Opinión

EEUU y la UE deben acelerar con las 'criptos'

  • Mientras se crea un nuevo sistema, los primeros en adoptarlo establecen las normas, algo que interesa a Europa y EEUU
  • Los pagos transfronterizos actualmente dependen de unos pocos bancos
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Maria Demertzis, Josh Lipsky

Las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) se están convirtiendo en una realidad en todo el mundo, con más de 110 países explorando ya el "efectivo digital". De las economías del G-20, 18 han superado la fase de investigación y se encuentran en fase de desarrollo o piloto. Se están estableciendo normas sobre privacidad, ciberseguridad y lucha contra la financiación ilícita.

Por lo tanto, cualquier jurisdicción que desee contribuir a estas normas debe comprender las complejas compensaciones que implica la creación de un CBDC y participar activamente en las pruebas transfronterizas mundiales. compensaciones que implica la creación de un CBDC y participar activamente en las pruebas transfronterizas mundiales.

EEUU y la zona del euro se encuentran aún en una fase relativamente temprana. En lo que va de 2023, EEUU no ha avanzado en su reflexión sobre cómo sería o debería ser un dólar digital minorista. Las rencillas políticas sobre el tema, incluidos los discursos del candidato presidencial Ron DeSantis, han congelado a los responsables políticos en Washington.

Eso no significa que no haya avances. La Reserva Federal de Nueva York está realizando pruebas transfronterizas de moneda digital de banco a banco, conocidas como CBDC mayoristas.

Han demostrado que es posible la liquidación transfronteriza casi instantánea entre bancos. Para quienes se preocupan por la competencia con China, esta aplicación transfronteriza de los CBDC (y cómo pueden utilizarse para eludir el dólar y el euro) debería ser la principal preocupación.

Mientras tanto, la eurozona ha avanzado considerablemente en su reflexión sobre cómo debe diseñarse un euro digital para servir mejor a los consumidores; el Banco Central Europeo está a punto de introducir un proyecto piloto completo a finales de este año. Pero el BCE ha prestado menos atención a la cuestión transfronteriza, a pesar de ser posiblemente más importante para el papel internacional del euro.

Así pues, queda trabajo por hacer a ambos lados del Atlántico. En el G-20 existe un amplio consenso sobre la necesidad de mejorar los sistemas de pago transfronterizos. Así pues, tiene sentido centrar los esfuerzos en ello a corto plazo mientras los gobiernos deciden individualmente si una moneda digital minorista tiene sentido para ellos.

El sistema de liquidación mundial no ha evolucionado para hacer frente al aumento de los flujos financieros que ha traído consigo la globalización. Los pagos transfronterizos, principalmente en dólares, dependen actualmente de unos pocos bancos corresponsales y son lentos e ineficaces. En 2022, las empresas transfirieron aproximadamente 23,5 billones de dólares a través de las fronteras, con un coste de más de 120.000 millones de dólares para procesar las transacciones.

Los pagos al por mayor con CBDC (y las actualizaciones de los sistemas tradicionales) prometen un ahorro sustancial de tiempo y costes. Todos los países pueden beneficiarse de transacciones económicas más rápidas y baratas.

Los pagos transfronterizos en moneda digital podrían cambiar el sistema financiero. Las pruebas realizadas en China, Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong y Tailandia han demostrado que pronto será posible transferir grandes sumas a través de las fronteras sin utilizar el dólar como intermediario. Dos divisas cualesquiera podrían liquidarse en cuestión de segundos y recurrir a una red de divisas distintas del dólar y el euro para obtener liquidez.

En comparación con el sistema actual, se trataría nada menos que de una revolución. Aunque el dólar (y en menor medida el euro) siga siendo atractivo para la fijación de precios porque es fuerte y estable, su infraestructura de liquidación podría ser mucho menos necesaria que ahora.

El dólar y el euro podrían ver mermado su atractivo mundial para el comercio y su capacidad para aplicar sanciones. En otras palabras, tanto EEUU como la zona del euro tienen mucho que perder.

Por lo tanto, es crucial que las dos jurisdicciones participen activamente mientras se produce esta transformación. No se trata de impedir que los países desarrollen CBDC o redes de pago alternativas. Esto sería imposible e indeseable. Pero mientras se crea un nuevo sistema, los primeros en adoptarlo establecen las normas y tienen más posibilidades de proteger lo que es estratégicamente importante para ellos.

Las ventajas del dólar y el euro significan que si las dos jurisdicciones pueden coordinarse rápidamente, podrían desarrollar un nuevo estándar internacional que el resto del mundo querría adoptar. Sin ese liderazgo, lo más probable es que aumente la fragmentación financiera.

El establecimiento de normas implicaría muchos obstáculos, como el reconocimiento de las estructuras jurídicas, la gestión del riesgo de contraparte y el desarrollo de sistemas seguros frente a los ciberataques. Pero las sanciones impuestas a Rusia desde su invasión de Ucrania han obligado a muchos países que querían seguir comerciando con Rusia a buscar alternativas. No es casualidad que el número de países interesados en los CBDC de banco a banco se haya duplicado desde la invasión. Para EEUU y la UE, sería un error estratégico dejar que otros lideren estos avances.