Opinión

Las brechas digitales: un problema que no cesa

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    Javier Puyol /Magistrado y letrado del Tribunal Constitucional en excedencia. Socio director de Puyol Abogados

    El artículo 81 de la Ley 3/2018, de 5 de diciembre de Protección de Datos y garantía de los derechos digitales, ha reconocido básicamente la existencia dentro del ámbito de la tecnología la existencia de brechas digitales por razón de género, por razón del ámbito de residencia de la población, ya radica la misma en un entorno urbano, o este sea de carácter rural, y también la llamada brecha generacional, en función de la edad del usuario de la tecnología. La desigualdad en el acceso a Internet y las TIC se conoce como brecha digital.

    Tal como se señala desde Iberdrola, la brecha digital se atribuyó en un primer momento al subdesarrollo y se percibió como algo pasajero que desaparecería con la popularización de la tecnología. En cambio, la fractura persiste hoy a pesar de la comercialización masiva de dispositivos electrónicos con acceso a Internet. Las causas pueden ir desde el alto precio de los dispositivos mencionados a la falta de conocimientos sobre su uso o al déficit de infraestructuras para su acceso.

    Al hilo de esto, se hace necesario hacer un breve examen de los principales tipos de brecha digital:

    a). En primer término, encontramos la llamada Brecha de acceso. Se refiere a las posibilidades que tienen las personas de acceder a este recurso. Aquí entran en juego, entre otras, las diferencias socioeconómicas entre las personas y entre los países, ya que la digitalización requiere de inversiones e infraestructuras muy costosas para las regiones menos desarrolladas y para las zonas rurales.

    b). En segundo lugar, la Brecha de uso. Hace referencia a la falta de competencias digitales que impide el manejo de la tecnología. En este sentido, y por poner un ejemplo, la UIT señala que hay 40 países en los que más de la mitad de sus habitantes no saben adjuntar un archivo a un correo electrónico.

    c). Y, finalmente, la llamada Brecha de calidad de uso. En ocasiones, se poseen las competencias digitales para manejarse en Internet, pero no los conocimientos para hacer un buen uso de la red y sacarle el mayor partido posible. Los grupos sociales en función de su acceso y un uso diferente de la tecnología se suelen determinar principalmente sobre la base de criterios económicos, geográficos, de género, de edad o culturales, entre otros. Entre los diferentes tipos de brecha digital que existen, la brecha digital de acceso es una de las más habituales.

    Se refiere a las posibilidades que las personas tienen de acceder a este recurso. Aquí entran en juego las diferencias socioeconómicas entre las personas y los países. El otro tipo de brecha digital más común es el de la brecha de uso que hace referencia a la falta de competencias digitales que impide el manejo de la tecnología. Con relación a los motivos tradicionales que provocan la existencia de dicha brecha digital, desde Telefónica se apunta a las razones de tipo económico, como causantes de dicha desigualdad. Se señala que es un problema evidente de nuestro tiempo, y que el mismo debe ser eficazmente combatido a los efectos de que dichas diferencias desaparezcan de manera completa y definitiva. Es evidente, que poco a poco la brecha digital disminuye, en especial, en los países desarrollados, pero todavía queda mucho por hacer en el resto de las regiones del mundo. Una cruzada en la que instituciones públicas y empresas privadas deben colaborar, como única forma de que algún día todas las personas tengan de manera real y efectiva, las mismas oportunidades en un mundo completamente digitalizado, que no es otra cosa que el futuro de todos.

    Recientemente en un interesante artículo de opinión, Román Porres analizaba la existencia de la brecha digital desde la perspectiva de la Inteligencia Artificial, y como a través de la misma, se va a cambiar el sentido y la relación de las personas con relación a la tecnología. Así, señalaba que el principio fundamental de la inteligencia artificial consiste en imitar y luego superar la forma en que los seres humanos observan y responden al entorno, convirtiéndose rápidamente en el pilar esencial de la innovación.

    Esta forma de inteligencia, respaldada por diversas modalidades de aprendizaje automático, que identifican patrones en los datos para hacer predicciones, puede agregar valor a su empresa al proporcionar una comprensión más profunda de la abundancia de datos disponibles y al automatizar tareas excesivamente complejas o monótonas mediante predicciones.

    Hoy en día, para la mayoría de los analistas, el uso de la IA generativa puede exacerbar las brechas digitales existentes, tanto dentro de los países como entre ellos. También hay implicaciones para otras áreas importantes de los derechos humanos, como la educación y la atención sanitaria.

    El acceso digital y el crecimiento de las tecnologías de la comunicación han contribuido significativamente al desarrollo económico. Esto también ha aumentado las posibilidades de que un individuo o una comunidad participen y contribuyan a la economía, y lo hagan de manera diferenciada. A medida que la tecnología evoluciona, la brecha digital impide la participación en igualdad de condiciones de los hogares con bajos ingresos, los discapacitados, las zonas rurales y los adultos mayores.

    Todo ello nos lleva a la reflexión de la necesidad de implementar con cierta previsión y urgencia los medios adecuados a los efectos de que la IA no genere nuevas diferencias entre las personas por razón de su acceso y uso de la tecnología, y que la IA sea un motor de igualdad, y no de generación de nuevas diferencias y brechas sociales entre las personas, teniendo presente que dada la revolución que supone el uso de esta nueva tecnología, de preverse esta situación de forma inmediata, y ponerse remedio a esta situación, dichas diferencias se van a ver acrecentadas, generando un futuro de ciudadanos de primera, frente a aquellos que se encuentren relegados por las dificultades en el acceso a esta tecnología.

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    Magistrado y letrado del Tribunal Constitucional en excedencia. Socio director de Puyol Abogados