Hagamos una transición energética segura y eficiente
José Luis Massana
En medio de la crisis ambiental, energética y social que vivimos, urge aumentar la ambición y apostar por una transformación de nuestra economía y un modelo de consumo energético más eficiente y seguro. Los pilares de este modelo deben ser el ahorro energético y la generación de energía sostenible, en línea con el Pacto Verde Europeo y el sentido común.
Un ejemplo de ello nos viene desde Italia, que hace dos años creó el?conocido como "superbonus" como parte de la estrategia de recuperación postpandemia del país. Se trata de un ambicioso programa de subvenciones para incrementar la seguridad y reducir el consumo energético de las viviendas, con una inversión hasta el momento de 21.000 millones de euros, que han contribuido a varios objetivos: disminuir el consumo de energía y rebajar la dependencia del gas de terceros países, bajar el gasto en los hogares y aumentar el confort térmico. Y todo ello, reduciendo las emisiones de CO2 y activando la economía.
Este Plan fomenta el ahorro energético de las edificaciones así como la generación de energía sostenible con acciones como aislamiento de superficies verticales y horizontales, sustitución de ventanas, cambio de sistemas de calefacción, instalación de paneles solares y refuerzo de la seguridad ante un movimiento sísmico.
Los propietarios de viviendas tienen derecho a un crédito fiscal de hasta el 110 % sobre el coste de la mejora de su vivienda, realizando actuaciones que impidan la pérdida de energía e incrementen la seguridad ante el riesgo de daños por actividad sísmica.
Diferentes expertos estiman que este programa, ha impulsado el PIB italiano en un 0,7 % y ha creado más de 150.000 puestos de trabajo directos, un ejemplo de lo que la transición verde puede hacer en la creación de empleo, mientras disminuye la factura de la luz, se ataja la pobreza energética y mejora la vida de las personas.
En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 define los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de penetración de energías renovables y de eficiencia energética, está en sintonía con un modelo de consumo energético más eficiente y razonable. Dicho Plan, marca como meta alcanzar hasta un 40 % de mejora de la eficiencia energética en 2030, lo que permitirá ahorrar en términos económicos y ambientales, eliminando la tercera parte de las emisiones de CO2.
Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el 80 % de los edificios en España, son ineficientes energéticamente hablando, en su mayoría por falta de aislamiento térmico.
Así, el PNIEC debería ser más ambicioso para que aceleremos la transición a una Economía Verde, haciendo una apuesta más decidida, que ayudará a la economía española a incentivarla en unos momentos de grandes incertidumbres.
Aislar nuestros edificios y apostar por el autoconsumo solar es lo inteligente, responsable, sostenible y saludable. Porque no hay energía más barata y limpia que la que no se consume. España y Europa no se lo pueden permitir, y el planeta tampoco.
La crisis climática en la que estamos inmersos nos debe servir de advertencia para sumar una cultura de la seguridad, a este modelo de ahorro y de generación de energía sostenible.
Según la Organización Meteorológica Mundial, el número de desastres naturales relacionados con el clima se ha duplicado en la última década en comparación con los años 80. Entre 2000 y 2019, cerca de 6.700 desastres naturales se han cobrado la vida de 1 millón de personas, causando casi 3 billones de dólares en pérdidas económicas.
Estos datos son solo un aviso de lo que puede ocurrir. El cambio climático es implacable, lo vemos en las noticias con los derrumbes, inundaciones, deslaves y estructuras que salen volando ante ráfagas de viento de una virulencia extrema y cada vez más frecuentes. Lo vimos este verano en Valencia, en el festival Medusa, donde cayeron varias estructuras durante un concierto al que asistían miles de personas.
Queremos insistir en esta cultura de la seguridad, teniendo en cuenta que parte de la reducción del consumo de gas o petróleo va a proceder de la energía solar por el autoconsumo.
Tenemos la responsabilidad de hacer una transición de calidad, evitando generar una problemática a medio plazo por los millones de metros cuadrados de paneles fotovoltaicos instalados por el "boom" de la energía solar.
Es fundamental asegurarnos de que la instalación de los paneles solares, cada vez más habituales en espacios públicos como colegios, centros comerciales o viviendas, y situados en altura, sean seguros para evitar accidentes. Esta cultura de la seguridad implica evitar externalidades, utilizando materiales de calidad, de larga vida útil, instalados por profesionales cualificados y certificados. Debemos asegurarnos de que estas infraestructuras estén adecuadamente fijadas a las cubiertas, en muchos casos tejas u otros materiales que no están preparados para soportar determinados pesos si se hace de forma incorrecta y por el efecto de succión se desprendan en caso de fuertes ráfagas de viento.
En esta transición tanto la seguridad como el ahorro son las claves para adaptarnos al mundo actual, cuidando el medio ambiente, nuestra economía y la salud de la población, evitando problemas futuros. Es el momento de ser ambiciosos, y ante la crisis que vivimos, es la oportunidad de hacer una transición responsable, justa y sostenible.