Opinión

¿Es la reducción de la jornada laboral la mejor medida para nuestras empresas y empleados?

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    Nicolás Ramilo. Director General de Great Place to Work

    El tiempo es oro. Pero el oro no lo es todo. Desde hace algunos meses, asistimos a un muy interesante debate sobre la reducción progresiva de la jornada laboral, un paso que sin duda tiene ventajas y que, más pronto que tarde, será una realidad en España.

    Ahora bien, existe el riesgo de que esta medida tan atractiva eclipse un debate de fondo mucho más importante, porque la reducción, por sí misma, no hará que mejore el día a día en nuestros puestos de trabajo. El beneficio llega, como sabemos los expertos en entornos laborales, al construir una cultura madura y de confianza en las empresas. Se trata de trabajar mejor. Menos, quizás también, pero sobre todo mejor.

    Después de observar durante 20 años a las Mejores Empresas para Trabajar en España – gracias a nuestro ranking anual Best Workplaces–, sabemos que motivar a una plantilla pasa por aumentar su autonomía y que todos en la compañía tengan claros los objetivos. Salir una hora antes del trabajo puede sonar bien, pero lo importante es sentirse valorado, y para ello es preciso confiar en el potencial de los equipos, en su capacidad de organización, porque al hacerlo por sí mismos aumentan las posibilidades de conciliar, crecer y desarrollarse.

    Desde 2019 preguntamos a más de 300 mil empleados en toda España por su percepción sobre la confianza en sus puestos de trabajo, y la respuesta es muy similar desde entonces hasta el día de hoy: sólo en torno al 60% afirma que está dispuesto a dar más de sí mismos para hacer su trabajo, un porcentaje que sube al 88% en el caso de Las Mejores Empresas para Trabajar en España; es decir, casi tres personas más de cada diez, en el mejor de los casos, no se sienten lo suficientemente valoradas como para aportar más. Y tres personas en una reunión marcan la diferencia.

    Las Mejores Empresas para Trabajar en España son ejemplo de culturas maduras que, trasladando autonomía a sus equipos, tienen una enorme flexibilidad en horarios y medidas. Algunas de ellas tienen más de 80 medidas de conciliación. Esa cultura sólida es un ejemplo de cuidado del trabajador y de orientación a resultados, sin basar necesariamente su relación con el empleado en la cantidad de horas trabajadas.

    Por tanto, no nos deberíamos centrar en reducir la cantidad de horas de trabajo como medida generadora de bienestar, sino mejorar las culturas de las compañías para hacerlas lo suficientemente maduras como para afrontarlo. Como observadores del mercado vemos un avance en la intención de mejorar el bienestar, la diversidad y la conciliación en la mayoría de las compañías españolas.

    Por ejemplo, hemos visto un cambio en empresas del sector agrario, que desde hace años les preocupa la satisfacción de sus equipos. Pero esa preocupación llega cuando la compañía es madura, no cuando se implantan medidas. Ayudemos a las organizaciones a que sean impulsoras del talento que tienen en sus plantillas.

    ¿Y en qué consiste esa cultura madura? ¿Cómo se consigue esta transformación?

    Ayudando, por ejemplo, a los directivos a mejorar la definición de objetivos, a confiar en el talento de sus empleados, en motivarles e inspirarles con propósitos que tengan un impacto más allá de los meros resultados operativos, fomentando la innovación, dando más autonomía a los trabajadores. Aquí es importante señalar que sólo el 54% de las personas se siente informado sobre temas y cambios importantes.

    Trabajemos, por tanto, por mejorar el bienestar en las empresas. En nuestro último estudio de Bienestar, observamos que cuando las personas son escuchadas multiplican sus niveles de satisfacción en más de un 50% respecto a aquellas que no se sienten así.

    Lo interesante es que muchos directivos ya son conscientes de ello, la diferencia está en la puesta en práctica. En Great Place to Work® analizamos la frecuencia en la que estas conductas son realidad y siempre existe un gap entre directivos, mandos, y empleados. Rápidamente pensamos que escuchamos, reconocemos, confiamos… y la realidad es que pocas veces lo hacemos en la frecuencia adecuada y/o necesaria. Elevar la exigencia en la frecuencia y la calidad en la gestión del talento es donde debe centrarse el debate, pues es lo que discrimina a las Mejores Empresas para Trabajar de aquellas que no lo son.

    En definitiva, la cantidad de horas trabajadas no es la única variable que determina el éxito. No debemos confundir el tiempo con la productividad ni el esfuerzo con el resultado.

    La confianza, la autonomía y el bienestar de los empleados son la piedra de toque que deben convertirse en aceleradores del cambio en la productividad y, por ende, en la cantidad de horas trabajadas. Reduzcamos, como parece que llegará, la jornada laboral, pero antes transformemos la cultura de las empresas para que realmente sea un éxito.