Los aspectos emergentes del 'Compliance'
Javier Puyol /Magistrado y letrado del Tribunal Constitucional en excedencia. Socio director de Puyol Abogados
El Compliance, como disciplina estratégica y fundamental en las organizaciones modernas, ha adquirido una relevancia cada vez mayor debido a los rápidos cambios normativos, tecnológicos, sociales y económicos producidos que impactan de una manera singular y determinante en el ámbito de las empresas a nivel global.
Estos cambios han generado una serie de aspectos emergentes que configuran un entorno de cumplimiento normativo mucho más exigente y complejo, que exige básicamente a las empresas desarrollar modelos de cumplimiento robustos, dinámicos y adaptativos a las nuevas circunstancias a las que se han de enfrentar.
Estos nuevos aspectos del Compliance no solo buscan asegurar que las empresas cumplan con las leyes y normativas vigentes, sino que también promuevan valores tales como: la sostenibilidad, la ética, la transparencia, y, la responsabilidad social que trasciendan el mero cumplimiento legal.
Uno de los aspectos más destacados en la evolución del Compliance es la incorporación de los factores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) como una prioridad estratégica.
En un contexto donde los reguladores, los inversores, los consumidores, y, otras partes interesadas demandan mayor transparencia sobre los impactos ambientales y sociales de las organizaciones, los marcos normativos han evolucionado para exigir a las empresas una integración plena de los criterios ESG en sus operaciones y reportes.
Esto incluye métricas específicas relacionadas con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la eficiencia energética, las prácticas laborales justas y la diversidad en los órganos de gobierno.
Para cumplir con estas exigencias, las empresas deben desarrollar sistemas avanzados de monitoreo y recopilación de datos, implementar auditorías independientes, y, al mismo tiempo, adoptar tecnologías que permitan generar informes confiables y verificables.
Este desafío no solo requiere la implementación de recursos significativos, sino también un cambio cultural dentro de las organizaciones, donde la sostenibilidad se convierta en un pilar central de las decisiones estratégicas.
En paralelo, cabe destacar la importancia que ha cobrado y que tienen en la actualidad tanto la protección de datos personales, como la ciberseguridad, las cuales han emergido como áreas críticas dentro del ámbito del Compliance, impulsadas por la acelerada digitalización de las operaciones empresariales, y, como expresión de un crecimiento exponencial de los datos que manejan las organizaciones.
Estas normativas no solo imponen sanciones significativas por incumplimientos, sino que también obligan a las empresas a ser transparentes en el uso de los datos, garantizando con ello el consentimiento informado de los usuarios, y de manera simultánea, el hecho de establecer medidas de seguridad avanzadas para prevenir violaciones de datos o brechas de seguridad con relación a los mismo, que ha llevado a que las empresas adopten tecnologías, como puede ser la inteligencia artificial, con la finalidad de detectar patrones de comportamiento anómalos; o, implementar sistemas de encriptación avanzada, y, así poder desarrollar planes de respuesta ante incidentes que minimicen el impacto de posibles ciberataques.
Otro aspecto emergente del Compliance está relacionado con la globalización de los mercados y la necesidad de cumplir con normativas transnacionales. En este sentido, las regulaciones imponen exigencias a las empresas no solo en sus operaciones locales, sino también en sus actividades internacionales. Esto incluye la obligación de prevenir sobornos, realizar evaluaciones de riesgos específicos de cada país, y, garantizar que sus socios comerciales cumplan con los mismos estándares éticos y legales.
En este contexto, debe destacarse el papel que juegan las tecnologías avanzadas, las cuales están transformando radicalmente el panorama del Compliance. Así, las herramientas basadas en inteligencia artificial, aprendizaje automático, y, el análisis de Big Data, están permitiendo a las organizaciones mejorar la eficiencia y efectividad de sus programas de cumplimiento.
Estas tecnologías no solo automatizan procesos como el monitoreo de transacciones financieras en tiempo real, la detección de actividades sospechosas, y, la generación de reportes regulatorios, sino que también proporcionan información predictiva, que ayuda a las empresas a anticiparse a posibles incumplimientos. Sin embargo, el uso de estas herramientas plantea nuevos desafíos éticos y normativos.
Las empresas deben garantizar que los algoritmos utilizados sean transparentes, que los mismos no generen sesgos discriminatorios, y, que, además, cumplan con las regulaciones de privacidad y protección de datos, lo que añade una capa adicional de complejidad al cumplimiento normativo.
Del mismo modo, factores como la diversidad, la equidad y la inclusión también se han convertido en un eje fundamental del Compliance, impulsados tanto por normativas, como por la creciente presión social para que las empresas promuevan entornos laborales inclusivos y equitativos, que exigen que las organizaciones respeten los derechos humanos en todas sus operaciones, incluidas sus cadenas de suministro. Esto implica garantizar condiciones laborales justas, eliminar prácticas discriminatorias, promover la igualdad de género, y, fomentar la representación de grupos subrepresentados en todos los niveles de la organización.
En el ámbito de la gobernanza corporativa, el Compliance se ha centrado cada vez más en la rendición de cuentas, y, la exigencia de transparencia de los órganos de gobierno. Esto incluye garantizar que los consejos de administración estén compuestos por miembros con experiencia en áreas clave, como el cumplimiento normativo, la sostenibilidad, o, la gestión de riesgos.
Además, las organizaciones están implementando sistemas de evaluación del desempeño ético de sus líderes, y vienen estableciendo programas de formación con el fin de garantizar de manera adecuada, que todos los niveles de la organización comprendan la importancia del cumplimiento y la ética en las decisiones empresariales.
Las organizaciones deben ser capaces de adaptarse rápidamente a estos cambios, lo que requiere un enfoque ágil y flexible en el diseño e implementación de sus programas de cumplimiento. Y ello incluye, la capacidad de monitorear continuamente el entorno normativo, el hecho de evaluar el impacto de los cambios regulatorios y la posibilidad de ajustar sus políticas y controles a estas nuevas exigencias.