Los deberes de la Sanidad para la próxima legislatura
Carlos Rus
Pocas legislaturas se recuerdan tan desafiantes como esta que acaba en materia de salud y gobernanza sanitaria. Ha sido un periodo de una enorme complejidad, marcado por una pandemia sin precedentes, cuyas consecuencias aún padecemos con la primera de las crisis sanitarias que, en mi opinión, acontece en nuestro sistema: las mayores listas de espera de las últimas décadas.
Si la legislatura que se va ha provocado el mayor reto sanitario vivido durante el último siglo, la que viene promete ser inquietante. O se activan medidas urgentes por el Estado contando con la sanidad privada como aliado y colaborador flexible, o se agravarán las consecuencias nefastas que viven muchos pacientes ante retrasos en diagnósticos y agravamiento de patologías ante la incapacidad del sistema público de atender el Estado de Bienestar por sí solo. Así de rotundo y esclarecedor.
Necesitamos más y mejor colaboración público-privada porque es la única forma de garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario. Contemplando sin ambages la disposición de nuestros recursos (56% de los hospitales, 31% de las camas, 36% de los quirófanos,…) se puede también planificar mejor la respuesta a la demanda asistencial, incrementando los recursos asistenciales disponibles para su mejor uso.
Asistimos a una segunda crisis sanitaria provocada por la escasez de profesionales. El sistema afronta el mayor pico de demanda asistencial desprovistos de las herramientas pertinentes, tanto de médicos especialistas como de enfermería. La OMS calificó esta situación en los sistemas de salud europeos como "bomba de relojería" en el acceso a los servicios asistenciales.
Necesitamos invertir recursos en los profesionales y aplicar medidas que palien la escasez y, al hacerlo, invertiremos en sanidad universal y equitativa de verdad, no impostada. Y esto sin entrar a analizar el riesgo de quiebra de la situación sanitaria de la 'España Vaciada', aún más alarmante por una alta tasa de jubilaciones y la falta de reposiciones como detonantes amenazadores.
Es imperativo disponer de una mirada a largo plazo para planificar los recursos humanos sanitarios. En este sentido, instamos al nuevo Ejecutivo a integrar a la sanidad privada en esta planificación, para conocer la situación real de demanda conjunta de profesionales del sistema y favorecer medidas. Pero también apremiamos a abrirse a nuevas estrategias, como la re-especialización médica de facultativos en nuevas áreas sin periodo MIR; la reducción progresiva de las incompatibilidades entre el sector público y privado, con homogeneización de criterios en todas las CCAA; la consolidación del rol del profesional de enfermería, ampliando sus ámbitos competenciales y reforzando también los de los técnicos de cuidados auxiliares de enfermería, con un grado superior de Formación Profesional que les dote de mayores funciones.
La tercera situación crítica que penaliza la salud de nuestros ciudadanos es la ausencia de decisiones de gobernanza fundamentadas en criterios exclusivos de eficiencia, eficacia y mejor aprovechamiento de los recursos, y en indicadores claros y comparables. La ideología y la doctrina política son malos compañeros de viaje en esta materia porque no ponderan la mejor decisión en términos de coste de salud ciudadana. No nos cansamos de reivindicar el papel del sector privado como parte del SNS y no nos someteremos ante el propósito de quienes buscan demonizarnos como si fuéramos el problema del sistema. En este sentido, los criterios para contar con la sanidad privada deberían estar regidos exclusivamente por los resultados en materia de salud y en herramientas de medición objetiva que evalúen la idoneidad de cada centro sanitario, con independencia de su titularidad.
El cuarto y último factor de desequilibrio estratégico de nuestra sanidad es el acceso real del paciente a la última tecnología y a la innovación terapéutica. En este sentido, la sanidad privada hace un esfuerzo de primera magnitud para incorporar en sus centros la tecnología más puntera, participar en ensayos clínicos que permitan el avance científico en beneficio de todos los pacientes y llevar a cabo intervenciones de la más alta complejidad. Pero, teniendo en cuenta el previsible crecimiento del papel del sector empresarial ante la alta demanda de atención sanitaria (especialmente por la vía del aseguramiento de salud y los conciertos con la sanidad pública) necesitamos medidas de apoyo que faciliten la inversión en innovación. Europa brinda una oportunidad a partir de 2025 para reducir la imposición fiscal de dispositivos y artículos sanitarios, cuando ahora son de carácter finalista. Con ello, ampliaríamos las capacidades sanitarias, generaríamos riqueza y creación de empleo directo e indirecto.
Esperamos que, con el nuevo Gobierno que surja de las Elecciones Generales del 23J, imperen las decisiones objetivas, fundamentadas en criterios de salud para atender las situaciones críticas que han sobrevenido. Esta agenda de deberes de urgente necesidad confiamos en que también sea la del próximo o próxima titular de Sanidad. Nosotros aquí esperamos, siempre en el lado de la colaboración.