aunque la cuota de mercado de exportación de China al país norteamericano haya descendido hasta la tercera posición, las exportaciones totales de Pekín siguen siendo extremadamente fuertes, alcanzando unos 3.5 billones de dólares en 2024, frente a un promedio de 3,1 billones de dólares en los cinco años anteriores y 2.3 billones de dólares en los cinco años previos a 2019. Así, el superávit comercial total de China ascendió a unos 969.000 millones de dólares en 2024, frente a 421.000 millones de los datos prepandémicos registrados en 2019, según Bloomberg.

    Por lo tanto y pese a la incertidumbre que rodea este escenario, China cuenta con un muy sólido sector manufacturero, el cual podrá ser apoyado por políticas de estímulo para socavar los posibles riesgos que puedan surgir en materia de exportaciones.

    Centrándonos en un enfoque de mejora y en aras de evitar una crisis severa, Pekín probablemente continuará trazando un amplio arco de cambio político que comenzó en 2023—en el que situaba al desarrollo económico como el principal objetivo político—y que continuará en 2025. En el año de la serpiente de madera, mantenemos nuestras expectativas optimistas y creemos que el resultado lógico en 2025 incluirá una economía más fuerte acompañada de medidas contundentes. La economía china podría estar tocando fondo.