Opinión

Riesgo en la evolución de los sueldos

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    elEconomista.es

    Uno de los indicadores más vigilados por el BCE, el referente a la evolución promedio de los sueldo negociados por convenio en la eurozona, muestra una evolución preocupante.

    En el pasado trimestre, el incremento salarial se situó en el 4,3% interanual, su mayor tasa en las últimas tres décadas y muy por encima de la tasa del 2,62% que aún se registraba en el mismo período de 2022.

    Es más, el ritmo de actualización de los sueldos europeos ya solo es un punto inferior al todavía muy elevado IPC general de la Unión Monetaria (situado en l 5,3% en julio).

    Pero, más allá de la magnitud de las cifras, lo realmente anómalo es que la negociación colectiva centralizada, al estilo europeo, permita incrementos tan cuantiosos en tan poco tiempo y, por eso, hay que retrotraerse a 1991 para encontrar un parangón.

    De hecho, el BCE siempre ha confiado en los acuerdos entre patronales y sindicatos como un cortafuegos a la hora de evitar elevaciones de sueldos que retroalimenten la inflación. Es un mecanismo del que carece, por ejemplo, EEUU, donde las negociaciones se limitan al ámbito empresa-trabajador.

    Ahora, sin embargo, la negociación en el Viejo Continente muestra una inusual impaciencia por recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años, y la propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha reconocido que le preocupa esa actitud.

    Es quizá pronto para hablar de efectos de segunda ronda capaces de impedir que el IPC siga bajando, cuando supervisores nacionales como el Banco de España aún los descartan.

    Ahora bien, si a escala europea las alzas de salarios continúan siendo tan rápidas, es posible que el BCE tenga que replantearse la pausa en sus incrementos de tipos que se prevé para después de septiembre.