El 'reaprovechamiento' de las renovables
Rocío Palomino
Estamos en medio de una gran transición que está afectando a las bases socioeconómicas de la humanidad tal y como la conocemos. En esta ocasión, el cambio no viene promovido por una revolución tecnológica sino por una decisión conjunta. La decisión de que debemos ser capaces de seguir avanzando, de seguir desarrollándonos como civilización, pero de una manera más sostenible. Necesitamos producir energía de manera más inteligente, consumir energía y recursos de manera más inteligente, movernos de manera más inteligente.
El panorama de la movilidad ha evolucionado de manera significativa en los últimos años. Pese a que los coches híbridos están ya por todas partes como solución de transición, el auge de los eléctricos es una realidad. Y es que buena parte de la movilidad es puramente urbana y, en ese contexto, representa una alternativa muy adecuada. La batería constituye la piedra angular de este tipo de vehículos, dado que todo gira a su alrededor: la gestión energética, la autonomía, el tiempo de recarga, el precio… El reto era cómo embarcar en un utilitario la energía necesaria para los desplazamientos diarios y, hasta ahora, la gasolina tenía una respuesta mucho más fácil, rápida y barata que la electricidad...
Pero muchas cosas han cambiado y la determinación de unos pocos pioneros -Tesla, Toyota, Nissan o Renault, entre otros- ha logrado que lleguemos hasta aquí. La inversión en tecnología ha permitido que los vehículos eléctricos resulten idóneos para recorrer la mayoría de los desplazamientos que realiza el usuario medio. Por este motivo, y según Bloomberg New Energy Finance, pasaremos de 10,5 millones de vehículos eléctricos vendidos en 2022 a 42 millones en 2030, cifra que representará el 44% de todas las ventas.
Para atender esta demanda, más de la mitad de la producción de baterías de litio será destinada a cubrir las necesidades de este sector. Baterías con unas prestaciones muy elevadas para poder responder a las necesidades del conductor más exigente. Baterías que en unos años no cumplirán los estándares requeridos para prestar el servicio para el que fueron concebidas. Se estima que, solo entre 2021 y 2030, 12,85 millones de toneladas de baterías que equipan vehículos eléctricos llegarán al final de su vida útil. Estas seguirán siendo perfectamente funcionales, manteniendo altas prestaciones de calidad y seguridad, pero no serán adecuadas para su cometido original. Además, su reciclaje requerirá procesos complejos y un elevado consumo de energía.
Por otra parte, el contexto geopolítico global ha puesto de manifiesto la necesidad de avanzar hacia la independencia energética. La alternativa, alineada, asimismo, con la solución al problema subyacente del cambio climático, pasa por el uso masivo de energías renovables. En España disponemos de un elevado nivel de recurso eólico y solar fotovoltaico, que cada vez aprovechamos en mayor medida a través de instalaciones de generación herederas de la hidroeléctrica, también renovable y con gran presencia en nuestro país.
Sin embargo, la transición energética basada en la electrificación con generación 100% renovable tiene una serie de problemas que hay que tratar de solventar, como son la variabilidad, la intermitencia y la predictibilidad, que impactan directamente sobre la fiabilidad del sistema. El primero está en la base del comportamiento de la producción de las energías renovables e implica que esta oscila notablemente incluso en periodos cortos de tiempo. Esta variabilidad se reduce con el nivel de agregación y puede paliarse con equipos de almacenamiento. El segundo implica que el recurso no siempre está disponible. El tercero es un parámetro que añade complejidad a la gestión de los sistemas eléctricos de cara a lograr el necesario equilibrio entre generación y demanda y a participar en los mercados eléctricos. En este sentido, el almacenamiento basado en baterías proporciona flexibilidad y gestionabilidad al sistema eléctrico, permitiendo ajustar la producción a la energía demandada y facilitando la operación del mismo.
Por lo tanto, la reutilización de baterías procedentes de vehículos eléctricos para su uso en almacenamiento estacionario ligado a las renovables, comúnmente llamadas baterías de segunda vida, nos va a permitir resolver los dos retos de los que hemos hablado: gestionar los residuos del sector de la electromovilidad y cubrir la acuciante necesidad de almacenamiento que tiene el sistema.
Este es el contexto en el que ha nacido el proyecto LIFE ReLiGHT. Una iniciativa promovida por Capital Energy para integrar un sistema de almacenamiento basado en baterías de segunda vida en una de sus plantas renovables. Está cofinanciado por el programa LIFE de la Comisión Europea, único instrumento financiero que esta ha dedicado de forma exclusiva al medio ambiente y la acción por el clima.
Está previsto que el sistema alcance una capacidad instalada de más de 10 MWh de módulos de baterías previamente utilizados en coches eléctricos. Estos serán integrados en soluciones contenerizadas para almacenamiento estacionario hibridado con la planta renovable. El sistema aprovechará la energía excedentaria que no se puede inyectar a la red en momentos de alta producción renovable para verterla, posteriormente, en momentos de alta demanda. El proyecto, gracias al cual se crearán hasta 14 puestos de trabajo, permitirá una mayor integración de la energía renovable en el sistema, así como reducir hasta 100 toneladas de residuos.
Aparte de nuestra compañía, están presentes en el consorcio que impulsa ReLiGHT empresas punteras en sus respectivos ámbitos de actuación. BeePlanet, pionera en el desarrollo de sistemas de almacenamiento de segunda vida; CEN Solutions, con un extenso recorrido en la integración de equipos eléctricos y sistemas de almacenamiento; HESStec, a la vanguardia en el control de sistemas de electrónica de potencia para dotar de estabilidad al sistema; Envirobat, comprometida con el medio ambiente y el reciclado de materiales; y AEPIBAL, punta de lanza para impulsar el sector del almacenamiento en España. Todas conforman, sin lugar a dudas, el engranaje perfecto para sacar adelante una prometedora iniciativa que pone el foco en el desarrollo de modelos de economía circular asociados a las baterías provenientes del sector del vehículo eléctrico.